En la casilla de salida de la lucha por el poder. Así ha decidido Rajoy que se queden los principales nombres llamados a una sucesión que deberá afrontarse en esta legislatura. El presidente del Gobierno ha buscado el máximo equilibrio en el reparto de poder entre los bloques enfrentados en el PP y que tienen a Soraya Saenz de Santamaría y a María Dolores de Cospedal como máximos exponentes.
El presidente del Gobierno ha decidido dejar a la vicepresidenta sin las funciones de portavoz. Nadie ha aclarado por el momento si esa decisión parte de un deseo de la propia Saenz de Santamaría, en un intento de evitar quemarse con las comparecencias de todos los viernes, o es una imposición de Rajoy.
La caída de José Manuel García Margallo de Exteriores da por extinguido el grupo de poder que en su día se denominó G8 y que él lideraba con el acompañamiento de otros exministros próximos a Rajoy como José Manuel Soria, Jorge Fernández Díaz o Ana Mato.
Sin Margallo en la Mesa del Consejo de Ministros, la vicepresidenta tendrá en María Dolores de Cospedal su principal centro de conflicto a la hora de disputar el poder que Rajoy deberá entregar al final de los cuatro años que ahora inicia como presidente.
Las especulaciones se centran ahora en la posibilidad de que un cambio en la estructura del Gobierno acabe entregando a Cospedal el control del CNI que ahora tiene la vicepresidenta. Nada oficial confirma la tesis de que ese cambio se vaya a producir.
Cospedal tiene en su bando al nuevo ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. Sáenz de Santamaría conserva en su grupo de fieles a Montoro, Álvaro Nadal y Fátima Báñez.
Los equilibrios de Rajoy han sido precisos para repartir milimétricamente las porciones de poder que se disputa su equipo. A De Guindos le ha dado las competencias de Industria, pero le ha negado la vicepresidencia que el ministro de Economía pedía para marcar su poder sobre el de su oponente Cristóbal Montoro.
Con su nuevo Gobierno, Rajoy encara la legislatura en la que el PP deberá afrontar la sucesión desde el poder. El acuerdo firmado con Ciudadanos es claro en este punto: el presidente no podrá optar a un tercer mandato en las siguientes elecciones.
Con su juego de equilibrios, Rajoy consigue que nadie parezca con mejores cartas para disputar la herencia en el poder. Se trata de un debate que el presidente no quiere alimentar al principio de un mandato para el que ha tenido que esperar casi un año, tras pasar por dos procesos electorales.
Todos los que mandan en el Gobierno empiezan esa guerra desde cero. Rajoy los ha situado a todos en la casilla de salida.