La reforma de la malversación provoca un incendio interno en el PSOE

Hace un par de semanas María Jesús Montero descolgó el teléfono para hacer una ronda larga de llamadas. La vicesecretaria general del PSOE quería hablar personalmente con cada uno de los líderes territoriales de su partido para explicarles en profundidad los detalles de la reforma del delito de malversación que entonces perfilaban el Gobierno y Esquerra Republicana de Catalunya. Casi todos le cogieron el teléfono. Concretamente, según fuentes de la dirección socialista, todos menos uno: el secretario general de los socialistas manchegos y presidente autonómico, Emiliano García-Page. “Resultó imposible contactar con él”, apuntan. Fuentes del equipo de Page sostienen, en cambio, que ese contacto sí se llegó a producir y que, además, este mismo martes el presidente castellanomanchego contactó por mensaje con Montero para “dejar claro su rechazo frontal a la reforma de la malversación” y para avisarla “de que expresaría su opinión con claridad y contundencia”.

En Ferraz han asumido desde el primer minuto que la gestión de esta reforma significaba entrar en un terreno político pantanoso que podía ir mucho más allá de lo que supuso en su día la digestión de los indultos o la derogación del delito de sedición, asuntos que a día de hoy se dan por “asumidos, amortizados y comprendidos” por la inmensa mayoría del partido. Pero con la malversación sabían que los problemas podrían surgir no ya con la oposición, algo que daban por descontado, sino con sus propios socios parlamentarios y hasta con muchos de los cuadros y dirigentes territoriales del PSOE. Y de ahí que intentaran emplearse a fondo. 

En esa ronda de llamadas Montero, también ministra de Hacienda, se encargó de trasladar el mismo mensaje que se está haciendo llegar a las federaciones por parte de la Secretaría de Organización de Santos Cerdán desde hace días: que el problema de Catalunya es heredado, que fue el PP quien lo dejó como la segunda mayor preocupación de los españoles según el CIS, y que el PSOE nunca puede apostar por dejar pudrir las cosas sino por ser valiente en el intento de solucionar los problemas. 

La sensación tras las llamadas, según la versión de Ferraz, es que esas conversaciones surtieron efecto y sirvieron para templar unos ánimos que no ocultan que andaban caldeados. La conclusión generalizada, dicen, fue la evidencia de que “empíricamente, es irrebatible que Catalunya está mejor que en 2017”, y se puso el énfasis en “una política de altura” del Gobierno que “no mira por el retrovisor” a los votos que se puedan ganar o perder. 

El problema es que la práctica totalidad de los interlocutores de Montero se juegan en solo cinco meses decenas de gobiernos autonómicos y municipales, por lo que les resulta imposible no estar pendiente de esos votos. Y la sensación que ha prendido entre la mayoría de territorios es la de que esta vez no será tan fácil explicar la actuación de Pedro Sánchez en Catalunya como en episodios anteriores. 

Críticas del 'viejo' y nuevo PSOE

Cuentan en la dirección socialista que el incendio de Page lo tenían asumido teniendo en cuenta sus antecedentes de críticas a Sánchez y que, además, ni siquiera había sido posible hablar con él. Pero el principal temor era el que, en cierta medida, se ha acabado haciendo realidad: que las críticas a la reforma de la malversación se extendieran de manera generalizada y pública por el resto de territorios trascendiendo la etiqueta de 'viejo PSOE' a las voces discordantes. 

“Es un momento duro que me duele como español y como militante, aunque no sea una decisión orgánica. Le hablo como presidente de comunidad autónoma, en el rango de absoluto afectado”, dijo el presidente de Castilla-la Mancha tras ser preguntado por la reforma del delito de malversación. García-Page no escatimó en críticas ni a la reforma ni a la actitud del Gobierno, personalizando sin nombrarlo en la figura del propio presidente. “No es que los delincuentes no se arrepientan, es que están marcando su hoja de ruta. Me importa que nos tomen por tontos, a mí también. Este es un momento grave para la política española. De esos momentos que se quedan grabados en la retina colectiva. Esto sí que es hacer historia”, dijo. 

En el PSOE aseguran que las declaraciones de Page no son “ninguna sorpresa”, como tampoco lo son las más que esperadas críticas del 'viejo socialismo' de Felipe González o Alfonso Guerra. “Legislar ad hominem también es una forma de corrupción”, dijo el ex vicepresidente del Gobierno este martes durante una entrevista en Onda Cero. Guerra fue más allá de la crítica a la reforma de la malversación y arremetió contra la derogación de la sedición, argumentando que “puede haber una revuelta contra las instituciones, contra el Estado y contra la Constitución y que nadie pueda encontrar un delito para acusarlos”.

Pero las voces críticas no quedaron ahí. Sin llegar a la virulencia de los términos empleados por Page o Guerra y midiendo bien cada palabra, líderes territoriales tan poco sospechosos de ser críticos con Sánchez como Luis Tudanca, en Castilla y León, o Juan Lobato, en Madrid, también han lamentado públicamente en los últimos días una reforma que no terminan de digerir. “Toda reforma que se haga de ese y otros delitos similares debería hacerse sin beneficiar, de ninguna de las maneras, a los corruptos”, dijo Tudanca tras ser cuestionado por ello. En la Comunidad de Madrid, el candidato socialista a la Asamblea aseguró confiar “en que cualquier cosa que se toque en el delito de malversación solo sea para endurecer el castigo a algunas conductas que hay que castigar con toda dureza en este país porque desprestigian la política. A los corruptos ni un día menos de prisión, ni a los corruptos del PP de Madrid, ni a los del PSOE, ni a los catalanes, ni un día menos”, dijo días después de hablar personalmente con María Jesús Montero. 

En la Ejecutiva del PSOE confían en que, a partir de ahora, las aguas poco a poco vuelvan a su cauce. Y creen que esas críticas darán paso a una pedagogía necesaria por parte de todos los dirigentes socialistas sobre la mejora de la situación política en Catalunya. En esa línea, ponen en valor declaraciones públicas como las del president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, que definió como “el camino correcto” la reforma consensuada con ERC porque garantiza que “los corruptos no pueden ver mejorada su situación”. 

El líder socialista y presidente autonómico extremeño, Guillermo Fernández Vara, tampoco quiso hacer sangre de la reforma llevada a cabo y, tras ser preguntado por los periodistas, apostó por “vivir en los matices” antes de decantarse, aunque no ocultó que “hay cosas” que no le gustan “ni ahora ni nunca”. 

En Ferraz creen que la tormenta amainará y piden calma ante la decisión “más delicada de todas”. Y no ocultan su malestar con ERC por haber salido a reivindicar, nuevamente y justo en mitad del chaparrón al Gobierno, un referéndum de autodeterminación que saben que el PSOE nunca podrá aceptar.