El PP trata de utilizar al rey tras situarse en Colón a rebufo de Vox en la batalla contra los indultos

Iñigo Aduriz

13 de junio de 2021 23:14 h

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El Partido Popular de Pablo Casado perdió este domingo la hegemonía que mantuvo durante semanas en la última gran batalla de las tres derechas para intentar hacer caer al Gobierno progresista: la lucha contra los inminentes indultos que va a conceder el Ejecutivo a los presos del procés. La protesta que tuvo lugar en la Plaza de Colón de Madrid –mucho menos numerosa que la de la conocida foto de Colón de 2019–, en la que volvieron a coincidir PP, Vox y Ciudadanos, estuvo claramente dominada por la extrema derecha.

Así se evidenció, por ejemplo, en el hecho de que el líder de Vox, Santiago Abascal, fuera el único dirigente político que se situó en el centro de la protesta –a la que asistieron 25.000 personas según la Delegación del Gobierno y 126.000, según la Policía Local de Madrid–, justo al lado del escenario, mientras Pablo Casado e Inés Arrimadas ni siquiera subieron a la parte alta de la plaza y se quedaron en sus inmediaciones.

La hegemonía de la ultraderecha se reflejó también en que los líderes de PP y Ciudadanos fueron abucheados y acusados de “traidores” por distintos grupos de asistentes. O en que los rostros más conocidos que se pasearon por la primera línea de la protesta haciéndose fotos con el público fueron el propio Abascal, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo –situada en el extremo derecho del partido y alejada de la dirección de Casado– y agitadores cercanos a Vox, como Javier Negre, siendo todos ellos ovacionados al unísono por los manifestantes.

En este contexto, y en un intento desesperado por recuperar la atención mediática, el PP decidió introducir abiertamente en el debate sobre los indultos al jefe del Estado, el rey Felipe VI. La dirección de Casado lleva semanas tratando de involucrar al monarca aunque por ahora nunca en público, solo en distintas conversaciones informales con periodistas en las que aseguran que sería una “deslealtad” y un “despropósito” por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que éste le hiciera firmar al rey unas medidas de gracia para los condenados por el procés independentista.

Este domingo, en cambio, la presidenta electa de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que a diferencia de Casado recibió todo tipo de aplausos –y gritos de “Ayuso a la Moncloa”– y que forma parte también del ala más derechista del PP, fue un paso más allá tratando de instrumentalizar al rey en su campaña contra el Gobierno. “¿Qué va a hacer el rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de eso?”, se preguntaba, a las puertas de Génova 13, punto de encuentro de los 'populares' antes de sumarse a la protesta de Colón. Este mensaje descolocó a la dirección de Casado, al considerar que Ayuso fue más lejos cuestionando el papel del monarca.

“Desde la Comunidad de Madrid vamos a estar siempre del lado de la ley, de la Constitución, del rey, de la unidad y de la soberanía de España. Por eso la presencia institucional de la Comunidad de Madrid hoy [por este domingo]aquí se hace 'no en contra de' sino 'a favor de España”, zanjaba.

La idea de Casado es presentar desde ahora al PSOE como una suerte de partido antisistema por conceder los indultos en contra del criterio del Supremo, la Fiscalía y la Abogacía del Estado y por hacérselos firmar al rey que, dos días después del referéndum independentista del 1 de octubre, pronunció un polémico discurso en contra del pulso independentista, que no se entendió en Catalunya incluso por parte de los partidos llamados constitucionalistas. “No puede ser que el Gobierno le haga firmar esto al rey de España”, llevan sosteniendo desde la dirección del PP en las últimas semanas.

En realidad, el rey es, según la Constitución, el encargado simplemente de refrendar todos los acuerdos y leyes del Gobierno, por lo que no podría oponerse a suscribir esos indultos. A pesar de ello, en Colón hubo un cartel en el que se podía leer “¡Majestad, no firme!”. Algo al margen de la ley y de la Carta Magna. De hecho, distintos partidos reclamaron después a Ayuso que rectificara sus palabras. “El Rey ha sido ejemplar frente al separatismo. Su discurso del 3-O fue decisivo para nuestra democracia. Señalarle por la firma del indulto a la que le obligará el Gobierno si lo concede es un grave error: es Sánchez el responsable de esta humillación. Ayuso debería retractarse”, señalaba el portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal, en un tuit.

“Pablo Casado, nos has abandonado”

A diferencia de Ayuso, este domingo Casado no hizo mención explícita al monarca. En su declaración ante los medios en Génova 13 y, sin aceptar preguntas de la prensa, el líder del PP pidió a Sánchez “coherencia, dignidad” y que “respete la unidad nacional y la Constitución que prometió defender; que defienda la igualdad y la justicia de todos los españoles”. “Nunca la concordia y la convivencia se han hecho contra la Ley y nunca en democracia se ha ido contra decisiones de una Justicia libre y democrática”, zanjaba.

A Sánchez le pidió que “no venda la soberanía nacional y la igualdad por un puñado de votos, por seguir en la Moncloa unos meses más” y “que mire a la cara a los españoles y les diga por qué les quiere robar una parte de su nación, por qué quiere que algunos españoles tengan unos derechos y obligaciones diferentes a otros” o “por qué negocia en una cárcel con unos delincuentes” el futuro de la Constitución.

