El Partido Popular y la Fundación FAES del expresidente del Gobierno José María Aznar, están actuando como el 'poli bueno' y el 'poli malo', respectivamente, ante el giro al centro emprendido por Ciudadanos. Mientras la dirección de Pablo Casado trata de evitar la confrontación con un partido con el que gobierna en comunidades autónomas y ayuntamientos, FAES ha lanzado una durísima campaña contra la formación que preside Inés Arrimadas, a la que acusa de haber “viajado al universo Frankestein”, término despectivo con el que la derecha suele referirse a la pluralidad de fuerzas políticas que respaldaron la investidura de Pedro Sánchez.
El descontento en las filas populares con el partido que se dice “liberal” se agudizó después de que su nueva líder rompiera la semana pasada el cordón sanitario al Ejecutivo de Pedro Sánchez tejido en los últimos meses por las tres derechas –PP, Vox y Ciudadanos–, al abrirse a pactar su apoyo a la cuarta prórroga del estado de alarma después de que Casado anunciara que no lo respaldaría. Su acuerdo con el Gobierno permitió que los 10 diputados de Ciudadanos fueran decisivos en una votación trascendental que delimitó el marco institucional en el que se producirá la desescalada.
La posición de los populares fue en cambio irrelevante y situó al PP en tierra de nadie. Absteniéndose en un debate clave, Casado dejó el espacio del centro libre a Ciudadanos y se acercó a los postulados más extremos de Vox –que optó por el 'no'– con sus insultos y ataques permanentes a Sánchez y al conjunto de su gabinete.
Este miércoles, la fundación de Aznar, padrino político de Casado que se ha convertido en uno de los principales asesores del PP y que ha logrado asentar su poder en la cúpula del partido situando a sus afines en los puestos de mayor responsabilidad, publicaba un nuevo texto en contra de la líder de Ciudadanos, el segundo en menos de una semana.
La recuperación del “foco mediático”
“En cuanto a los apoyos que el Gobierno necesita, es evidente que Ciudadanos constituye la pieza que Sánchez quiere cobrarse”, denuncia el think tank conservador en una reflexión publicada en su página web, que no lleva la firma de ningún autor. “De hecho, Sánchez quiere convertir Ciudadanos en el correturnos de la mayoría Frankenstein, y aunque algunos puedan estar satisfechos por haber recobrado tanto foco mediático, no es seguro que todos acepten ese papel, tan útil para Sánchez, tan intrincado para Ciudadanos”, critica FAES.
A juicio de la fundación, “no es fácil entender de qué manera se puede dar por cumplida la condición formulada por Ciudadanos de que Sánchez preparara un plan B, una alternativa al estado de emergencia, cuando ese plan B es un estado de alarma prorrogado por un mes”. La fundación añade que “la prórroga del estado de alarma hasta el 30 de junio” que busca el Ejecutivo y que se someterá a votación en el Congreso la próxima semana si logra un acuerdo con los grupos políticos para que salga adelante, “solo tiene una motivación real en el Gobierno, a saber, llegar al verano con la calle controlada y hacer del calor y de la pausa parlamentaria la parada de posta desde la que afrontar el otoño del descontento que se divisa”.
La pasada semana, en otro texto publicado en su web que tampoco llevaba firma, el think tank ultraconservador recordó a Arrimadas la fábula de Esopo La rana y el escorpión, en la que éste último pide a la primera ayuda para cruzar el río prometiendo que no le picará para no morir los dos ahogados. Sin embargo, a mitad del trayecto el escorpión pica a la rana y ésta le pregunta extrañada por qué lo ha hecho si le prometió lo contrario, a lo que el escorpión le responde que no ha tenido elección porque “es su naturaleza”.
“Seguro que Inés Arrimadas conoce la historia de la rana que se ofrece al escorpión para ayudarle a vadear el río. Por eso el viaje de Ciudadanos al universo Frankenstein en el que habita Pedro Sánchez suscita el interés de contemplar cómo la esperanza triunfa sobre la experiencia”, afirmó FAES, en alusión al acuerdo alcanzado entre Arrimadas y el Gobierno que permitió sacar adelante la cuarta prórroga del estado de alarma.
“A Ciudadanos le pesa su pasado”
En ese paralelismo la fundación de Aznar consideró que para pactar con este Gobierno hacen falta dos condiciones: “Creer que Sánchez dice la verdad” y “creer que cumple los pactos”. En cuanto a la primera reflexión, FAES señaló que “la estrecha amistad de Sánchez con la mentira no es una descalificación sino una evidencia estadística de la que Ciudadanos tiene abundantes registros”. Y sobre la segunda opinó que “salvo que peine coleta y hable bajito, cumplir los compromisos es una gracia que Sánchez no dilapida con fuerzas que considera menores y que además no son nacionalistas”.
