El PSOE celebra una nueva reunión del Comité Federal esta vez para fijar la fecha para el 39º Congreso, que decidirá el futuro político de Pedro Sánchez. El cónclave se preveía tranquilo hasta hace unas horas, pero se verá salpicado por una nueva polémica interna: la división entre Ferraz y los barones más críticos sobre la fecha en la que se celebrarán las primarias para elegir al secretario general. La dirección socialista quiere que el congreso se aplace hasta mediados de junio mientras que las federaciones más críticas -Andalucía, Comunidad Valenciana o Aragón- plantean que se celebre a principios de mayo.
Detrás de la discusión está la pugna por el poder interno y el liderazgo del partido en el caso de que se repitan las elecciones generales. La dirección socialista quiere atrasar lo máximo posible la celebración del Congreso para evitar que se solape con la posible celebración de esos comicios mientras que los territorios más críticos quieren llegar a ellos con un “proyecto renovado”, según fuentes consultadas por eldiario.es. Entienden, además, que el aplazamiento del Congreso persigue que Sánchez se quede al frente del partido.
El malestar ha aflorado este viernes en una reunión del secretario de Organización, César Luena, con sus homólogos regionales que se ha prolongado durante más de tres horas. Luena ha planteado que las primarias para elegir al secretario general sean el 29 de mayo y que el Congreso -del que saldrá la nueva Ejecutiva- se celebre los días 17, 18 y 19 de junio. Ese será el calendario que planteará la dirección y que debe contar con el visto bueno del Comité Federal de este sábado para llevarse a cabo. En Ferraz pretenden que ese proceso interno sea después de las hipotéticas generales.
Pero el encuentro se ha cerrado sin acuerdo. Las federaciones más alejadas de Sánchez -encabezadas por Andalucía, Comunidad Valenciana y Aragón- se han opuesto totalmente a ese calendario. Quieren que se adelante lo máximo posible la celebración del Congreso y consideran que si la consulta a los militantes se hace a mediados de abril y el cónclave a principios de mayo “no se solaparía con el calendario institucional”, es decir, con el proceso de investidura, según fuentes consultadas por esta redacción. Pese a que la discusión va a existir con casi toda probabilidad durante el Comité Federal, esas mismas fuentes dudan de que finalmente los más críticos lleguen a votar en contra de la propuesta de la dirección, a la que acusan de haber tratado de “imponer” el calendario y de no haber buscado el consenso.
Desde la dirección insisten en que, en el caso de que se vuelvan a convocar elecciones, se celebrarían primarias para elegir al candidato. Pero las federaciones más críticas consideran que, estando el partido en manos de Sánchez, su posible rival se vería desfavorecido. Pese a que la pugna interna se ha mantenido silenciada desde hace prácticamente un mes, está latente desde los días después de las elecciones.
En los territorios más críticos sentó mal que Sánchez anunciara apenas doce horas después de obtener el peor resultado electoral del PSOE en la democracia su pretensión de presentarse para renovar su cargo al frente del partido. Ocho días después del 20D los socialistas celebraron un tenso Comité Federal en el que algunos barones plantearon la necesidad de que el Congreso se celebrara “cuanto antes” al entender que ya estaban fuera de plazo puesto que las normas internas establecen que debe convocarse como máximo cuatro años después del anterior Congreso ordinario -que fue en febrero de 2016-. La dirección de Sánchez se dio por victoriosa en esa ocasión ante el pulso de los barones.
El debate de los pactos
Desde entonces, la discusión en el PSOE ha girado en torno a la política de pactos. Ese asunto estará también sobre la mesa durante la reunión de este sábado, que congregará a unos 300 delegados: se discutirán las posibilidades de llegar a un acuerdo para la investidura tras la oferta de Pablo Iglesias de apoyar la investidura de Pedro Sánchez a cambio de varias carteras en el Consejo de Ministros. No obstante, el escenario es incierto en este cónclave porque aún no se sabe a quién encargará el rey que intente formar gobierno. La dirección fía sus movimientos posteriores a esa incógnita: “Es el tiempo de Rajoy”, se limitan a decir.
