El curso político que empezará el próximo mes de septiembre estará marcado por el referéndum de autodeterminación de Catalunya anunciado, aunque no formalmente convocado, para el 1 de octubre. Una consulta que Xavier Domènech (Sabadell, 1974) dice no saber si se llegará a celebrar pero que, en cualquier caso, ve más cerca de una “movilización” a favor del derecho a decidir que de un plebiscito de efectos inmediatos. Una posición que comparten de forma mayoritaria en el espacio cuya construcción lidera, Catalunya en Comú (CatComú), que defiende también su principal referente, Ada Colau, y sus aliados en el Congreso, con Podemos e IU a la cabeza.
Domènech explica en esta larga entrevista su posición y la de su partido ante el 1-O, que intenta escapar de las posiciones dicotómicas y apelar a esa mayoría social que en Catalunya apuesta por el derecho a decidir.
El coordinador general de CatComú arremete contra el Gobierno del PP, al que califica de “pirómano”, y considera que el PDeCAT y el president, Carles Puigdemont, utilizan el procés para aferrarse a un poder que, en su opinión, ya no cuenta con respaldo social suficiente. Un hecho del que considera responsables a ERC y la CUP, que habrían dejado de lado sus reivindicaciones más izquierdistas por un proceso que no termina de cuajar.
¿Habrá referéndum el próximo 1 de octubre?
Esa es una buena pregunta que se hace muchísima gente. Y yo no tengo respuesta. El 1 de octubre puede haber una movilización de afirmación de la soberanía de Catalunya y del derecho democrático a votar, pero depende de muchas cosas que van a pasar sobre todo desde septiembre hasta el 1 de octubre.
Es evidente que hay un Estado, con un Gobierno del PP, que no quiere permitir en ningún caso que haya urnas y está dispuesto a hacer cosas increíbles para criminalizar el simple hecho de que haya una urna en una mesa. Y su acción no es menor. Pero por otro lado, hay un Gobierno de la Generalitat que primero se comprometió a declarar la independencia en 18 meses y ahora se ha comprometido a que haya urnas el 1 de octubre, aunque de momento no se ha pasado de la fase declarativa. Hay una ley explicada pero no presentada en el registro del Parlament; hay alguien que tiene que firmar un decreto para comprar las urnas y, de momento, tampoco se ha firmado. Hay muchas incógnitas para poder responder a esta pregunta. Lo que es evidente es que hay una corriente de fondo en la sociedad catalana que quiere poder decidir su futuro. Y esa sociedad tendrá que poder decidir su futuro.
Más allá de la consideración política sobre qué es el 1-O, muchos no tienen claro si habrá urnas distribuidas por Catalunya para que los ciudadanos puedan votar. ¿Las habrá?
Es cierto que no está claro. Y es grave que no esté claro. El anuncio del cambio de hoja de ruta por el presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, fue en el debate de política general en septiembre, cuando anunció esa idea de “referéndum o referéndum”. Y puso ya una fecha. Han tenido un año para preparar el escenario donde ahora nos quieren llevar. Si durante este año no han sido capaces, no ya de hacer el referéndum con garantías que nosotros reivindicamos, sino de preparar la logística para el 1-O, sea lo que sea finalmente, estamos ante un ejercicio grave de cierta irresponsabilidad política.
Estas son afirmaciones que yo hago sin saber exactamente en qué están trabajando porque tampoco lo han explicado. Hasta ahora solo hemos tenido una presentación en el Teatro Nacional de Catalunya de una ley sin explicar cómo sería el decreto, cómo sería la logística. Y hemos tenido una crisis de Gobierno en la que tampoco han explicado por qué una serie de consellers de la Generalitat se han tenido que ir aunque parece que apuntaría a que se están preparando para el 1-O. Pero ahora mismo estamos en una fase muy propia del procesismo, que es pasar de la tragedia a la épica en muy poco tiempo.
¿Cuál es el motivo para que en un año no se haya sustanciado el 1-O? ¿Es la presión del Estado o problemas políticos internos en Junts pel Sí?
