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CRÓNICA

Primer aviso de Ayuso a Feijóo: la guerra no ha terminado

Ayuso, López Miras, Moreno y Feijóo en la Junta Directiva del PP.
1 de marzo de 2022 22:57 h

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En el momento en que los dirigentes del Partido Popular están desesperados por cerrar las heridas causadas por la guerra interna que acabó con su líder descuartizado a la vista de todos, Isabel Díaz Ayuso confirmó que la contienda no ha terminado para ella. Quiere venganza. La necesita no sólo por razones personales, sino porque quiere mantener su estatus de víctima frente a todas las fuerzas del mal del mundo, entre las que también hay gente de su partido.

Se suponía que la reunión de la Junta Directiva Nacional del PP era un asunto de trámite con el objetivo de convocar el congreso extraordinario. Pero también fue una oportunidad para que la presidenta de Madrid lanzara el primer aviso a Alberto Núñez Feijóo. No creas que formo parte del grupo de dirigentes convencido de que serás el salvador del PP.

La cita del martes era también la primera etapa de la despedida formal de Pablo Casado, ese apaño que se inventaron para convencerle de que la dimisión no supondría una humillación absoluta, que es lo que fue. El regalo venía con algunas condiciones. De otra manera, no se entiende que diera un discurso bastante plano de menos de diez minutos. Ni siquiera intentó lanzar un mensaje vibrante sobre el futuro del partido. A estas alturas, no iba a emocionar a nadie.

Casado hizo una breve referencia a su apuñalamiento colectivo al lamentar “la reacción que he tenido que sufrir, que ha sido inédita en la historia de la democracia y que creo sinceramente que no merezco”. Es posible que tenga razón, pero sonó a las quejas del niño al que le quitaron el camión de juguete al que había arrancado las ruedas golpeándolo contra el suelo.

Ninguno de los principales barones regionales quiso intervenir. Se trataba de pasar rápidamente por el trago, no de agrandar la herida. Alguien tenía ideas diferentes al respecto, y evidentemente sólo podía ser Díaz Ayuso. “No creo en las heridas cerradas en falso”, dijo. Nada de pasar página y olvidar tales afrentas. La carrera política de Casado ha acabado en el basurero, pero eso no es suficiente. “Habrá que investigar y expulsar a sus autores”, advirtió sobre los responsables de la “campaña” contra ella. Lo contrario de lo que están pidiendo en público y en privado los barones del PP, angustiados con la imagen que está dando el partido a sus perplejos votantes.

No debía haber ninguna duda sobre la necesidad de reparar la honra de la mártir, castigada injustamente por sus inconmensurables servicios al PP. El alegato llegó al paroxismo cuando se comparó con la exalcaldesa de Valencia, que falleció poco después de que su partido la dejara sin escaño en el Senado por los numerosos escándalos de corrupción en la ciudad. “Lo que no sé es cuántas Rita Barberá más quiere dejar el PP en la cuneta”, se preguntó. No hay que dar por supuesto que Ayuso vaya a acabar igual que Barberá.

Las referencias al martirologio no fueron las más relevantes políticamente. La presidenta madrileña quiso también impartir doctrina. En otras palabras, enviar algunos mensajes al futuro líder que será entronizado dentro de un mes. Un ataque preventivo con el que neutralizar el presunto pragmatismo de Feijóo.

Ayuso reclamó “dar la batalla cultural”, por tanto, mantener la guerra sin cuartel de la dirección de Casado contra el Gobierno. “Cada vez que nos hemos mimetizado con la izquierda hemos perdido toda la credibilidad”, dijo y sonó muy parecido a una acusación al PP que profieren con frecuencia los dirigentes de Vox. A saber en qué situaciones el PP ha aparentado ser un partido de izquierda.

Si ya parecía extraño que Díaz Ayuso diera pábulo a esos ataques de la extrema derecha, resultó no menos significativo que diera lecciones a Feijóo sobre el futuro, no sea que se le haya ocurrido negociar con el Gobierno la renovación del Consejo General del Poder Judicial para dar imagen de centralidad. “No conozco una negociación con ella (la izquierda) donde hayamos ganado nada”, comentó Ayuso.

Ahora que Casado está comprobando qué puertas giratorias pueden abrirse para él, Díaz Ayuso demostró con claridad que ella pasa a ser la principal representante del aznarismo en el PP. Tampoco es que haya nadie que esté en condiciones de disputarle ese puesto.

Núñez Feijóo no lleva media vida en política como para caer fácilmente en las trampas que le tiendan otros. No entró al trapo y a la salida de la reunión vino a decir que todo ese asunto de las comisiones obtenidas por el hermano de Ayuso es agua pasada. “No tenemos ninguna duda, repito, ninguna duda, de su honorabilidad”, dijo a los periodistas. Si la investigación judicial dice otra cosa, ya habrá tiempo de cambiar el discurso.

Por la tarde, Andrea Levy, que preside el Comité de Derechos y Garantías del PP, firmó el comunicado que da carpetazo al expediente informativo que Casado anunció en su momento contra Ayuso. En realidad, dos días después Génova ya lo había dado por cerrado después de conocer la información facilitada por el Gobierno de Madrid a los medios de comunicación, información que la presidenta se había negado a comunicar a Casado y García Egea desde que ellos en septiembre le transmitieron sus sospechas sobre la participación del hermano en la compra de mascarillas. Resulta que a todos se les había olvidado el expediente, o estaban muy ocupados en otras cosas, hasta que alguien reparó en que no se había concluido de forma oficial.

La reputación interna de Díaz Ayuso no ha salido incólume de esta increíble bronca interna. Sus palabras en la Junta Directiva fueron recibidas sin muchos aplausos. Algunos se quedaron más que fríos al escucharla compararse con Rita Barberá. Todos estaban firmemente asentados en la idea de que el partido debe alejarse de la crónica de sucesos. Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez tienen otros planes.

Por mucho que intente hacer ver que ese nivel de drama permanente no va con él, Feijóo tendrá la oportunidad de conocer lo que se siente cuando la presidenta madrileña te clava los dientes en la pierna. Ya debe de intuir que no es fácil soltarse de la dentellada.

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