La relación de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias ha dado más vueltas que vidas políticas ha tenido el presidente. El líder socialista se hizo con las riendas del PSOE por primera vez en 2014 en un momento de encrucijada para el partido centenario, a quien le salió en las europeas un serio competidor por la izquierda. Casi cinco años después, el escenario es casi el opuesto: Sánchez prácticamente cruza los dedos por que el que ha sido su “socio preferente” en estos nueve meses de Gobierno no se hunda para que no lo hagan tampoco sus expectativas de seguir en Moncloa. El candidato socialista ha trasladado la buena sintonía que ha tenido con Iglesias en las últimas fechas a la campaña.
Muy lejos ha quedado aquella declaración de intenciones de un recién elegido secretario general del PSOE que aseguraba que no pactaría “con el populismo” en referencia a Podemos, un partido que había nacido unos meses antes. Era 2014, Sánchez acababa de acceder al liderazgo del PSOE y algunos barones le reprocharon entonces que centrara su competencia con Iglesias –a quien veían como potencia socio– y no se ocupara de hacerle oposición al PP.
Sánchez quería tratar entonces de frenar la fuga de votos hacia su recién nacido competidor. Según fue pasando el tiempo y ante los comicios autonómicos de 2015 que pronosticaron que serían necesarios los pactos entre las dos formaciones para derribar al PP, el tono se rebajó. Sin embargo, ante la cercanía de las generales los ataques mutuos volvieron a ser duros y Sánchez trató de situar a Podemos en un extremo para intentar captar un voto más moderado: “Pablo Iglesias tiene que salir del armario y decirlo: sí, soy comunista”, dijo entonces Sánchez. También le atacó por haber abandonado IU para formar otro partido: “Alberto Garzón tiene más convicciones que algunos que salieron de IU y montaron un partido que es Podemos”, llegó a decir.
Ahora el PSOE evita meterse en las crisis internas que ha atravesado Podemos en los últimos meses y las miran con preocupación, al igual que a su descenso en las encuestas. En Moncloa han asumido que están condenados a entenderse con Unidos Podemos si Sánchez quiere seguir en el poder y temen que un posible hundimiento en las urnas que auguran algunos sondeos aleje esa posibilidad. “Esperamos que pueda fidelizar su electorado para que la composición de la Cámara sea de izquierdas”, dice una ministra de Sánchez.
Atrás han quedado los reproches de Sánchez a Iglesias por dejar que siguiera gobernando Rajoy y que fue el eje de su campaña en las últimas generales. En aquella contienda, atemorizado por el sorpasso, el PSOE llegó incluso a presionar a IU para que se presentara en solitario y no en confluencia con Podemos. Ahora, los socialistas temen que la atomización de la izquierda lastre sus opciones de gobierno, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid.
Sánchez considera que ha crecido todo lo que puede por la izquierda y que ahora recibe voto de Ciudadanos por la decisión de Albert Rivera de imponerle un veto. Su estrategia pasa por no cometer ningún error y tratar de quedar el primero con mucha distancia sobre sus competidores para que no quede ninguna duda de que tienen que hacerle presidente. “Tenemos que conseguir una base amplia que nos permita tener diferentes combinaciones”, dice una ministra que no hace ascos a recibir el apoyo de Ciudadanos en una investidura.
En esa táctica, los socialistas quieren evitar la desmovilización de la izquierda por dar los comicios por vencidos ante la buena marcha de las encuestas y el mensaje se centra en airear el fantasma de la extrema derecha. “Si la derecha suma, la derecha gobierna”, resumió la número dos del PSOE, Adriana Lastra, la semana pasada.
Sánchez ignora por completo a Unidos Podemos en sus intervenciones públicas. Por ahora el presidente ha llevado a cabo una campaña bunkerizado en la que sus apariciones se limitan a actos institucionales de Gobierno y mítines en los que coloca el mensaje que quiere. Iglesias está fuera del discurso de Sánchez.
“Necesitamos que Podemos movilice”
“No hay ningún pacto de no agresión”, dice un colaborador del presidente, que señala que la campaña se centra en defender los logros del Gobierno, anunciar lo que hará si revalida el cargo y también advertir del riesgo real de que el PP recupere el poder auspiciado por Vox.
A la vez admite que Podemos tampoco está siendo “muy hiriente” en los temas que está tocando y reprochando al PSOE. De hecho, otras fuentes socialistas dan por hecho que Iglesias puede aglutinar un voto de izquierdas anti-PSOE que jamás les votaría y reconocen que prefieren que esté en el que ha sido su socio que en la abstención. “Hay una línea de la izquierda que va directa a Podemos. Necesitamos que Podemos movilice y está en ello”, expresan fuentes del Comité Electoral.