Hay una mayor y una menor. La mayor es evidente. Tenemos un Gobierno del PP que tiene fobia a las urnas, tiene fobia a la democracia y a veces parece que tiene fobia al pueblo. Estamos viendo un proceso en Catalunya que estamos viendo que se reproduce en España. En el caso de Catalunya hay 32 leyes del Parlament que han sido suspendidas por el Tribunal Constitucional, lo que es inaudito. Es prácticamente la paralización de la actividad legislativa del autogobierno de Catalunya. Pero en el caso del Congreso vemos cómo constantemente el PP ejerce el derecho al veto para que haya leyes que no se puedan ni debatir. El PP, allí donde no tiene mayorías absolutas, le cuesta actuar democráticamente. Ahora mismo, el PP no es el bombero, es el pirómano.
Pero es cierto que cuando JxS gana las elecciones del 27 de septiembre de 2015 hay un pacto de gobierno, un pacto de poder, que dice que en 18 meses iban a proclamar la independencia. Ese pacto explica la mayoría gubernamental que hay en Catalunya o por qué partidos que se llaman de izquierdas votan presupuestos que son reivindicados por los convergentes como propios. Todo eso se justifica por ese horizonte de los 18 meses. Un horizonte que muta sin explicar por qué. En una moción de confianza de Puigdemont, al que no le han aprobado unos presupuestos, muta sin explicar por qué esa primera hoja de ruta ahora ya no vale y que hay que ir al referéndum. Mi sensación es que esa nueva hoja de ruta no la empezaron a preparar en serio hasta hace un par de meses y por eso hay mucha improvisación.
Entonces uno diría, ¿y qué han hecho? Han discutido sobre quién debería ser el presidente de la Generalitat, si debía ser Artur Mas o no, y eso ha llevado mucho tiempo Se ha discutido sobre los presupuestos de la Generalitat, sobre si se debían aprobar o no, que también ha llevado mucho tiempo de discusión. Han discutido sobre una cuestión de confianza relacionada con los presupuestos, lo que también ha llevado mucho tiempo. Sobre los nuevos presupuestos después de la moción de confianza, que también ha llevado mucho tiempo. En realidad han discutido sobre el poder más que sobre el país. Es uno de los grandes problemas que tiene el procés, que recoge una aspiración muy amplia de capacidad de decidir y de reconocimiento de la soberanía, pero en esta última etapa el procés ha devenido en una discusión sobre quién es el presidente y cómo se hacen los presupuestos. Esa hoja de ruta cada vez representa a menos gente.
La semana pasada la Guardia Civil entró en la Generalitat y en el Parlament para reclamar una documentación por orden de la Audiencia Nacional en el marco de la investigación del 3%. ¿Es un elemento más en una sucesión de problemas judiciales de la antigua Convergència o es un salto cualitativo? ¿Cómo entronca con el procés?la Guardia Civil entró en la Generalitat y en el Parlamentprocés
La imagen de la Guardia Civil yendo al Parlament de Catalunya, cuando el PP está actuando de forma represiva contra la política catalana, es una imagen que puede evocar una actuación contra el propio autogobierno de Catalunya. Es una imagen potente.
Puede evocar, porque lo que hay aquí es un caso de corrupción brutal y escandaloso, que lo llamamos del 3% pero que sabemos que es del 4% o del 5%. Un caso que ha marcado gran parte de la política catalana. Y un caso donde se le pidió al Gobierno de la Generalitat que diera unos datos sobre la agenda de Germà Gordó, imputado por el caso, y dijeron que habían desaparecido. Es cierto que hay imágenes que no son nada edificantes para el reconocimiento del autogobierno, pero es absolutamente cierto que uno de los problemas del autogobierno de Catalunya y de la política catalana es que, al igual que el PP es el partido en posiciones de gobierno más corrupto en España, el partido más corrupto en Catalunya sigue gobernando la Generalitat. Y en casos como el del Palau de la Música ha practicado claramente el obstruccionismo para que no se pudiera investigar. Si alguien quiere utilizar otras realidades para esconder esta, no está haciendo ningún favor a Catalunya ni a la soberanía de Catalunya.
¿Creen que Convergència ha utilizado el proceso soberanista para parapetarse de la avalancha de acusaciones de corrupción?
Para no llamarlo procés diremos que la aspiración mayoritaria de la sociedad al reconocimiento de Catalunya como nación soberana y al reconocimiento de las múltiples soberanías que implica esto, y que dentro de esa aspiración mayoritaria hay un proyecto que quiere la independencia de Catalunya, es una ola de fondo.
