Una de las principales lecciones extraídas por el PP del resultado del referéndum griego es que un posible acuerdo entre la Unión Europea y el gobierno de Alexis Tsipras refuerce a Podemos en las encuestas. De ahí que un día después del contundente apoyo de los griegos al “no”, las críticas contra Pablo Iglesias y los suyos se hayan recrudecido. El PP ha ido esta vez más allá de amenazar con que la presunta radicalidad de Podemos dará al traste con la incipiente recuperación económica. Ha agitado el miedo a un corralito en España si Iglesias llega a un acuerdo con el PSOE tras las próximas elecciones generales.
“Aunque es verdad que España no es Grecia, Grecia tampoco era así hace seis meses”, deslizaba este lunes Pablo Casado. De esa forma, insistía que la estabilidad de España pasa por mantener a su partido en el Gobierno tras las elecciones. Cualquier otra opción sería el desastre o, como afirmaba María Dolores de Cospedal ya antes de las elecciones europeas, “la nada”.
La imagen de los ciudadanos haciendo fila ante los cajeros automáticos es la estampa que el PP intenta asociar con un mayor apoyo al partido que lidera Iglesias. La respuesta de Casado ante la encuesta publicada en El País sobre el empate entre PP, PSOE y Podemos fue que “en Libertad Digital se ha publicado otra que nos da muy bien”.
La táctica del PP pasa por combinar dos mensajes. El primero es que nuestro país no se puede ver contagiado por los problemas de la economía griega gracias a las reformas y recortes implantados por el gobierno de Rajoy en 2012. El segundo incide en la estrategia del miedo y en dibujar un panorama de catástrofe si en España gobernara el partido hermano de Syriza o un PSOE apoyado por ellos.
En el PP se cuidan mucho de distinguir entre la población griega y su gobierno. Este lunes, Casado llegaba a calificar a los primeros como “nuestros compatriotas” y los compadecía por ser “víctimas” de la responsabilidad que sus gobernantes “hicieron recaer en ellos” al convocar la consulta del pasado domingo. El que fuera mentor y jefe directo de Casado se refirió al referéndum del domingo como un “instrumento de extorsión” y auguró para Grecia una situación “desesperada” si se imponía el “no”.
Después de que Rajoy también deseara el triunfo del “sí” para que cayera el gobierno de Tsipras y tener así “otro nuevo gobierno con el que negociar”, el PP se ha visto obligado a decir que respeta el resultado de las urnas. Dirigentes del partido reconocen que la situación griega obliga a “hacer equilibrios” entre el tono moderado para expresar la solidaridad con “las víctimas del pueblo” y atizar duro a todo dirigente “de izquierda radical que se mira en el espejo de Syriza”.
El mismo día, Luis de Guindos medía sus palabras después de la reunión del equipo económico del presidente e insistía en la disposición al diálogo. El representante de la nueva hornada de portavoces nombrada por Rajoy para encarar la campaña electoral remachaba que en política “cada uno busca a sus socios” y “ellos verán, pero es una mala compañía envolverse en la bandera del corralito”.
“Prometer lo imposibe y lo impagable conduce a la frustración y la miseria”, sentencia Casado. Un día antes, Rajoy había usado una frase parecida en la clausura junto a Aznar del campus de la FAES: “Prometen el cielo en la tierra y terminan empedrando el camino hacia la pobreza”.