Iglesias volvió de su permiso de paternidad con un duro discurso también contra los socialistas. Podemos ha pasado página de la estrategia de no confrontación con Sánchez en 2016, cuando Iglesias le llegó a decir durante un debate al líder del PSOE que él no era el adversario, sino que lo era Mariano Rajoy.
“No hay que proclamarse presidente antes de tiempo”, le ha advertido ahora el líder de Podemos, que reivindica el voto para su formación bajo el argumento de que es la forma de obligar a los socialistas a virar su Gobierno hacia la izquierda. Esa estrategia de erigirse en “guardián de las esencias” de la izquierda no preocupa en Moncloa, según reconocen en el equipo de Sánchez.
En el único tema en el que sí han entrado los socialistas es en el de las acusaciones de Iglesias al Gobierno por haber mantenido las “cloacas” policiales que presuntamente le espiaron. “Los más perjudicados fuimos los socialistas”, le respondió José Luis Ábalos. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, mostró mayor enfado y negó que la policía política siguiera actuando: “Ya no existen cloacas”, defendió con vehemencia. “No se puede decir que las cloacas siguen con el PSOE y luego no dar más datos”, comentó también molesta la titular de Defensa, Margarita Robles.
El PSOE se ha defendido en ese tema: “No existe”, sentenció la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, sobre las acusaciones de que algunos de los los agentes implicados siguen campando a sus anchas por el Cuerpo. Los socialistas dan la razón a Podemos, pero han pasado de puntillas por el asunto intentando zanjar la polémica.
Sánchez tuvo que pronunciarse en una entrevista en Informativos Telecinco en la que replicó a Iglesias que no puede expulsar a los agentes implicados en la policía política porque siguen siendo funcionarios hasta que haya “sentencia firme”. “Todas las personas que han estado involucradas en este turbio asunto van a pagar hasta las últimas consecuencias”, respondió a Iglesias, a quien no quiso garantizar, como reclama, presencia en el Ministerio del Interior, convencido de que su intención es repetir un Gobierno del PSOE con independientes,
No hay plan de ataque
Más allá de este tipo de polémicas puntuales, no está planificado pasar al ataque contra Podemos. Por ahora, en la única entrevista que ha concedido en los últimos días, el presidente solo ha aludido a la división de Iglesias y sus confluencias. “Aspiro a gobernar en solitario y a tener una mayoría parlamentaria que me lo permita, entre otras razones porque Ciudadanos nos ha puesto un cordón sanitario, y a la izquierda del PSOE lo único que se está viendo es la fragmentación”, expresó en El Periódico de Catalunya.
Ni “populistas”, ni “comunistas”, ni “fraude”, ni desconfianza, ni pinza. Es más, los portavoces de Sánchez sí se atreven a mostrar su simpatía hacia Podemos, a quien no dudan de calificar como socio leal. La vicesecretaria general del PSOE restó importancia a los ataques que Iglesias había comenzado a deslizar contra Sánchez en su regreso a la primera línea política.
“Quitando alguna discrepancia muy concreta, Unidos Podemos ha sido un socio muy leal. Así lo hemos dicho siempre y así lo ha dicho el presidente. En la reaparición de Pablo Iglesias después de su merecido derecho de permiso por paternidad y en su discurso se entrevé que estamos en campaña electoral y que muchas de las cosas que dice responden a esa campaña”, zanjó Lastra.
También el secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, ha dejado entrever que su preferencia para seguir en el gobierno es aún Unidos Podemos. Tras la polémica por una entrevista en El Español en la que se decantaba por el apoyo de Ciudadanos frente al de los independentistas, el socialista ha tratado de zanjar el asunto: “La pregunta no me daba opciones. No me dijo entre independentistas y Podemos o Partido Popular. Me dio a elegir entre dos –afirmó en una rueda de prensa este lunes–. He oído a alguno decir: 'Prefiere a Ciudadanos y no a nosotros'. No, no. Si me hubiera preguntado de otro modo yo hubiera elegido a otro”.
El PSOE trata de rehuir los pactos postelectorales, pero el deseo de los socialistas es ganar con holgura las elecciones y que la aritmética parlamentaria le permita gobernar (en solitario) con Unidos Podemos y PNV para gobernar. Por el momento, ninguno de los sondeos publicados pronostica ese resultado y Sánchez no quiere que le pase factura en ningún flanco dejar entrever una preferencia.