El 21 de mayo Pedro Sánchez se impuso a lo que había denunciado durante las primarias: “El PSOE de los notables”. Su discurso contra las élites se llevó una abrumadora victoria. Atrás quedaron los aparatos regionales y la 'vieja guardia' que hasta entonces habían tenido un peso relevante en el partido centenario. Sánchez recuperó el poder frente a quienes tres años antes le habían impulsado, salvo casos puntuales. En los últimos meses, el secretario general se marcó como objetivo acercar posiciones con los veteranos y visualizarlo en una escuela de buen gobierno, pero ha fracasado en el intento.
Los poderes territoriales del PSOE permanecen todavía en segunda línea y son los veteranos dirigentes los que tibiamente alzan la voz cuando tienen la oportunidad. Sánchez aseguró tener el propósito de reconducir la situación con la 'vieja guardia'; pero está lejos de conseguirlo.
No hay complicidad por ninguna de las dos partes y la desconfianza sigue siendo mutua. Sánchez solo ha conseguido atraerse a Zapatero, que fue precisamente el que más se implicó en la campaña de la presidenta andaluza. Quedaron a comer después del verano y sellaron la paz en las elecciones catalanas: “Hemos tenido diferencias, pero quién no las ha tenido”, le dijo el expresidente en el acto central del PSC en el que los socialistas pensaron que iban a triunfar en los comicios.
El auge de Ciudadanos en esas elecciones es uno de los focos de preocupación interna en el PSOE; pero quienes más han alzado la voz han sido los dirigentes veteranos. El último en hacerlo ha sido Alfonso Guerra en una entrevista en eldiario.es: “Ciudadanos, el partido que actuó con total coherencia en Catalunya, va a ser premiado en Catalunya”. Frente al escepticismo de Ferraz ante las encuestas, Guerra avisa de que el partido de Albert Rivera “va muy bien”. El exvicepresidente también acusa veladamente a su partido de haber estado “en un ten con ten con los nacionalistas”.
Guerra nunca fue cercano a Sánchez, pero su decisión de apartarle de la presidencia de la Fundación Pablo Iglesias hace irreconducible la relación del secretario general con un importante sector de la 'vieja guardia' socialista a la que ha sentado muy mal la marginación del exvicepresidente. La reacción de Ferraz es siempre fría ante las críticas de los exdirigentes: “Como siempre hacemos, escuchamos con interés a nuestros mayores y respetamos sus opiniones”, ha sido la respuesta oficial en esta ocasión a las palabras de Guerra. Al exvicepresidente ni siquiera le han invitado a participar en la escuela de buen gobierno.
Una entrevista de Felipe González en la que admitía que no hablaba con el secretario general de su partido y que lo hacía más con Albert Rivera porque le había llamado en alguna ocasión provocó la reacción de Sánchez. El líder socialista quedó a comer con el expresidente en un restaurante madrileño, según adelantó El Confidencial. Ferraz se encargó de dejar claro que Sánchez pretendía tener una relación de “cordialidad” con todos los exdirigentes. “Felipe sigue pensando lo mismo, que Pedro está vacío”, comenta una fuente que tiene contacto con el expresidente.
Pero el varapalo llegó pronto: González comunicó a Sánchez su plantón a la escuela de buen gobierno a la que le habían invitado como plato fuerte para este sábado. Un viaje del expresidente a Portugal impide su presencia. No es el único, pero sí quien antes de la quiebra total en el PSOE pidió que se remara en favor del secretario general “como cultura de partido”.
Lo hizo en un acto de precampaña en 2015, pero esta vez la convocatoria del PSOE no le impide su viaje. La escuela con la que Sánchez quería “visualizar la unidad recompuesta” quedará lejos de ese objetivo. Tampoco Alfredo Pérez Rubalcaba asistirá. En el anuncio de las jornadas, el secretario general dio por hecha su presencia.
Sin embargo, Rubalcaba asegura que no llegó a confirmar su presencia al secretario de Organización, José Luis Ábalos, que fue el encargado de llamarle, sino que le pidió el programa en el que le habían reservado una conferencia sobre 'fake news' que finalmente pilotará el periodista Manuel Campo Vidal. Rubalcaba no escondió su malestar por el veto impuesto por Sánchez a la que fue su número dos, Elena Valenciano, para liderar a los socialdemócratas en el Parlamento Europeo.
Solo Zapatero ha participado en las jornadas con una conferencia sobre negociación política. La inauguración ha sido deslucida ante apenas 400 personas. Ábalos ha agradecido el pasado de los gobiernos socialistas como el de Felipe González que “lamentable no podrá estar con nosotros” y ha puesto en valor, eso sí, la presencia de Joaquín Almunia y Javier Solana como “representantes de esos gobiernos”. Solana se reunió recientemente con el secretario de Relaciones Internacionales de la Ejecutiva, Héctor Gómez.
Ábalos también reconoció la labor de los presidentes autonómicos socialistas al frente de los ejecutivos regionales. Pero tampoco la escuela les ha convencido. El evento ha arrancado con la constancia de que ni el valenciano Ximo Puig ni el asturiano Javier Fernández asistirán a la mesa redonda que Ferraz les endosó sobre modelo federal el sábado a las 19 horas.
“Me parece bien que el PSOE plantee un acto de esa naturaleza para recuperar la unidad y conciliar posiciones. Pero esa intención pierde verosimilitud cuando se adopta una decisión como la de Elena Valenciano. Da la sensación de que se trata menos de un gesto que de una estrategia. Así, la política se convierte en un juego de apariencias. Creo sinceramente que eso no es bueno”, criticó el presidente de Asturias en una entrevista en El Mundo.
A 48 horas de que les toque el turno a los presidentes autonómicos en Ferraz, no tenían aún la confirmación de Susana Díaz. En la dirección socialista dan por hecho que la líder andaluza no asistirá, por lo que solo cuatro de los siete presidentes que tiene el PSOE abordarán el modelo federal. El PSOE tiene aún lejos la “visualización de la unidad” que pretendía Sánchez.