Los nuevos cargos del PP se escudan en su juventud para desentenderse del caso Bárcenas

Ante la dificultad de ofrecer una explicación creíble sobre los papeles de Luis Bárcenas y la necesidad imperiosa de vender una dirección renovada del partido, Rajoy ha optado por dirigentes que tienen la excusa perfecta para huir del asunto más peliagudo al que ha tenido que enfrentarse el PP. Más allá de confesar la vergüenza que les produce la corrupción, los nuevos portavoces coinciden en la táctica de esgrimir su juventud para esquivar el asunto.

El escrito del extesorero en el que detalla la financiación del partido a base de dinero negro sirvió en bandeja la excusa a uno de los vicesecretarios nombrados el 18 de junio, Javier Maroto. El responsable del área sectorial encontró rápido la respuesta a la incómoda pregunta sobre el escrito de Bárcenas ante la Audiencia Nacional en el que explica lo antigua que es la caja B del PP: él es demasiado joven.

“Yo, en 1982, tenía diez añitos”, se escudó Maroto con su mejor sonrisa. De esa forma, consiguió zafarse de reaccionar a una prueba más de que el partido se nutría de dinero negro desde antes de refundarse como PP. Si ya desde la época de Alianza Popular, siendo Ángel Sanchís el tesorero, se recibían ingresos mediante donativos; el responsable del área sectorial no tenía nada que decir.

La táctica también la utiliza, aunque con mayor soltura, otro de sus compañeros en la dirección del PP: Pablo Casado. El vicesecretario de comunicación, que es para Maroto “el gran descubrimiento porque pone la sonrisa por delante, la empatía y, encima, contesta preguntas”, trata siempre de referirse al escándalo como algo ya pasado.

De esta forma, los nuevos dirigentes se ahorran las penurias que pasaban María Dolores de Cospedal y Carlos Floriano a la hora de ofrecer explicaciones públicas sobre la corrupción que ha corroído al partido. El propio presidente del Gobierno la zanja con que Bárcenas “ya no está en el PP”. Acto seguido, desea la pronta resolución del caso en los tribunales, elogia la independencia de la justicia y presume de las medidas promulgadas para evitar casos similares en el futuro.

Más allá de pedir perdón y reconocer que se equivocó confiando en Bárcenas, nunca ha explicado por qué siguió en contacto con él y le envió el famoso mensaje de “lo entiendo, Luis, sé fuerte” cuando ya se había descubierto parte de su fortuna en Suiza. La última vez que le preguntaron por ello en una entrevista, solo contestó: “Confío en la gente y sigo mandando SMS porque no me puedo quedar aislado del mundo”.