Que esto ha sido utilizado para la construcción y acumulación de poder por opciones políticas que están en decadencia electoral y que tienen casos de corrupción gravísimos, me parece obvio.
Tanto Catalunya en Comú como sus antecedentes han intentado huir de esa realidad plebiscitaria del sí o el no. Una posición que puede resultarle confusa a mucha gente. ¿Cuál es su posición ante el referéndum?
No rehuimos la realidad plebiscitaria. Nosotros creemos que tiene que haber un referéndum que dilucide si Catalunya quiere ser independiente. Esa es una realidad, pero otra cosa es convertir toda la realidad política en esa realidad. En Catalunya se ha construido la política durante los últimos cuatro o cinco años alrededor de una pregunta. Una pregunta que es la que explica que haya una mayoría de gobierno y que haya una oposición. O que explica por qué unos partidos que dicen defender política de izquierdas acaban votando posiciones de derechas. Que esa pregunte distorsione absolutamente el resto de realidades va en contra incluso de que esa pregunta se pueda realizar.
Desde hace años hay una mayoría de izquierdas que no está construyendo mayorías de gobiernos por esa pregunta. Eso va en detrimento de la propia acumulación de fuerzas para conseguir el referéndum efectivo que todos queremos. No es tanto el problema del binomio que planteas, a pesar de que en ese binomio nuestra apuesta por la construcción de un Estado plurinacional no encaja.
Dice que hay una mayoría de izquierdas que puede gobernar. ¿Estarían dispuestos a un Gobierno con ERC?
Para mí no se trata de posibilidades, que las hay todas y además es necesario en Catalunya. La pregunta es si los partidos que se dicen de izquierdas lo quieren. Que lo digan. Ahora mismo tenemos una parte de las izquierdas, ERC y la CUP, que en su práctica no están demostrando que quieran un gobierno de izquierdas. Es muy legítimo, pero nosotros queremos un gobierno del cambio y de las mayorías. Va a ser nuestra apuesta. En unas futuras elecciones catalanas veremos quién apuesta por este tipo de gobierno. Yo creo que es difícil llamarse de izquierdas durante mucho tiempo sin querer que haya mayorías de izquierdas en el país.
¿Entonces sí estarían ustedes dispuestos?
En unas futuras elecciones que todavía no están convocadas, la papeleta que más claramente representará en Catalunya la posibilidad de un gobierno alternativo a lo que hay ahora y de izquierdas, será la nuestra. Porque somos los únicos que hemos expresado claramente que eso tiene que ser así. ¿Pienso que los otros partidos de izquierdas van a apostar por eso? Tengo mis dudas. Ahora, la realidad electoral se acaba imponiendo.
Hay una mayoría que está por el derecho a decidir, tal y como reflejan las encuestas. Ustedes también se han mostrado a favor, pero no de esta convocatoria en concreto. ¿Por qué?que está por el derecho a decidir
Más allá de aquello que hace que un referéndum sea un referéndum, las garantías y el reconocimiento, lo que estamos viviendo en Catalunya ahora mismo no es una campaña de un referéndum, donde aquellos que defienden el sí o el no estarían explicando sus motivos. Pero ahora estamos viendo una campaña de la Generalitat explicando que el 1 de octubre va a haber un referéndum. Y una dialéctica entre el Gobierno central y el de la Generalitat. Por eso decimos que más que un referéndum es una movilización de afirmación en forma de consulta. Pero difícilmente alguien puede pensar que estamos viviendo un clima de referéndum.
Un referéndum es un espacio de resolución de un conflicto. Y ahora no estamos viendo un espacio de resolución, en todo caso estamos en un espacio de afirmación ante una negación. Afirmación de la soberanía frente a la negación de esa soberanía.
La alcaldesa de Barcelona dijo que “facilitaría” la celebración de la consulta del 1-O siempre que no se ponga en riesgo a los trabajadores públicos. ¿Cómo se garantiza esto cuando las declaraciones y movimientos de los gobiernos indican que sí o sí va a haber un conflicto?
