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El Partido Popular de Pablo Casado mantiene una visión contradictoria acerca de la posibilidad de conformar un Gobierno con el PSOE, la conocida como gran coalición, después de las elecciones del próximo 10 de noviembre. Si los comicios los vuelven a ganar los socialistas, la dirección del PP descarta por completo apoyar “por acción o por omisión” un Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez. Ahora bien, en el caso de que los populares obtengan un escaño más que el PSOE, fuentes de la dirección del PP de la más alta responsabilidad explican que Casado sí estudiará un Gobierno de coalición con los socialistas y les exigirá su apoyo o abstención para la investidura.
Este doble discurso de los populares se produce en plena discusión interna sobre si el partido que preside Pablo Casado debería facilitar un Gobierno de Sánchez en el caso de que el resultado del 10N sea similar al del 28A, siempre con el objetivo de evitar el bloqueo institucional que vive la política española desde hace más de seis meses.
A mediados de septiembre, cuando aún no se habían convocado oficialmente los nuevos comicios, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, uno de los barones más críticos con la dirección de Casado, lanzó un dardo a la clase política estatal y al líder de su partido al respaldar una gran coalición con el PSOE. “Si en España no tuviésemos una serie de políticos adolescentes a los que les hemos dado un Ferrari de 47 millones de pasajeros y están a punto de estrellarlo, si tuviésemos hombres de Estado, estoy seguro que podría haber un Gobierno de coalición”, dijo Feijóo en una entrevista en el diario ABC.
El presidente gallego recibió una respuesta inmediata del líder del PP, que reiteró su 'no' a facilitar cualquier acuerdo con los socialistas: “Sánchez jamás ha querido el apoyo del PP porque no ha ofrecido una gran coalición como la que ofrecimos en 2015. El problema es que jamás le ha interesado ningún tipo de acuerdo con el PP”, dijo Casado una semana después.
caralladasEl debate vuelve a estar ahora encima de la mesa ante las encuestas que apuntan a una nueva situación de bloqueo por la falta de mayorías claras el 10N. Este lunes, sin embargo, Casado descartaba cualquier acuerdo con Sánchez durante una entrevista en EsRadio. “Yo ya lo dije ayer [por el domingo] en Galicia, y con una expresión gallega: dejémonos de caralladas de grandes coaliciones y abstenciones técnicas y vamos a salir a ganar”.
Fuentes de su equipo matizaban posteriormente que lo que quiso decir Casado es que “no hay ninguna posibilidad de ofrecer una coalición al PSOE” y que el PP “nunca facilitará la investidura de Sánchez” siempre en el caso de que los socialistas –como auguran todas las encuestas– vuelvan a quedar por encima de los populares en votos y escaños. Pero si, por el contrario, el PP queda en primer lugar, Casado sí podría ofrecer, en cambio, al PSOE entrar en un Ejecutivo de gran coalición, según las citadas fuentes de la dirección popular.
El debate existe en las filas de la formación conservadora desde hace meses y vuelve a salir ahora a la luz cuando Casado se enfrenta a una complicada estrategia de campaña: por un lado, trata de presentarse como adalid de la moderación para lograr los votos de anteriores simpatizantes del PP fugados a Ciudadanos, tras meses girando a la derecha; por otro, se reivindica como la única fuerza de derecha capaz de ganar a Sánchez y reclama volver a las “esencias” para intentar captar los apoyos de Vox.
Este doble juego se ha reflejado en la elaboración de las listas electorales para el 10N, en las que finalmente Génova sí ha realizado cambios significativos. Ha sustituido a doce de los 51 cabezas de lista que presentó el 28A. Especialmente reseñable es la modificación de la candidatura de Madrid: Casado ha colocado como su número dos a la exministra y expresidenta del Congreso Ana Pastor, muy cercana a Mariano Rajoy y considerada, por tanto, del sector más moderado del partido. Adolfo Suárez Illana queda relegado al tercer puesto (fue el dos el 28A).
El líder del PP ha incorporado a la lista, en cambio, a conocidos aznaristas. La número cuatro será Elvira Rodríguez, exministra de José María Aznar y el quinto puesto le corresponde a la exministra de Rajoy Isabel García Tejerina. Otras dos novedades son la inclusión del exdirector del Gabinete del propio Aznar en la Moncloa, Carlos Aragonés, y Gabriel Elorriaga, secretario de Estado también con Aznar y hombre clave en la Fundación FAES.
Pese a los gestos como el de Pastor, el sector duro seguirá dominando así la candidatura por Madrid en la que se mantienen la vicesecretaria de Organización, Ana Beltrán, Antonio González Terol y Edurne Uriarte. Se incorpora, además, la exdiputada Pilar Marcos, muy cercana a la polémica portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, de quien en los últimos meses ha ejercido de jefa de prensa.
Las nuevas listas han generado nuevas tensiones internas en las filas populares, a pesar de que el secretario general del PP, Teodoro García Egea, trataba este lunes de negar esas discrepancias en la rueda de prensa en la que presentó el lema de campaña: “Por todo lo que nos une”. “El único descontento con nuestras candidaturas es el PSOE”, aseguraba el número dos de los populares, apenas unos minutos después de que la dirección del PP vasco se pusiera en pie de guerra por las imposiciones de Génova, a los que algunos dirigentes llegaron a tildar de “dictatorial”.
Al equipo de Alfonso Alonso, el líder de los populares vascos también crítico con la deriva derechista de Casado, le molestaba especialmente la designación de los tres cabezas de lista de las tres provincias vascas por parte de la dirección nacional. Entre ellas, la que más escocía era la elección de Mari Mar Blanco, afín a Génova y crítica de la actual dirección del PP vasco, como número uno por Álava. También hay tensiones internas por las listas en Castilla-La Mancha o Andalucía, donde Juan José Cortés, número uno por Huelva el 28A, mostraba su disconformidad con ser relegado a candidato al Senado.
“Los ajustes han mejorado la oferta humana que hace el PP en las próximas elecciones”, consideraba García Egea. “En el día de hoy hay tristeza en las sedes del PSOE y Podemos porque ven que solo el PP es capaz de mostrar personas capaces de gestionar bien. Nuestra candidatura es la que más solvencia presenta”, zanjaba.
Las contradicciones de los populares quedaban de manifiesto también en la propia presentación de la campaña. Si hasta este verano la estrategia de Casado se centró en la descalificación hacia sus adversarios políticos –llegó a insultar a Sánchez, llamándole “traidor” o “felón” y considerándole “cómplice del golpe de Estado” en Catalunya– ahora el PP defiende que “no es el momento de discutir, es el momento de integrar”. “Es más fuerte lo que nos une que lo que nos separa”, concluye.
Génova quiere centrar la campaña en reivindicar sus gobiernos autonómicos y su capacidad de lograr acuerdos con Ciudadanos y Vox: “Tenemos activos que no tienen otros partidos”, sostienen fuentes de la dirección del PP.
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