“Allá usted. Seguro que en su casa no están muy contentos con lo que acaba de decidir. Allá usted”. La frase se la espetó Alberto Núñez Feijóo a Pedro Sánchez en la sesión de control del pasado 13 de marzo. El líder del PP reaccionó así a la petición del presidente del Gobierno de que le exigiera la dimisión de Isabel Díaz Ayuso por el fraude fiscal cometido y reconocido por su pareja. Feijóo no dio ningún nombre, pero ese día se hizo explícita una estrategia que la oposición había mantenido soterrada hasta entonces: poner el foco en la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, y las sospechas sobre sus relaciones empresariales y un supuesto tráfico de influencias del que le han acusado diferentes dirigentes populares pese a que no está judicializado de ninguna manera.
Aquel rifirrafe parlamentario giró alrededor del llamado ‘caso Koldo’, la trama de corrupción en la compra de material sanitario durante la pandemia que salpica al Gobierno central y que investiga la Audiencia Nacional. Sánchez recurrió para defenderse a la información, adelantada por elDiario.es, sobre los problemas fiscales de Alberto González Amador, pareja de la presidenta de Madrid. Un escándalo que hoy ha escalado por las relaciones del comisionista con el grupo Quirón y por las dudas sobre los pisos que el comisionista y Ayuso comparten.
Las palabras de Sánchez sobre Ayuso en el Pleno del Congreso sirvieron para que todo el PP se lanzase ya en tromba contra la esposa del presidente pese a que no se ha abierto investigación alguna contra ella, como tampoco contra destacados referentes del PSOE que la derecha ha marcado como objetivo a batir: la presidenta del Congreso, Francina Armengol, o el ministro de Política Territorial, Angel Víctor Torres.
La referencia a Begoña Gómez en boca de Feijóo llegó dos semanas después de las primeras informaciones que relacionaban a la esposa de Sánchez con el rescate público de Air Europa. La segunda aerolínea de España recibió cientos de millones de euros en préstamos del Gobierno tras el primer impacto de la pandemia para evitar la quiebra.
No fue la única compañía rescatada, pero El Confidencial ha publicado desde el pasado febrero en diversas informaciones supuestas relaciones de Gómez con Globalia (matriz de Air Europa), con sus dueños (la familia Hidalgo), y cómo ese trato (que ha pasado de ser profesional a ser catalogado como de “amistad” con el transcurso de los días) fue supuestamente clave en la autorización del rescate por parte del Consejo de Ministros presidido por su marido.
Algunas de esas informaciones han tratado de vincular el rescate de la segunda aerolínea española con el ‘caso Koldo’. Uno de los principales investigados en la trama de las mascarillas, Victor de Aldama, mantenía relaciones con la familia Hidalgo, propietaria de Globalia, y estuvo presente en reuniones en las que también estuvo Gómez. Algunas, un año antes de que se aprobase el rescate a Air Europa, y meses antes de que en China se detectara el virus SARS-CoV-2, que provocó la pandemia mundial.
El PP ha aprovechado la circunstancia para elevar el ‘caso Koldo’ de categoría. Es el ‘caso PSOE’ o el ‘caso Sánchez’, según convenga. Los de Feijóo hacen equilibrios para intentar no traspasar la fina línea que existe entre la denuncia de la corrupción y el ataque personal contra el presidente en la persona de su esposa. No siempre lo consiguen. Y, según aumenta la presión sobre Ayuso, se recrudece también el tono contra Gómez.
Para el PP son vasos comunicantes. Si un periodista pilla al número dos de Ayuso en el PP de Madrid, Alfonso Serrano, reunido en un bar con la todavía pareja de la presidenta madrileña, él replica en Twitter que al menos no estaba “en reservado de la Chalana ni en habitación de hotel como hace Begoña Gómez con empresarios que su marido rescata”.
Más allá de que Alberto González Amador está doblemente imputado por un tribunal madrileño, y que las reuniones de Begoña Gómez son previas a que se destapara el famoso ‘caso Koldo’ en cuyo sumario no se menciona en ningún caso a la esposa de Sánchez, la estrategia del PP con el uso de la esposa de Sánchez es evidente.
“Hay que dar explicaciones no solo de qué ha pasado con esa trama de compra de mascarillas y mordidas, sino saber cuál es el papel que juega el presidente del Gobierno, si ha habido caso de tráfico de influencias que ha beneficiado a determinadas empresas con las que colabora la mujer del presidente del Gobierno”, dijo el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, esta misma semana en una entrevista.
