Pedro Sánchez encara su investidura convencido de la dificultad de evitar nuevas elecciones

El Congreso pone en marcha la investidura imposible que Pedro Sánchez quiere usar para preparar el terreno de unas nuevas elecciones que todos dan ya por seguras. La segunda temporada del serial de la investidura se da por segura en todo el arco parlamentario y parece improbable que nadie varíe demasiado su ubicación actual. Solo un paso atrás de Rajoy podría abrir el camino a la configuración de nuevos espacios de encuentro aunque nadie, por el momento, valora en el Parlamento la posibilidad de esa opción.   

El candidato socialista, mientras tanto, continuará desarrollando su personaje de buscador de acuerdos. Se trata de interpretar un papel que le llevará a decir desde la tribuna que “los ciudadanos piden una solución”. La frase, no exacta ya que el discurso todavía se está trabajando, se pronunciará en los primeros minutos de intervención. El del PSOE quiere usar hasta el último minuto el traje de candidato que se ha confeccionado en el Palacio de la Zarzuela, tras la negativa de Rajoy de salir a escena. 

“Todo el mundo sabe cómo va a acabar esto”, asegura un veterano exministro socialista para quien lo que se prepara en el Congreso no es más que un “debate falso”. Entre los veteranos continúan veladamente las críticas contra la estrategia del PSOE y el intento de dibujar la existencia de una pinza entre Podemos y el PP. En este ámbito se señala que el líder socialista ha intentado buscar un acuerdo imposible y que tras la investidura fallida se comprobará que lo único viable era un pacto PSOE/PP o un acuerdo a la izquierda, con la dificultad añadida de tener que buscar el apoyo de independentistas. 

El PSOE ha preparado el terreno para garantizar el máximo protagonismo de Sánchez. En la primera sesión, solo hablará el líder socialista y los turnos del resto se dejan para la jornada del miércoles. El PP ya ha improvisado una reunión de su grupo parlamentario tras el primer tramo del debate como coartada para un Mariano Rajoy que no está dispuesto a perder sus minutos en los informativos de la noche. Es de suponer que el resto de formaciones hará algo parecido y que, como tantas veces durante este proceso, parte del debate se produzca a través de los medios de comunicación.   

Ciudadanos marcará distancias con el PSOE, pero lo hará de manera sutil: Albert Rivera venderá su papel institucional de hombre de consenso, al tiempo que realizará advertencias a Sánchez para que desista de incorporar barajas en la partida sin avisar al resto de jugadores.  

En cuanto a Podemos, el protagonismo será prácticamente total para Pablo Iglesias. Las intervenciones de los portavoces de las confluencias serán mínimas y solo se producirán en los primeros turnos de intervención. Las alocuciones de cierre del martes y el debate del viernes serán para el líder de la formación morada. De poco ha servido el gesto del PSOE de enviar documentos de acuerdo diferenciados para En Marea y En Comú. En el equipo de Iglesias habrá una sola voz y no se espera disenso a la hora de votar.   

Las 48 horas que median entre la primera y segunda votación tampoco servirán para nada. Nadie espera un acuerdo de última hora entre PSOE y Podemos. Así lo aseguran fuentes del grupo parlamentario socialista que dan por hecho que el único escenario posible es el de nuevos comicios. Lo único a lo que aspira el PSOE en estos momentos es a una abstención de Compromís, que solo se produciría como símbolo si su efecto es irrelevante. 

Dos meses más de lo mismo

Tras la votación del viernes, se abre un tiempo nuevo en el que el rey tendrá que hacer su tercera ronda de contactos. Zarzuela exigirá a quien quiera formar Gobierno que lleve un acuerdo hecho. Es la condición para que Felipe VI dé un nuevo nombre, tal y como publicaron los medios de Colpisa el 18 de febrero, citando fuentes de Zarzuela. 

Aquí es donde radica la complejidad a la que Podemos y PSOE se van a enfrentar de nuevo. A pocas horas de iniciarse la investidura fallida, Íñigo Errejón insistía en que “hay condiciones para un Gobierno de cambio”, en referencia a los acuerdos que se podrían alcanzar tras el primer fracaso de Sánchez. En el PSOE no se creen el argumento e insisten en que “Podemos quiere nuevas elecciones”.  

Los socialistas afirman que su pacto con Ciudadanos no caduca y, por tanto, su posición negociadora, tampoco. Con estos ejes nada hace pensar en la posibilidad de investir un presidente, salvo que Rajoy dé un paso atrás.

Ante la dificultad del escenario, el equipo de Pedro Sánchez se muestra satisfecho por los réditos obtenidos a lo largo del proceso. El secretario general socialista salió de la jornada electoral seriamente dañado por los peores resultados de la historia de su partido. En Ferraz creen que “ha crecido enormemente” durante estos dos meses, además de la paz interna que Sánchez ha conseguido apoyándose en la militancia. La repercusión mediática obtenida hace que los dirigentes socialistas no teman ya unas nuevas elecciones, que hace solo 60 días se consideraban como el peor escenario posible.