“Puta”, “chochito” y “chacha” son algunos de los calificativos que las mujeres dedicadas a la política soportan de manera constante en las redes sociales. Sin importar su signo político, las políticas reciben desde amenazas en la puerta de sus casas o en Internet hasta vejaciones de sus propios compañeros de profesión y artículos degradantes en los medios de comunicación.
Entre las tensiones políticas y sociales que rodean al referéndum independentista, los diputados de la CUP han recibido pintadas amenazantes. La portavoz de la CUP en el Parlament, Anna Gabriel, además de recibir amenazas de muerte, ha sido el blanco de insultos machistas.
Para una usuaria en Facebook, la participación de Inés Arrimadas en un debate televisivo a principios de septiembre merecía la “violación en grupo”. Esta muestra de odio en las redes sociales costó el despido a la mujer. La concejala del Ayuntamiento de Madrid por Ciudadanos, Begoña Villacís, se encontró con un grafiti machista al salir de su casa.
Pero a veces, estos insultos llegan directamente de otros políticos. El concejal del PP en Galapagar (Madrid), Ángel Camacho Lázaro, tildó a Villacís de “fondona”. Extendió una disculpa a la concejala ante la respuesta colectiva de numerosos tuiteros bajo el hastag #YoTambiénEstoyFondona, .
En la biografía La Vicepresidenta de Soraya Sáenz de Santamaría, su compañero de partido Alfonso Alonso, actual presidente del Partido Popular vasco y exministro de Igualdad, escribía: “No va de mujer en su trabajo... Está bien casada”.
Esta no es la primera vez que un político se refiere a la vicepresidenta del Gobierno de manera sexista. El entonces concejal del Bloque Nacionalista Galego en Cambados (Pontevedra), Xaquín Charlín González, la llamaba “chochito de oro” por una factura de 40.000 euros en el ginecólogo. El edil presentó su dimisión tras la revuelta que causó su comentario.
A María Dolores de Cospedal, ahora ministra de Defensa, tampoco le han faltado los comentarios machistas de sus compañeros de profesión: “No tengo claro que Cospedal sepa pasar la aspiradora sin la chacha”, dijo el socialista Emiliano García–Page, presidente de Castilla–La Mancha.“No es malota sexualmente”, escribió en Twitter un edil de Izquierda Unida malagueño, Diego Díaz Jiménez.
Este no es el único caso en el que se ha asociado a una política con las labores del hogar, como si ambos estuvieran obligatoriamente vinculados. El concejal del PP en Palafolls (Barcelona), Óscar Bermán, aseguró el año pasado que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, debería estar “limpiando suelos y no de alcaldesa. Con todo mis respetos a las dignísimas limpiadoras”. También la calificó de “descerebrada llena de odio y fobias salvajes”.
En alguna ocasión se ha dado más importancia a la relación sentimental de una política que a su trabajo. Rafael Hernando, portavoz del grupo Popular en el Congreso, se dirigió a Pablo Iglesias durante la moción de censura de Podemos contra Rajoy para jactarse de que “hay quien dice que estuvo mejor Montero que usted, pero no diré yo esto porque no sé qué voy a provocar en esa relación”.
La indignación entre los diputados de Podemos, incluida la propia Irene Montero, que había sido la encargada de presentar la moción, se hizo notar en el Congreso.
Respecto a la misma pareja, Irene Montero y Pablo Iglesias, también se pronunció en sus redes sociales Ana Vázquez, diputada del PP por Ourense: “Hoy es un día importante para los novios de Podemos. Novia, Irene Montero, con zapatos de tacón; y novio, Pablo Iglesias, con chaqueta”.
La “importancia” de la ropa y el cuerpo de las políticas
En 2010 encontramos otro caso más para sumar a la lista. Javier León de la Riva, que en aquel momento era alcalde de Valladolid por el Partido Popular, dijo: “Cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo”, sobre la entonces ministra de Sanidad Leire Pajín. Cospedal, llegó a tachar de “lamentable” el comentario del alcalde, aunque agradeció las posteriores disculpas de León de la Riva.
Los periodistas pueden ser también responsables de estas actitudes machistas. Susana Díaz ha aparecido este martes en La Razón y ABC con motivo de su dieta y su cuerpo. “Tras la maternidad, Susana Díaz había ganado algunos kilos. Eso y la intensa agenda política de la presidenta de la Junta le habían obligado a usar ropa más holgada. Ayer, en su visita al puerto de Sevilla dejó sorprendidos a los asistentes con una figura esbelta que dejaba mostrar un favorecedor traje veraniego color blanco y amarillo, a juego con unos zapatos de tacón que combinaban el blanco, el amarillo y el negro”, suscribía el ABC.
El machismo no entiende de fronteras, y en varias ocasiones otras políticas han tenido que hacer frente a menosprecios. En 2012, la que fue ministra francesa de Igualdad de los Territorios y Vivienda, Cecile Duflot, acudió a la Asamblea con un vestido de flores. Cuando comenzó su intervención, varios diputados franceses comenzaron a silbar hasta que el presidente de la Cámara les llamó la atención.
Un escote fue, en el caso de la canciller de Alemania, Angela Merkel, motivo de burlas y chismorreos para la prensa alemana, que titulaba sus artículos: “Merkel saca pecho”, “Merkel enseña escote” y “¿Puede pavonearse de esto Alemania?”.
Además, su propio partido político, la CDU, utilizó esta imagen en la campaña electoral en Berlín. La canciller y la candidata aparecen en el cartel, que reza: “Tenemos más que ofrecer”.
La primera ministra británica, Theresa May, se reunió el pasado marzo con la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, para hablar de la futura situación de Escocia con respecto al Brexit. El Daily Mail titulaba con un juego de palabras: “Qué más da el Brexit, ¿quién gana al concurso de piernas?