“Para ser un partido joven, parece que a Ciudadanos le pesa mucho su pasado. Su apoyo a la prórroga suena a expiación autoimpuesta o a una tardía búsqueda del tiempo perdido”, sentenciaba FAES en el texto, que finalizaba asegurando que el “problema” de Ciudadanos quizá sea “un equivocado instinto contracíclico, antes y ahora”. “Cuando la recomendación esencial para no contagiarse es mantener las distancias, deciden arrimarse”, concluyó la fundación.
En las filas del PP sí existe cierto malestar con el giro emprendido por Arrimadas, que la pasada semana pronunció en el Congreso un duro discurso contra la gestión del Gobierno, pero optó por votar a favor de la prórroga para garantizar las medidas de confinamiento y hacer frente a la pandemia. Durante la negociación que permitió ese 'sí' del partido que se dice “liberal”, la nueva líder de Ciudadanos arrancó al presidente del Ejecutivo algunas de las exigencias que había planteado el propio Casado, como la desvinculación de los ERTE del estado de alarma.
Finalmente los diez diputados de Ciudadanos –sumados a los seis 'síes' del PNV– fueron decisivos en una votación trascendental y acabaron convirtiendo en irrelevante la posición de los populares, que trataban de reservarse la última palabra sobre el estado de alarma sin desvelar su sentido del voto hasta el mismo debate parlamentario, aunque acabaron absteniéndose. Arrimadas lograba así ganar la primera batalla al PP desde las elecciones del 28A en las que el partido que entonces lideraba Albert Rivera casi logra el ansiado sorpasso a la formación de Casado, al obtener 57 diputados, apenas nueve menos que los 66 que consiguió el PP.
La “confianza mutua” entre Casado y Arrimadas
A pesar de esta nueva realidad, Casado ha evitado entrar en la confrontación directa con Arrimadas, un papel que ha reservado a FAES, fundación que el máximo dirigente de los conservadores reintegró en el PP –tras lustros de ruptura por las diferencias con Mariano Rajoy– nada más ganar las primarias del verano de 2018.
El martes, en la primera rueda de prensa que ofrecía en más de tres semanas, Casado fue preguntado por si le preocupaba el acercamiento de Ciudadanos al PSOE por ayudar al Ejecutivo a sacar adelante la cuarta prórroga. El líder del PP se limitó a señalar que la propia Arrimadas ha reconocido que su relación con los populares es “excelente”, que hay una “confianza mutua” y que se fían “el uno del otro”.
De hecho, señaló que ella también ha dicho que “se van a quedar con las ganas” los que quieran ver caer a los gobiernos de PP y Ciudadanos como el de la Comunidad de Madrid, principal foco de la pandemia, que Casado utiliza como laboratorio de las políticas que quiere poner en marcha en toda España y donde en las últimas semanas han quedado en evidencia las grietas entre los dos socios por la gestión del coronavirus.
Tras asegurar que tiene una “magnífica opinión de Arrimadas”, Casado declaró que “la política solo es instrumental” y agregó que “lo más importante es que los gobiernos de Castilla y León, Andalucía, Madrid y Murcia están siendo eficaces y positivos para los ciudadanos que representan”. Además, recordaba que su partido fue el primero en “tender la mano a Ciudadanos” tanto al configurar las mesas del Congreso o el Senado, así como a la hora de “forjar alianzas electorales”. “Y esta relación se va a mantener”, indicó.
La integración de Ciudadanos en el PP
Después de las elecciones del 10N en las que Ciudadanos pasó de 57 a solo 10 escaños y que provocaron la dimisión de Rivera, Casado trató de aprovechar el hundimiento de la formación que se dice “liberal” para anular al que ha sido uno de sus grandes rivales electorales de los últimos años. Con el objetivo de reafirmar su liderazgo como principal partido de la oposición el líder del PP trató entonces de trasladar la presión de la gobernabilidad del país hacia Ciudadanos, pese a que éste ya había dicho por activa y por pasiva que no facilitaría la investidura de Pedro Sánchez, que finalmente salió adelante gracias al pacto con Unidas Podemos y con el apoyo de fuerzas nacionalistas e independentistas.
En noviembre, Casado lanzó la idea de un posible acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos. La teoría de la dirección popular era que si ese pacto se producía el líder socialista no tendría que apoyarse en las fuerzas independentistas para lograr su Ejecutivo de coalición y Ciudadanos sería percibido más como socio del PSOE que como alternativa de derechas al Gobierno de la izquierda, dejando todo ese espacio al PP.
El plan de Casado pasaba por aprovechar la descomposición de Ciudadanos para consumar la coalición España Suma que quiso formar antes del 10N a través de una fusión de la formación que se dice “liberal” en el PP, algo que seis meses después aún no se ha producido, al margen del acuerdo puntual para concurrir de forma conjunta a las elecciones vascas que aún no tienen fecha.
El giro de Arrimadas pactando con el Gobierno aleja aún más esa posibilidad de que Ciudadanos se fusione en el PP, tal y como busca Casado inspirado por la idea de la “reconstrucción del centro derecha” que reivindica su padrino político Aznar.