Es un tema clave tanto en términos de garantías de la seguridad de los trabajadores públicos como de efectividad de la propuesta. Si tú sitúas la resolución de una contradicción en una decisión que tiene que tomar otro, que es un trabajador público, lo que haces es derivar tu propia responsabilidad. Puede que la otra persona decida hacer caso, pero puede pasar que esa otra persona bloquee todo. La Generalitat ha afirmado por activa y por pasiva que no va a poner en riesgo a los trabajadores públicos. Y que los que van a desarrollar el 1-O van a ser voluntarios. Esto nos sitúa en un 9-N. Y el 9-N ya se hizo. No digo que no se pueda volver a hacer o que no sea positivo. Pero esto ya no es una propuesta que se hace desde la administración pública. Es verdad que hay una diferencia a nivel de confrontación, que es mucho más alto.
Los ayuntamientos no han recibido de momento ningún requerimiento de la Generalitat. Y entramos de nuevo en el terreno de la política deliberativa. Cuando se envíe ese requerimiento los ayuntamientos, no solo el de Barcelona, tendrán que ver. Los secretarios municipales ya han dicho que no van a acatar la ley y habrá que ver cómo es el decreto de la Generalitat. Lo que ha expresado nuestro espacio político, en este caso Ada, es que ante cualquier proceso participativo los ayuntamientos van a facilitarlo. Pero facilitarlo sabiendo lo que se propone.
Dice que el 1-O se está convirtiendo en el 9-N pero con más crispación. ¿Hay más movilización que en 2014?
En este país, mi país, Catalunya, el 70% o el 80% de la población cree que se tiene que poder decidir el futuro. Eso significa más cosas. Significa que creen que probablemente el estado autonómico está agotado en Catalunya, que quieren decidir fuera de ese marco. Afirman cosas además que tienen que ver con la soberanía nacional pero también con otras soberanías, como la pérdida de control sobre nuestras propias vidas que hemos padecido con la crisis y las políticas para salir de la crisis. Este país, Catalunya, debe poderse construirse desde ese 80%. Y efectivamente tiene que decidir sobre si quiere ser independiente o no. Pero a mí lo que me interesa es saber cómo vamos a construir este país a partir del 1 de octubre. Y este país a partir del 1 de octubre se tiene que construir a partir de los del sí, de los de no y con los que no van a ir a votar porque consideran que no hay garantías. Todas ellas posiciones legítimas que no pueden partirnos ante la posibilidad de construirnos mucho más allá de las hojas de ruta actuales.
Hay cosas que se están haciendo mal. Que el nuevo director de los Mossos d'Esquadra, que yo no conocía, haya sido una persona que se ha destacado en público por tener un especial espíritu sectario hacia otras opciones políticas, no es la persona más adecuada. Estamos viviendo un proceso de purificación de este procesismo que probablemente no esté ayudando demasiado a la construcción de Catalunya a la que aspira el catalanismo popular que quiere a Catalunya como un sol poble, independientemente del origen y de las aspiraciones.
¿Pero reeditar el 9-N con un mayor choque con el Estado hará que la participación aumente o va en detrimento de eso que ustedes califican como movilización?
Yo ahora te digo que es un 9-N con más confrontación porque no tenemos el decreto de convocatoria. La propuesta del 1-O tiene problemas para constituirse como una propuesta de mayorías. Hay veces que parece que el principal enemigo de la Generalitat no es el PP, sino nosotros, lo que hace sospechar que algunos tienen pulsiones electorales. Es cierto que hay una aspiración que siempre se ha encontrado con un muro. Ya veremos.
El pasado lunes tuvieron una primera reunión con el PSOE de Pedro Sánchez en la que abordaron, entre otras, la posibilidad de abordar una reforma de la Constitución para superar ese marco autonómico. ¿Hay alguna posibilidad de entendimiento para abrir el candado del 78?
Ha habido un cambio notable. Si quieres, discursivo. Habrá que ver luego los contenidos. Pero de ese pacto inicial del PSOE con Ciudadanos que en el capítulo de la reforma de la Constitución hablaba de desarrollar el Estado federal “siquiera minimamente” a hablar de un “Estado plurinacional”, hay un salto galáctico. Nosotros defendemos el referéndum y la plurinacionalidad.
Las fuerzas que gobiernan en Catalunya después del 27S decían que el referéndum era una pantalla pasada y ahora han virado a una apuesta por el referéndum. Espero que la sigan defendiendo después del día 1 y el día 2 no nos digan que es una pantalla pasada. Espero que eso no vuelva a pasar. Y cuando hablábamos de plurinacionalidad, en el Estado estábamos absolutamente solos. Ahora, Pedro Sánchez también lo hace.
