El momento que tanto esperaba el Partido Popular. Sus dirigentes se hubieran conformado casi con cualquier cosa, pero el testimonio de Víctor de Aldama colmó sus expectativas. Consumido el efecto placebo que suponía el intento de bloquear la carrera europea de Teresa Ribera, necesitaban algo más para que la gente no piense en Valencia o, más específicamente, en Carlos Mazón. El 'aldamazo' renueva el fondo de armario para seguir atacando a Pedro Sánchez y el PSOE y además lo mejora. No se han aportado pruebas de lo que afirma el comisionista, pero eso es aún mejor para el PP. Donde no llegue el testimonio, llegará la imaginación de los denunciantes.
Aldama intentó el jueves rentabilizar su declaración. El mismo día en que la realizó. Solicitó al juez de la Audiencia Nacional que le envió a prisión preventiva por la investigación de una estafa millonaria que lo ponga en libertad condicional en atención a su colaboración con el otro juzgado responsable del caso Koldo. Las confesiones de delitos no sirven de mucho a un juez instructor si no están acompañadas de soporte documental. Incluso así, la Fiscalía Anticorrupción estaba contenta, tanto que no tardó más que unas pocas horas en pedir al magistrado que se le concediera la petición.
Aldama salió de la prisión de Soto del Real por la noche en plan gallito. “Que no se preocupe el señor Sánchez, que va a tener pruebas de todo lo que se ha dicho”, dijo a los periodistas antes de meterse en un coche. Había sido un día muy fructífero para él.
Lo que sí muestra su declaración es una explicación del enriquecimiento de los otros implicados a los que dice haber entregado 250.000 y 100.000 euros. José Luis Ábalos y Koldo García tienen un problema añadido. Si no pueden justificar determinados ingresos o pagos hechos por ellos, el instructor puede considerar que la versión de Aldama sobre los sobornos es plausible y suficiente para llevar el caso a juicio.
La declaración acerca el momento en que el caso tenga que trasladarse al Tribunal Supremo por el aforamiento del exministro. Ábalos difundió un breve comunicado con el que rechazó “las acusaciones difamatorias” a las que responderá “en sede judicial cuando sea interrogado”.
Políticamente, tienen más peso –político, no jurídico– las referencias a Pedro Sánchez. Aldama afirma que el presidente pidió conocerle, que se vieron brevemente tras un mitin socialista en 2019 en Madrid y que le dio las gracias por lo que “estaba haciendo” en México. Él era entonces cónsul honorario de España en México y consejero de Globalia, la corporación propietaria de Air Europa.
Ese momento es el de la foto de ambos que apareció hace unas semanas en la portada de El Mundo. Ahora está más claro cómo llegó al periódico. Eso aumentará los temores en el PSOE, pero también pueden pensar que si esa imagen y esas palabras son lo único que Aldama tiene contra Sánchez, significa que tampoco tiene mucho.
Sánchez estuvo por la tarde en el Congreso para votar el paquete fiscal pactado con sus socios. “Todo lo que ha dicho este señor es categóricamente falso. Su estrategia de defensa es la mentira”, dijo sobre Aldama, al que también llamó “presunto delincuente”. Casi se lo tomó a broma: “Menuda inventada”. El presidente hizo lo posible para aparentar estar tan relajado en estos momentos como si acabara de volver de las vacaciones.
Aldama también ha apuntado contra el ministro Ángel Víctor Torres y Santos Cerdán, número tres del PSOE. En este caso, la cantidad de la que habla es tan pequeña que plantea serias dudas sobre la credibilidad del denunciante. No hay que ser un cínico para saber que si un político decide corromperse y arriesgarlo todo no lo hace por 15.000 euros (según esa versión, Koldo García entregó a Cerdán el dinero en presencia de Aldama). Lo presenta como una parte de la mordida que le correspondería por contratos circunscritos a Euskadi y Navarra. Si quería implicar también al sucesor de Ábalos en el partido, debería haber puesto sobre la mesa una historia mejor. Es decir, una cifra con más ceros.
Lo mismo se podría decir de la mención a un pago en efectivo realizado al jefe de gabinete de la vicepresidenta María Jesús Montero. En su caso, 25.000 euros. También hay una mención a reuniones con Teresa Ribera, que está de moda en los argumentarios de la derecha, y Begoña Gómez, cuya presencia ya es constante en las denuncias de la oposición. Todo ello a cuenta de reuniones sobre la España vaciada –este detalle no deja de ser entrañable– que no se sabe qué relación pueden tener con una trama corrupta.
El mayor error de Aldama fue incluir una historia bastante esperpéntica sobre la visita abortada a España de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en enero de 2020. Según su relato, se ocupó de encontrar un chalé para la estancia de Rodríguez y la celebración de una cena en la que estaban invitados no sólo Ábalos, sino también Sánchez en persona y otros cuatro miembros del Gobierno. A saber, Marlaska, Montero, Illa y Ribera. Con unos pocos asistentes más, ya tienes medio Consejo de Ministros.
La idea de que Sánchez iba a homenajear con una cena tan concurrida y en secreto a una vicepresidenta extranjera que tenía prohibida la visita a un país de la UE sólo un año después de reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela es tan fantástica que parece estar redactada por la persona que escribe los discursos de Feijóo. Y pretendían mantenerla en secreto con todos los escoltas que estarían en la zona y una delegación del país cuyo Gobierno había sufrido una apoplejía al conocer el apoyo de Sánchez al líder de la oposición.
Otro elemento poco creíble es la afirmación de Aldama de que Koldo García le había dicho que Marlaska había enviado al CNI y a la Policía “a revisar la casa”. El ministro de Interior no tiene ninguna autoridad sobre el CNI. Además, la Policía ya cuenta con la capacidad suficiente como para revisar la seguridad de un chalé y comprobar si hay micrófonos o cámaras escondidas. Pero incluir a los espías en la jugada siempre da más misterio a la historia.
El Partido Popular no tardó mucho tiempo en montar una fiesta tras conocerse las revelaciones de Aldama. Alberto Núñez Feijóo convocó a los periodistas en el Congreso para mostrar su indignación y ofrecer a varios grupos parlamentarios la típica propuesta que sí podían rechazar. "Yo no tengo los votos para cambiar al Gobierno –dijo sobre una hipotética moción de censura–, pero si alguno de los socios quiere acabar con todo esto, estoy a disposición para abrir una nueva etapa en nuestro país” y “acabar con esta agonía”.
Jon Iñarritu, de EH Bildu, le respondió en Twitter con una frase y un emoji: “Nadie en su sano juicio iría de la ”agonía“ al infierno. ð”.
El sentido de la oportunidad de Feijóo quedó una vez más en evidencia. Presentaba esta petición condenada al fracaso el mismo día en que el Gobierno consiguió que saliera adelante, no sin problemas, el paquete fiscal que se le había atragantado en las últimas semanas. La aprobación allana el camino hacia unos nuevos presupuestos. De conseguirlos, en teoría aspiraría a culminar la legislatura casi hasta el final.
Evidentemente, el PP desea que Aldama consiga que eso no sea posible. Va a necesitar un guion con más momentos electrizantes, y si es posible alguna prueba, para su próxima comparecencia en un juzgado.