Las dos mujeres que Mariano Rajoy ha escogido para intentar revalidar el poder de la derecha en Madrid ofrecen dos caras de un mismo partido. Esperanza Aguirre, liberal a ultranza y encuadrada en el llamado sector duro del PP, intentará luchar contra la abstención prevista a base de insistir en la recuperación de los principios y esencias que caracterizan a su partido.
Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno desde hace tres años y antes diputada en la Asamblea de Madrid, es la encargada de ofrecer lo que Moncloa define como “un aire nuevo y distinto”, una vez defenestrada la candidatura del heredero de Aguirre, Ignacio González. Cada una tiene los ojos puestos en recuperar una parte de los dos millones de votos perdidos por el PP desde 2011.
¿Quién es más liberal?
La diferencia de perfiles y la atribución a Cifuentes de ser más moderada que Aguirre en algunos planteamientos políticos han llevado a la presidenta del PP de Madrid a ser la primera en recordar las diferencias de origen. La aspirante a alcaldesa ha subrayado estos días que ella procede de la Unión Liberal, la formación que lideró Pedro Schwartz en 1983 y que acabó en coalición con la Alianza Popular de Manuel Fraga.
“Yo vengo del ala liberal, en cambio Cristina comenzó en las Nuevas Generaciones de AP”, disparó Aguirre con su soltura habitual en la primera entrevista en televisión que concedió una vez conocida su confirmación como candidata. La respuesta de Cifuentes fue huir del enfrentamiento: “No voy a entrar en una competición de si soy más liberal o menos. Me parece absurdo”.
Aunque la delegada del Gobierno insiste cada vez que tiene oportunidad en que “dos no pelean si una no quiere” y que estas discusiones “y líos” no son las que interesan al votante, marca su terreno. En cuanto a posiciones sobre medidas económicas concretas, es difícil distinguirlas. Las dos repiten en cuanto pueden que el dinero “donde mejor está es en los bolsillos de los ciudadanos”, prometen bajadas de impuestos y defienden igual la política de privatizaciones o externalizaciones, o los conciertos económicos en la educación.
Aborto
En el único aspecto en que están de acuerdo es en la necesidad de endurecer el acceso al aborto de las mujeres más jóvenes, tal y como se dispone a hacer el Gobierno en las próximas semanas. Pero Cifuentes es de las que se ha alegrado de que su partido haya renunciado a reformar la norma aprobada por José Luis Rodríguez Zapatero. Partidaria de la ley de plazos, considera que es una decisión de cada mujer y no está de acuerdo con que la norma contemple supuestos. En el caso de las mujeres menores de 18, defiende que “son niñas” y no pueden tomar esa decisión solas porque es “un disparate absoluto”.
En cambio, Aguirre estuvo este sábado en la Puerta de Alcalá en la concentración de protesta contra su propio partido y contra Rajoy. Los convocantes, los colectivos autodenominados “provida”, ya han anunciado que no votarán al PP por haberse rendido en su intención de reformar la ley vista la oposición de la sociedad y la división que el proyecto había provocado en el seno del PP. La presidenta del PP madrileño, cuya asistencia a la manifestación es vista por Génova como una estrategia “para recuperar a los votantes” mas conservadores, optó por no ir en la pancarta y explicar que asistía a título personal.
Ella insiste en que el aborto “no es un derecho de la mujer sino un fracaso de la mujer y del hombre”. Cifuentes, en cambio, explica que no asiste a manifestaciones porque le parece incompatible con su cargo de delegada del Gobierno, pero reconoce que si no lo fuera “tampoco hubiera ido”.
Separación entre política y religión
Cifuentes se quedó sola hace tres años cuando intentó que el PP dejara de incluir el cristianismo entre los valores que lo inspiran. En el congreso que el PP celebró en Sevilla en 2012, propuso una enmienda para introducir en su lugar “humanismo occidental o europeo” como raíz, pero solo la apoyaron cinco compromisarios después de provocar un debate. Ángel Garrido, el presidente del Pleno de la Asamblea y ahora en su equipo de campaña, la defendió frente a Alberto Núñez Feijóo y José Ramón Bauzá.
De poco le sirvió a Garrido tratar de explicar que la enmienda no se dirigía “contra la fe católica” ya que él mismo la practica. Su intención y la de Cifuentes era “separar política y religión” y hacer del PP “un partido mejor”. Feijóo los acusó de intentar “cambiar los estatutos” en el foro equivocado y la enmienda fue tumbada por una amplia mayoría.
Republicana frente a monárquica
Otra de las principales diferencias que las separan es que una se define como republicana y otra, como ferviente monárquica. Cifuentes siempre ha dicho que es partidaria de la República “por principios ideológicos”, aunque no considera que cambiar de sistema político sea una necesidad imperiosa y se define como “admiradora” de los reyes. “Si tú tienes que votar al último concejal del pueblo más pequeñito, ¿por qué no vas a elegir también al jefe del Estado?”, mantiene.
Aguirre, en cambio, era condesa consorte hasta hace solo dos años cuando su marido, Fernando Rodríguez de Haro, cedió el título de conde de Murillo y la grandeza de España a su hermana.
Cuestión de actitud
Quizá lo que más separa a estas dos mujeres son las formas. Dentro del PP, nadie ha plantado más cara a Rajoy que la llamada lideresa y muchas veces el enfrentamiento se ha traducido en oposición abierta. Experta en llevarle la contraria, su elección como candidata ha supuesto que el presidente del Gobierno se tragara el sapo de confiar en la única que trató de moverle la silla cuando el PP estaba en la oposición y su liderazgo era más débil.
Cifuentes cuenta con el apoyo de Génova y ofrece una cara más amable. Para ello cuenta con el asesoramiento de una experta en esa tarea. La delegada de Gobierno ha tenido hasta ahora como directora de comunicación a Marisa González, quien trabajó para Alberto Ruiz Gallardón hasta que fue nombrado ministro y seguirá ahora en la campaña que empieza. El mismo trabajo hará Isabel Gallego, responsable de comunicación de Aguirre desde hace años y también de González cuando heredó la presidencia.