Una cosa es el significante. Otra el significado de qué es plurinacionalidad. En el PSOE han llegado a hablar de hecho cultural o de “folclore” ¿Hablan de lo mismo?
Eso lo tendrá que explicar. Yo he oído a Adriana Lastra hablar del modelo de Bolivia. Creo que el PSOE tiene que explorar el significado de lo que están diciendo. Si lo hacen con sinceridad verán que hablar de plurinacionalidad es un reconocimiento de naciones y que esto no es solo un reconocimiento cultural. Yo mismo les expliqué en la reunión que si no querían hablar de soberanías porque les preocupa mucho, podíamos hablar de “demos”. Incluso en un Estado como el español que no reconoce la plurinacionalidad y que no reconoce la existencia de soberanías, sí reconoce la existencia de algo llamado “demos”. Es decir, cuando hay un referéndum sobre el Estatuto de Catalunya lo votan los catalanes y solo los catalanes. Por tanto existe algo llamado “pueblo de Catalunya”. Si partes de ese principio, rápidamente te das cuenta de que vivimos o tendríamos que vivir en un espacio de soberanías compartidas. Y si defiendes que hay soberanías compartidas debe haber una decisión sobre eso, por lo que hay un momento de soberanía absoluta que es el derecho a decidir. Por eso plurinacionalidad y referéndum se relacionan.
¿Cuál fue la respuesta del PSOE?
El debate lo tuve sobre todo con Meritxell Batet y con Pedro Sánchez, que estaba muy interesado. Tuvimos una discusión teórica que tenemos que ir aterrizando. Hubo alguna respuesta alentadora, pero no la voy a contar.
Cuéntela.
[Risas]. Hubo un momento en el que alguien vino a decir que es cierto que hay formas de autogobierno que se tienen que reconocer como formas de soberanía. Alguien lo dijo en la reunión. Pero es cierto que partimos de puntos de vista diferentes. Y en la solución del conflicto abierto entre Catalunya y el Gobierno del Estado ellos apuestan por la reforma constitucional, que nosotros no creemos que responda a la urgencia de lo que estamos viviendo. Y ahí si llegamos a un mínimo acuerdo: crear espacios que obliguen a todos los actores políticos a posicionarse y negociar. Y ponerse de acuerdo en mínimos como este es un pequeño paso que puede llevar a grandes pasos posteriores.
Usted ya estuvo en las negociaciones de 2016, con aquella rueda infinita de reuniones y comparecencias ante la prensa. ¿Se cree al Pedro Sánchez de 2017?
Muy buena pregunta. Hay cambios que más allá de si me los creo o no me los creo, se imponen. Hay varias tesis encima de la mesa. El Gobierno central maneja la tesis de la derrota y que al día siguiente del 1-O todo se haya terminado. Yo, más allá que no deseo una derrota y menos ante el PP, creo que hay un problema de fondo. En Catalunya la mayoría, en diferentes grados, cree que el Estado autonómico está superado, sabiendo que se creó y ha crecido precisamente para dar respuesta a las demandas catalanas. Por lo que está en crisis ahí donde se originó. Todo el sistema político se verá impelido a dos cosas. Primero, que se tiene que aceptar que se tiene que negociar y que la única reforma no pueden ser jueces. Y segundo, dar una respuesta que vaya más allá del Estado de las autonomías. Para mí, ahí hay un gran campo para la discusión sobre algo que dentro de diez o 15 años nos va a parecer ridículo que nos tomemos con tanta pasión como nos tomamos la idea de una única soberanía. Ahora mismo las soberanías compartidas son una realidad y es un concepto que ya se utiliza. Es más, el debate internacional se está dando de forma no democrática y lo que planteamos aquí es que se puedan dar de forma democrática.
Es cierto que Pedro Sánchez apostaba como socio preferente por Ciudadanos y ahora apuesta por nosotros. Y no ha pasado tanto tiempo. Yo intento suponer sinceridad y todo el mundo evoluciona, yo también, pero más allá de la credibilidad hay realidades que se imponen. Y esta realidad se terminará imponiendo.
