Más de dos horas de registros e interrogatorios en Barajas. Es lo que pasaron el eurodiputado de Podemos Miguel Urbán y su colaborador Juan Peris antes de tomar un vuelo con destino a Tel Aviv.
“Me estuvieron interrogando casi tres horas en Barajas antes de salir”, explica Urbán: “El vuelo era de Iberia con la compañía israelí El Al-Israel Airlines”.
Urbán afirma que enseñó “el pasaporte diplomático de la UE”, sin que surtiera ningún efecto, y que tenían una foto suya. ¿Quiénes eran? “Se identificaron como de seguridad de la embajada”.
Peris sostiene que lo que sucedió “es sólo el eslabón ”ibérico“ de una cadena de seguridad y represión infernal establecida con claros fines de control y sometimiento del pueblo palestino por una parte, y de disuasión a los curiosos y críticos por la otra”.
El viaje fue en la semana siguiente a Semana Santa, un periodo sin actividad parlamentaria europea. “Iba con la finalidad de visitar Jerusalén, el valle del Jordán y Hebrón para reunirme con Naciones Unidas, UE, ONG, organizaciones israelíes y palestinas de derechos humanos”, explica Urbán: “No iba en misión parlamentaria, pero la hacía con otra parlamentaria portuguesa socialista, dos irlandeses y un británico”.
“No me dejaron hacer el check in por internet”, recuerda, por lo que llegó con bastante antelación al aeropuerto: “Al llegar al mostrador de la aerolínea, nos separaron para hacernos una entrevista personalizada que hacían a todos los pasajeros que no tuviéramos pasaporte israelí, en la T4 de Barajas. Después de las primeras preguntas, llaman a otra persona para hablar conmigo”.
“Vino un señor que se identificó como jefe de seguridad de la embajada”, explica Urbán: “Me identifiqué, le mostré el pasaporte diplomático europeo, que no es el que uso para viajar, y me empieza a preguntar por la agenda que iba a tener en Israel, qué iba a hacer, qué palestinos, israelíes conocía, qué países árabes había visitado... Y me dijo: Eres peligroso para la seguridad del Estado de Israel, porque Podemos no es amigo de Israel y podía llevar armas, bombas o cualquier cosa”.
“Después”, explica Urbán, “vino otro señor, que también se identificó como jefe de seguridad de la embajada, con las mismas preguntas. Y luego vino un tercero, que también dijo ser jefe de seguridad de la embajada y con las mismas preguntas”.
Después de hora y media, recuerda Urbán, les dejaron a él y Peris hacer el check in. Pero, después del control de pasaportes, les condujeron “a un sótano donde había una división entera de seguridad israelí. Había al menos seis trabajadores isrealíes, televisión en hebreo, sala de espera y diversos controles. Controlaban todas las maletas que subían al avión. Y nos hicieron un control personalizado a Juan y a mí, controlados por los guardias de seguridad de Israel, nos quitaron el móvil, el ordenador, escáneres, control de todo. Había una guardia civil. También pasaron por ahí cuatro curas latinoamericanos que venían de Colombia que les hicieron pasar el mismo control, pero menos exhaustivo. Y también había tres árabes isrealíes que los bajaron aunque tenían pasaporte israelí”.
Después de los cuatro días que pasaron en Israel y Palestina, una historia parecida se repitió para salir del país: “Interrogatorio, control durante dos horas y pico, pasillo de escáneres personales. En cuanto vieron mi pasaporte con todos los sellos –Turquía, Siria, Argelia–, me hicieron un interrogatorio, aunque más laxo que a la ida, fue más rápido. Siempre nos lo hacían a Juan y a mí por separado, para contrastar lo que decíamos cada uno”.
“Es una práctica común de acoso sistemático a todos los observadores, incluidas ONG”, concluye Urbán.