Precisamente por esa falta de novedades, algunos barones consideraban que este Comité Federal debería posponerse hasta que hubiera algo nuevo. La fecha de este cónclave estaba prevista antes de que se produjera la renuncia de Mariano Rajoy al encargo del rey. Las palabras de Iglesias sobre su posible apoyo a Sánchez cayeron como un jarro de agua fría entre los dirigentes y cuadros socialistas.
Sánchez se ha reunido durante esta semana con casi todos los dirigentes territoriales, incluida Susana Díaz, que ha acudido a Ferraz este viernes por la tarde. Los encuentros precisamente buscaban calmar los ánimos de los barones que temen un acuerdo con Podemos que les haga “humillarse”. Sánchez les ha transmitido que “va a intentar” sacar adelante la investidura en el caso de que se lo encargue el rey o que Rajoy fracase. En Ferraz sostienen que el monarca debería pedírselo primero a Rajoy como candidato más votado. Esa opción les permitiría, además, ganar tiempo para las negociaciones, que cada vez se antojan más complicadas por los posicionamientos de los demás y las exigencias de los de dentro.
Ganarse a Ciudadanos
Varios barones -entre ellos Emiliano García-Page y Javier Lambán- han exigido a Sánchez que su hipotético acuerdo debería incluir a Ciudadanos. En esa línea lleva ya varias semanas el líder socialista, que insiste en que cuando le toque mirará “a izquierda y derecha”, es decir, a “Podemos y a Ciudadanos”. Sánchez insistirá en esa idea durante su discurso inicial, según fuentes de su equipo. Con ambas formaciones cree que puede llegar a entendimientos en distintas cuestiones. Además, los socialistas piensan que ese acuerdo, más amplio, les permitiría tener un Gobierno monocolor, que es la opción que prefieren. Otro de los escenarios posibles es que el acuerdo pase por el voto favorable de los de Albert Rivera con la abstención de los de Iglesias. En lo que todos coinciden es en el 'no' al PP.
Otro de los asuntos más delicados en este cónclave será previsiblemente la relación del PSOE con las fuerzas independentistas. Durante unos días se ha especulado con la posibilidad de que, desde el sector más crítico –liderado por barones como Susana Díaz o Emiliano García-Page– se forzara una resolución en la que se dejara más claro que no valdría el apoyo de ERC y Convergència para conseguir más votos favorables que noes en la sesión de investidura. Sin embargo, varios dirigentes consultados creen que, aunque el tema se saque a puerta cerrada, finalmente no se elaborará un nuevo texto.
Ferraz, que considera que no puede “fijar el sentido del voto” de esas formaciones, asegura que el anunciado 'no' de ERC y Democracia y Libertad a un eventual pacto PSOE-Podemos demuestra que no hay ningún acuerdo previo y que Sánchez ha cumplido su palabra de que no buscaría el apoyo de esas formaciones. Los barones más críticos entendieron que el préstamo de senadores a esas formaciones para que tuvieran grupos propios llevaba como contrapartida su abstención para allanar el camino a Sánchez. La maniobra no gustó nada a los más críticos, que esperan que Sánchez deje claro que no le servirá su apoyo por acción u omisión para llegar a Moncloa.
En el PSOE andaluz, la federación más poderosa, esperan que exista un debate político sobre los pactos. La presidenta, Susana Díaz, se ha reunido 45 minutos con Sánchez –ha sido uno de los encuentros más breves- y no ha querido hablar de la conversación “privada” que han mantenido–. No obstante, a su salida de la sede del PSOE en la calle Ferraz ha mostrado su disposición a “ayudar y colaborar” para que el partido sea un “instrumento útil”. Tampoco ha querido pronunciarse el presidente asturiano, Javier Fernández, uno de los que más se ha alejado de Sánchez en las últimas fechas.