Mientras intentaba hablar, un grupo de manifestantes abucheó al líder del PP. Ataviados con carteles contra Casado y Mariano Rajoy, esos ciudadanos le espetaron: “Pablo Casado, nos has abandonado”. Se produjeron después momentos de tensión entre simpatizantes populares y quienes gritaban contra Casado: “Estamos aquí por su culpa. Casado es un cobarde, un traidor”, aseguraban grupos de manifestantes mientras el presidente de los populares trataba de llegar a Colón. Simpatizantes del PP respondieron con gritos de “presidente”.

Las personas que se movilizaron eran, en su mayoría, afines a Vox, alababan las virtudes de Santiago Abascal como hipotético presidente del Gobierno con proclamas a gritos o en conversaciones privadas, pero, a la vez, también mostraban su afinidad con Ayuso, la dirigente del PP más aplaudida un mes después de su triunfo arrollador en las elecciones madrileñas del 4 de mayo. Ella representa el entendimiento con la extrema derecha por la connivencia de sus discursos y porque también necesita a Vox para ser reelegida presidenta en la Asamblea de Madrid. La semana pasada, ambos partidos acordaron el reparto de la Mesa de la cámara autonómica y el equipo de Ayuso cedió varios asientos a la formación de Abascal.

En Colón no estuvo, en cambio, el PP más moderado, el que se siente incómodo pactando con la extrema derecha y que trata sin éxito, desde hace tres años, de que Casado se aleje de cualquier connivencia con Vox. La división interna en el partido sobre la relación con los de Abascal se evidenció en que ninguno de los barones más centristas asistió a la convocatoria. No fueron ni el gallego, Alberto Núñez Feijóo, ni el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla, ni el castellano leonés, Alfonso Fernández Mañueco.

Pero tampoco acudieron a la emblemática plaza otros dirigentes territoriales más cercanos a la dirección de Casado como el vasco Carlos Iturgaiz, el aragonés Luis María Beamonte, la asturiana Teresa Mallada, o el castellano manchego Paco Núñez. Ni siquiera fue el catalán Alejandro Fernández y eso que la protesta estaba convocada contra los indultos de los presos del procés independentista en Catalunya. Todos ellos, Fernández incluido, sí viajaron a Madrid este domingo, pero se limitaron a acudir a una recogida de firmas contra las medidas de gracia en una emblemática sede del PP, la del distrito de Salamanca de Madrid, situada a apenas unos 200 metros de la Plaza de Colón.

El mismo grito de “¡basta ya!” que se utilizó contra ETA

La hegemonía de la extrema derecha en la protesta de Colón se evidenció además en los discursos oficiales, los que se pronunciaron desde el escenario después de un problema con el grupo electrógeno que retrasó el inicio del acto. El escritor Andrés Trapiello y la portavoz de UPyD Rosa Díez, una de las impulsoras de la concentración a través de su plataforma Unión 78, equipararon la lucha contra los indultos con la que la sociedad vasca protagonizó hace más de una década en Euskadi contra la violencia terrorista de ETA.

“Hoy [por este domingo] en la Plaza de Colón, a la sombra de la bandera de España, nos hemos unido ciudadanos de todas las ideas, orígenes y credos, hombres y mujeres de todas las edades para frenar la deriva de un gobierno inepto, parasitario y autoritario y para decir alto y claro ¡basta ya!”, enfatizaba ella. “No nos ha convocado ningún partido político de derechas o de izquierdas, nos ha convocado una plataforma de ciudadanos hecha a imagen y semejanza de aquella que se formó en el País Vasco para decir ¡Basta ya! Y eso estamos diciendo aquí también: Basta ya”, había apuntado minutos antes Trapiello

Díez, que tras su salida de la presidencia de UPyD se ha acercado al PP –en las elecciones de noviembre de 2019 llegó a pedir el voto para Pablo Casado– y, más recientemente, a Vox, utilizó una expresión propia del conservadurismo más excluyente para hablar de los ciudadanos que se movilizaron en Colón contra los indultos. Dijo que ellos eran “los españoles de bien”.

El público la ovacionó. En primera fila estaba la plana mayor de Vox –Santiago Abascal, Iván Espinosa de los Monteros o Macarena Olona, entre otros– y manifestantes que, minutos antes, en conversaciones con los medios, habían cargado contra Casado y Rajoy por ser los “culpables”, según ellos, de la actual situación en Catalunya. Tras una marea de banderas españolas, cruces de borgoña, emblemas de la Policía y carteles contra el Gobierno, a unos 200 metros del escenario, en la parte asfaltada de la plaza y justo al final de la calle Génova, aguardaba lejana la representación del Partido Popular, con Casado al frente. Más lejos aún, la delegación de Ciudadanos con Inés Arrimadas a la cabeza, que también fue abucheada y tratada de “traidora”.

A diferencia de la foto de 2019, en la que Casado peleó para lograr la imagen de unidad de PP, Ciudadanos y Vox –que luego lastró a su partido en las sucesivas derrotas electorales– los populares no solo no fueron los protagonistas de la concentración sino que, manteniéndose lejos del centro de la protesta, evidenciaron los temores internos a volver a escenificar una entente con Vox. Colón reflejó, en definitiva, la fuerte división que sigue existiendo entre las tres derechas a las que Casado se propuso reagrupar nada más ganar las primarias de 2018. Este lunes presenta la Convención Nacional del próximo otoño en la que pretende renovar su proyecto político con ese mismo objetivo.