Semanas antes, en una rueda de prensa en el Congreso, Tellado se preguntó si “conocía Pedro Sánchez las reuniones de su esposa con el consejero delegado de Globalia”. Y añadió: “¿Influyeron las relaciones personales de su esposa en el rescate de la compañía Air Europa? Lamentablemente, desde nuestro punto de vista, creemos que la respuesta es sí. ¿Con qué otras empresas, ayudadas por el Gobierno, ha tenido relación la esposa del presidente del Gobierno?”.
En su día, el PP apoyó el rescate de Air Europa e incluso lo consideró insuficiente porque, en su opinión, otras empresas recibieron más dinero por trabajador.
En la misma rueda de prensa Tellado intentó escapar de las preguntas sobre Ayuso: “Es tremendamente machista que se le pida a una mujer que responda por lo que ha podido hacer su pareja hace cuatro años”. En su opinión, el escándalo que acorrala a la presidenta de Madrid forma parte de la estrategia del PSOE “para confundir a los españoles y proteger al presidente y a su mujer”.
Las cartas de recomendación
El PP denunció a Pedro Sánchez ante la Oficina de Conflicto de Intereses por no ausentarse del Consejo de Ministros que aprobó el rescate, entre otras, de Air Europa. Según publicó El Confidencial, Begoña Gómez habría pactado una inversión de 40.000 euros al año de Air Europa para el IE Africa Center, un centro enmarcado en el Instituto de Empresa. El convenio se firmó en enero de 2020, antes de la pandemia. Y nunca se puso en marcha, precisamente por la crisis sanitaria. Es decir, los 40.000 euros prometidos no llegaron.
El citado medio ha hablado en estas semanas de “reuniones secretas” celebradas en las sedes oficiales de la compañía o del Instituto de Empresa, donde Gómez dirigió hasta 2022 el llamado African Center. Otros encuentros dejaron rastro fotográfico, como un encuentro en Fitur en 2019.
También El Confidencial ha publicado otro teórico caso de corrupción relacionado con los negocios de Begoña Gómez y la acción del Gobierno que preside su marido, aunque nuevamente no existe una sola acción policial o judicial al respecto.
Tras salir del IE, la esposa de Sánchez pasó a codirigir un máster en la Universidad Complutense de Madrid. Una de las personas que teóricamente la ayudó a organizarlo, se presentó después a varios concursos para optar a licitaciones públicas a través de una UTE. En el proceso de selección presentó cartas de recomendación. Dos de ellas estaban firmadas por Begoña Gómez como codirectora del máster en el que uno de los empresarios colaboraba.
Las cartas, siempre según estas informaciones, habrían sido clave para que las empresas se llevaran varios millones de euros en contratos públicos. El organismo que licitó los contratos (Red.es, dependiente del Ministerio de Economía que entonces dirigía Nadia Calviño) desmintió en un comunicado que las cartas tuvieran relevancia en la concesión de los lotes a la UTE del empresario relacionado con Gómez.
Las cartas firmadas por la esposa de Sánchez no eran originales, sino una plantilla que la UTE distribuyó entre diferentes organismos y empresa con las que habían colaborado. Por ejemplo, la gerente de la Agencia para el Empleo del Ayuntamiento de Madrid firmó una exactamente igual a la de Gómez.
Para el PP se trata de “tráfico de influencias conyugal”. Y los de Feijóo tienen intención de golpear a Sánchez con este caso todo lo que puedan. “Si no responde, le haremos responder. Si tiene que ser en la comisión [de investigación], tendrá que ser”, dijo el líder de la oposición esta misma semana en una entrevista en Antena 3. Preguntado sobre la esposa, no lo descartó del todo. “No tengo interés”, dijo. Pero añadió inmediatamente: “La mujer del presidente del Gobierno tendrá que dar cuenta de lo que hace, de sus actividades económicas, de las actividades comerciales que consigue posteriormente a ser la mujer del presidente del Gobierno”. Y advirtió: “Y dará cuenta”.
Feijóo reiteró la idea, para que la amenaza fuera evidente: “No me gusta llamar a la mujer del presidente, no se lo oculto. No me gusta, no es mi forma de hacer política, no es mi estilo. Pero es evidente que hay que dar explicaciones a los españoles y si no las da, nosotros adoptaremos la decisión que consideremos más oportuna en defensa de los derechos democráticos y en defensa del derecho de los ciudadanos a saber qué ha ocurrido desde el punto de vista económico, comercial, de influencias, de intereses”.
También en el Congreso deslizó en marzo una posible investigación parlamentaria por este asunto que el PP lanzaría en el Senado, donde tiene mayoría absoluta. Una guerra fría usando las cámaras que forman las Cortes Generales inédita hasta ahora en democracia.