Pablo Iglesias será eurodiputado el máximo tiempo posible y no dejará el Parlamento Europeo hasta que no empiece la campaña del 20D. Podemos todavía no ha decidido cuál será la fecha en la que solicitará devolver el acta. El equipo de Iglesias está analizando los plazos para que, en todo caso, su candidato esté completamente liberado de sus compromisos en Bruselas y pueda dedicarse al cien por cien al objetivo que se marcó el partido cuando nació en enero de 2014: las elecciones generales.
Podemos cuenta con dos precedentes. Teresa Rodríguez y Pablo Echenique dejaron el Parlamento Europeo para las campañas de las andaluzas y las aragonesas. Rodríguez apuró más los plazos y no fue hasta el 5 de marzo cuando oficialmente dejó de ser eurodiputada. Las elecciones se celebraron justo dos semanas después, el 22 de ese mismo mes.
Pablo Iglesias ha cumplido así uno de sus deseos: apurar su estancia en Bruselas. El secretario general de Podemos siempre ha visto el Parlamento Europeo como un lugar de trabajo que le permitía distanciarse de la vorágine en la que se ha convertido su vida desde que decidió lanzar el partido. Iglesias se lo comentó el domingo a Albert Rivera en el debate con el presidente de Ciudadanos, pero es algo que ha repetido múltiples ocasiones. Desde el surgimiento de Podemos, no puede pasear por Madrid o tomarse una cerveza tranquilamente sin que le asalten seguidores o detractores.
Además, Podemos ha utilizado el Europarlamento para lograr ingresos. Los eurodiputados ingresan alrededor de 7.000 euros. A este sueldo hay que añadir gastos y los salarios de los asesores. Iglesias y el resto de eurodiputados, no solo de Podemos, ceden una parte de sus emolumentos al sostenimiento del partido que, en un primer momento, tenía carencias en este ámbito.
En el lado negativo de la estancia de Pablo Iglesias en Bruselas ha estado el cansancio. En un primer momento, el todavía eurodiputado compatibilizó bien las labores de montar y dirigir su partido, continuar con sus proyectos televisivos y seguir el día a día de la actividad política. Sin embargo, el trabajo se le ha acumulado y el secretario general de Podemos arrastra un cansancio que el domingo en La Sexta pareció evidente, y que él mismo ha reconocido en su programa de La Tuerka, tal y como recogía El Mundo este martes.
En cualquier caso, el tiempo de Iglesias en Europa está cerca de su final. Y su marcha abrirá dos frentes en Podemos. El primero, el de su sucesor. Tras las salidas de Carlos Jiménez-Villarejo por enfermedad y de Teresa Rodríguez y Pablo Echenique para asumir responsabilidades en España, será el número 9 de la lista que presentó Podemos el 24 de mayo de 2014, Xabier Benito Ziluaga, quien sustituya al secretario general. Fuentes de Podemos señalan que Benito ha continuado participando en la actividad del partido desde entonces, aunque fuera del radar mediático. Y así prefieren que siga hasta que se confirme su salto a las instituciones.
El segundo melón que se abre con la salida de Iglesias es más complicado: el control del grupo de Podemos en el Parlamento Europeo. Por perfil, la sucesora natural del secretario general sería sería Tania González. Aunque fue la número seis en las elecciones europeas, es la única representante de Podemos en Bruselas que forma parte del Consejo de Coordinación (la Ejecutiva) y del Consejo Ciudadanos Estatal (el principal órgano entre asambleas). González formó además parte del equipo de Pablo Iglesias en la asamblea de Vistalegre.
Sin embargo, el orden sucesorio ordinal dejaría el mando en manos de Lola Sánchez. La cartagenera formó tándem con Iglesias en 2014, pero el tiempo les distanció políticamente. Sánchez terminó apoyando en la asamblea fundacional al equipo rival de Iglesias y ahora se sitúa internamente más próxima a las tesis de Anticapitalistas. Justo el camino contrario andado por Pablo Echenique. En la dirección de Podemos esperan que se cumplan sus deseos y temen que el único sector crítico organizado que tienen pueda usar el Parlamento Europeo como altavoz. Sobre todo tras las elecciones del 20 de diciembre y en función de los resultados que se produzcan.
El portavoz debe ser decidido en el seno del grupo y luego ratificado por los órganos de Podemos. Algo similar ocurrió al inicio de la legislatura en Izquierda Unida. El portavoz, Willy Meyer, dimitió tras publicarse que había tenido un plan de pensiones a través de una sicav organizada por el Parlamento Europeo. Fuentes de IU recuerdan que “la delegación aprobó que fuera Marina Albiol” quien sustituyera a Meyer.