En esa reunión con el PSOE constaron un problema de velocidades. Ustedes abogan por una Comisión de Crisis Territorial. ¿En qué consiste?
Primero, nosotros no decimos que sea el marco de solución, que pensamos que pasa por un referéndum. Para resolver un conflicto hay que es reconocer el problema, a los agentes e interlocutores y buscar las soluciones. Aquí se ha pasado mucho tiempo sin reconocer el problema y diciendo que la solución es policial y judicial, y eso es esconderse detrás de los jueces. Luego no se reconoce a los interlocutores y cuando la vicepresidenta va a Catalunya se reúne con Ciudadanos y el PSOE, pero no son los agentes activos de la política catalana.Y sin esto, no llegarás a la solución.
Nosotros tenemos una propuesta. Pero previamente hay que construir un espacio que sea más o menos inmediato y que no esté ligado a un solo proyecto. La reforma constitucional es solo una posible solución que aporta uno de los agentes.
Ustedes también abogan por una reforma constitucional, ¿no?
Nosotros hablamos de procesos constituyentes. Si hubiera una reforma constitucional estaríamos en ese debate también porque ahora se ha aceptado que dicha reforma tendría que pasar por un referéndum. Cada uno tiene su respuesta. La nuestra creemos que expresa a la mayoría de la población catalana y además hemos ganado dos veces las elecciones en Catalunya. No las ha ganado ni el PSC ni ERC. Pero sabemos que para llevar a buen puerto nuestra propuesta tenemos que aceptar que existen otras y hablar de todo sin ligar el espacio a una de ellas. Esa es la fórmula para negociar y hablar.
Se maneja la idea de una próxima convocatoria electoral que resuelva las incógnitas que deje el 1 de octubre. Ustedes están construyendo Catalunya en Comú. ¿Estarán preparados si llega ese adelanto?
Nosotros tenemos un horizonte que es 2019-2020. Estamos en una fase de construcción territorial y organizativa que debemos encarar el año que viene. Pero estamos preparados para unas elecciones autonómicas, constituyentes o como se le quieran llamar. Quien puede convocar las elecciones es Puigdemont y, por lo que sabemos, hay un debate sobre convocarlas antes o después para poder dar aire a un partido que tiene la mayoría de gobierno en estos momentos pero que difícilmente cuenta con el apoyo de la mayoría de los catalanes y las catalanas desde hace tiempo. Gobierna un partido, el PDeCAT, que ya no cuenta con el apoyo de los catalanes y las catalanas. Es como para estudiarlo. Esto genera una distorsión política que acaba marcando demasiadas cosas y parece ser que también marcará la fecha de las elecciones.
En esa construcción de CatComú a dos velocidades falta uno de los elementos, que es Podem. Oficialmente no está, aunque desde la dirección estatal empuja para que se reconsidere esa decisión. Usted, como coordinador general, ¿quiere que Podem entre?empuja para que se reconsidere esa decisión
Sí, pero no por las autonómicas. Quiero que Podem Catalunya, lo que significan los círculos y su identidad, esté integrado en el nuevo espacio. No por una clave electoral concreta, aunque es verdad que es importante. Espero que esto se resuelva relativamente pronto, creo que se va a resolver. La separación es muy artificiosa, estamos juntos en el Congreso y trabajamos intensamente juntos en aspectos tácticos y estratégicos no solo en relación a Catalunya.
¿Y cómo se va a resolver “pronto”?
Espero. Espero. Esa decisión no me atañe a mí. Pertenece a Podemos y a Podem. Les pertenece a ellos a pesar de que en realidad ellos ya somos nosotros.
En esas hipotéticas elecciones autonómicas, ¿sería usted el candidato para presidir la Generalitat de Catalunya?
El candidato o candidata lo van a decidir por primarias los inscritos e inscritas.
¿Se presentará usted a las primarias?
Tengo tres compromisos ahora mismo. Uno con mi familia, otro con la candidatura de En Comú Podem y otro como coordinador de Catalunya en Comú. Ese debate se dará cuando se dé. Nosotros no lo hemos hablado, pero en ese debate se valorará cuáles son las mejores figuras para presentarse, y yo evidentemente participaré, pero esa decisión corresponde a las bases. Yo siempre he asumido las responsabilidades que se han considerado que yo podía asumir, pero también creo que es muy bueno que aparezcan caras nuevas.