Corría febrero de 2015 y el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, defendía en la tribuna su gestión durante el Debate del Estado de la Nación previo a la convocatoria de las elecciones generales. El presidente del Congreso, Jesús Posada, había decidido tomar un descanso relegando la ordenación del debate en su vicepresidenta primera, Celia Villalobos (Arroyo de la Miel, 1949), que, abstraída de lo que sucedía en el hemiciclo, interactuaba detenidamente con su Ipad. Una cámara reveló que lo que en realidad hacía la aún diputada del PP era jugar al famoso Candy Crush.
Aquella anécdota marcó muy a su pesar –“que por 15 segundos se destroce una carrera política es muy doloroso”, dijo en una entrevista en Antena 3– la larga trayectoria pública de la malagueña que este miércoles anunciaba su retirada de la política por las desavenencias que mantiene con la actual dirección del PP y su presidente, Pablo Casado, después de que en las primarias apostara por la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, llegando a asegurar que “muchos” de los que apoyaban al hoy líder popular eran de “extrema derecha”.
En política, ella lo ha sido casi todo: diputada por Málaga desde 1989, vicepresidenta de la Cámara Baja (2011-2016), eurodiputada (1994-1995), alcaldesa de Málaga (1995-2000) y Ministra de Sanidad y Consumo (2000-2002) durante el segundo Gobierno de José María Aznar.
Su reacción ante aquel suceso del Candy Crush –ella dijo que, en realidad, a lo que jugaba era a un juego de la película Frozen que les gustaba a sus nietas– refleja a la perfección la actitud lenguaraz y políticamente incorrecta que marcó a la parlamentaria durante los últimos años de su carrera política: “La cagué en technicolor con balcones a la calle, que diría una amiga mía”, dijo entonces, cuando también ironizó: “Los del Candy Crush se hincharon de ganar dinero y ni siquiera me llamaron para darme las gracias”.
Los “huesos de cerdo”
Ese carácter insolente, desvergonzado y hasta malhablado la hizo protagonista de varias polémicas que siempre incomodaron a sus compañeros de partido. Mientras ejercía como ministra, a Villalobos le tocó lidiar con la crisis de las 'vacas locas', que llevó a las autoridades sanitarias a recomendar que no se consumiese carne de vacuno. Ella reaccionó lanzando su particular recomendación a las amas de casa: “No tienen que hacer un caldo con huesos de vaca, que además ya no se venden, y si los tienen en la nevera, que los tiren. Se puede hacer el caldo con huesos de cerdo”, sostuvo, provocando las críticas de toda la oposición.
“¡Vamos, Manolo! Al final el mío va a ser el último”, gritó a su chófer desconsolada una tarde de lluvia de 2007 en las puertas del Congreso, porque el conductor no salía del parking del hemiciclo para recogerla. “¡Venga, coño! Es un tonto. No son más tontos porque no se entrenan. ¡Vamos, joder!”, se le escuchó decir en un vídeo que se convirtió en viral tres años después, tras difundirlo La Sexta.
En 2011, el entonces presidente del Congreso, el socialista José Bono, le llamó la atención durante una reunión de la Junta de Portavoces por referirse al “tema de los tontitos” cuando se abordaba el asunto de la contratación de personas con discapacidad en la Cámara Baja.
Poco después de la entrada de Podemos en el Congreso de los Diputados, Villalobos quiso llamar la atención sobre el pelo de uno de los entonces nuevos parlamentarios, Alberto Rodríguez. Lo hizo en La Mañana de TVE, cuando el espacio era presentado por Mariló Montero, donde aseguró no tener ningún problema con las rastas “aunque fuera del PP”, ya que tiene “sobrinos y familiares” con este peinado: “A mí con que las lleven limpias para que no me pegue un piojo, me parece perfecto”. Poco después se disculpó por estas declaraciones, tildando el comentario de “estúpido e innecesario”.
Ya en 2018, año en el que también fue pillada comprando ropa por internet durante una sesión del Congreso –“hago lo que me da la gana”, dijo entonces–, protagonizó otra polémica durante una entrevista en La Sexta, visiblemente molesta por el previsible triunfo de la moción de censura que presentó Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy: “Os vais a aburrir mucho sin poder darle caña al PP todo el puto día”, le dijo en directo a la periodista Ana Pastor.
Contra la ley de Gallardón
Villalobos ha sido un verso suelto dentro del PP, donde siempre se negó a seguir los dogmas de la dirección de turno, manteniendo posturas algo más progresistas que sus compañeros de filas en debates sobre derechos sociales. En 2005 fue la única parlamentaria popular en votar a favor de la legalización del matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo, lo que le costó una sanción económica por parte de su grupo parlamentario.
También fue amonestada en 2013 y 2014, primero por romper la disciplina de voto del PP y no votar en contra de una moción del PSOE que rechazaba la reforma de la ley del aborto presentada por el entonces ministro de Justicia popular Alberto Ruiz Gallardón –y que finalmente fracasó provocando la dimisión del también exalcalde de Madrid, que no se sintió respaldado por el Gobierno de Rajoy– y, después, por votar a favor de la retirada de esa misma propuesta del Ejecutivo de su propio partido.
Tras su triunfo en las primarias del pasado mes de julio, Casado no quiso integrar a Villalobos en sus equipos directivos como represalia por su apoyo a Santamaría y sus declaraciones en contra de su candidatura. En agosto, el líder del PP dejaba a la diputada fuera de la Diputación Permanente del Congreso aunque le mantuvo como presidenta de la Comisión del Pacto de Toledo. El entorno de la parlamentaria popular apunta a que ese fue el momento en el que ella decidió dejar la política al no sentirse respaldada por la dirección del partido.
El fin de la influencia del tándem con Arriola
“Me parece normal, yo perdí un congreso y alguien tenía que ser la figura de los que han perdido, y soy yo”, aseguraba este miércoles tras anunciar su abandono de la política durante una entrevista en Antena 3.
Fuentes de la dirección nacional del PP explican a eldiario.es que conocían la decisión de Villalobos “desde hace tiempo” y que su salida responde a una decisión personal y no tiene nada que ver con una supuesta intención de Casado de dejarle fuera de las listas para las generales del 28 de abril. Diputados que trabajaron con ella codo con codo en los últimos años destacan su “firme carácter” y su personalidad “independiente”, si bien ponen en valor su “lealtad” al partido, “pese a estar en desacuerdo” y su “trabajo por todos los españoles, pensaran como pensaran”.
Villalobos está casada con Pedro Arriola, que fue durante dos décadas –lo contrató Aznar en los 90– el principal encargado de elaborar encuestas internas para el PP. Rajoy lo convirtió en uno de sus principales gurús electorales y en asesor de cabecera en asuntos demoscópicos y de estrategia.
El sector más derechista del partido siempre le atribuyó a Arriola que el mensaje de los populares se acercara al centro y abandonara “las esencias” y “los principios” más conservadores y liberales que ahora dice defender Casado con el giro a la derecha que emprendió tras llegar a la presidencia de los populares. De hecho, el hoy líder del PP se desprendió de los servicios del sociólogo por antonomasia de su predecesor nada más tomar el mando el partido.
Con el triunfo en las primarias del hoy líder del PP, el tándem Arriola-Villalobos perdió influencia, hasta desvincularse del todo de la que durante lustros fue su casa política.