Los malos resultados electorales del 28A han reabierto la guerra interna en el PP. Las alusiones de varios dirigentes, más o menos directas, a la herencia recibida de Mariano Rajoy como origen de la sangría de votos han avivado el enfrentamiento entre familias que acompaña al PP desde hace más de una década.
El sector más moderado y ahora crítico, que dio la espalda al escoramiento a la derecha, respira con la nueva llamada a la centralidad y piensa que, en cierto modo, las urnas respaldan su criterio; mientras Casado y su entorno más cercano aluden a una especie de castigo en diferido. Una derrota de Rajoy a título póstumo que ya se ha traducido en un primer apartado: el vicesecretario Javier Maroto, que había coordinado la campaña andaluza y nacional, ha sido relevado del puesto para las próximas citas electorales.
“Llevamos perdiendo apoyos electorales desde hace ocho años, por lo tanto, no es algo que sea imputable a las últimas elecciones generales”, ha afirmado el actual líder del PP en los actos oficiales del Dos de Mayo en Madrid, marcados por su desencuentro con el expresidente Ángel Garrido. Casado se ha retrotraído a los últimos mandatos de Mariano Rajoy para justificar el batacazo del pasado domingo y ha achacado la debacle a tres causas, ninguna de ellas relacionadas con su gestión al frente del PP: “crisis económica, casos de corrupción y la situación en Cataluña”.
Unos minutos antes, la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, incondicional de Casado y enfrentada desde hace años a Rajoy, ha lanzado un mensaje similar, aunque remontándose a un tiempo todavía anterior. Fue en 2008, durante el congreso en el que ella y otros dirigentes populares intentaron moverle la silla al entonces líder. “No hemos sido capaces de frenar la desbandada que empezó cuando Mariano Rajoy dijo que conservadores y liberales se fueran al partido conservador”. Aguirre responsabiliza al que fue presidente del PP de abrir la veda entonces y con esas declaraciones a la fragmentación del voto que ha marcado los últimos resultados electorales.
En 2008, cuando Rajoy pronunció estas palabras, no existían ni Ciudadanos ni Vox. Fue en un mitin en Elche, donde invitó a todo el que no estuviera cómodo en el partido que lo dejara. “Si alguien se quiere ir al partido liberal o conservador, que se vaya”, dijo. Era una respuesta directa a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que afirmaba no sentirse sorprendida de que los sectores socialdemócratas se sintieran más cómodos con Rajoy que con ella.
“Algunos recordarán que lo dijo por mí. Yo no me fui pero, sin embargo, otros le han hecho caso y se han ido. Ahora el reto es que estemos todos juntos”, ha añadido este jueves, 11 años después de aquel episodio al que le sucedieron tras la victoria socialista en 2008 dos elecciones generales ganadas por Rajoy. La de 2011, con mayoría absoluta.
La candidata Isabel Díaz Ayuso, del círculo de máxima confianza de Casado, también ha insistido en la misma idea. En su caso argumenta que el nuevo proyecto de los conservadores no ha tenido tiempo para consolidarse. “Pablo Casado ahora tiene el tiempo que no ha tenido antes para consolidar un proyecto que nos han pedido las bases. Le animo a que siga hacia adelante. No es normal llegar y ganar a la primera. Es un proyecto nuevo”, dijo el martes a la entrada del Comité Ejecutivo del que Casado salió calificando a Vox como “extrema derecha”.
En ese encuentro, sin embargo, no todo el PP cerró filas con su líder. Los dos barones con más peso institucional del partido, Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno Bonilla, presidentes de la Xunta de Galicia y de la Junta de Andalucía, pidieron un cambio de rumbo a Casado tras la derrota histórica. Feijóo llamó al partido a “ensacharse” como garantía para volver a ganar y Moreno Bonilla dijo que “uno nunca puede mover del centro una de las piernas porque es donde está la mayoría”.
En privado, otros dirigentes autonómicos compartían el diagnóstico. “Ya era hora de que se reivindicara el centro. Ha sido un alivio para muchos poder decir que somos centro”, apuntaba uno. Para otro, fue un error desplazarse de ese espacio: “El PP nunca se debió mover del centro. Ahora es el momento de centrarnos en los candidatos autonómicos y municipales”.
Este mismo jueves quien alzó la voz fue el número dos de Juan Vicente Herrera en Castilla y León. El vicepresidente y portavoz de la Junta de Castilla y León, José Antonio de Santiago-Juárez, ha recomendado al líder del PP, Pablo Casado, que haga “autocrítica”, apueste por la “humildad” y se rodee “más de Feijóo y Herrera y menos de Aznar y FAES”.
La presencia de Casado en la próxima campaña
Tras el cataclismo del domingo, está por ver cuál será el papel del líder nacional en las campañas que vienen. Si se repetirá el hiperpresencialismo que se produjo en Andalucía. En esta ocasión, algunos vídeos de candidatos ya no llevan las siglas del partido. En febrero, el aspirante a la alcaldía de San Sebastián, Borja Sémper, publicó el suyo sin ellas y con un beso lésbico. Hace unos días, el candidato del PP en Badalona, Xavier García Albiol, abría su montaje de campaña con la siguiente frase: “Le voy a votar a él. A Albiol, al PP no, a Albiol”.
“En los municipios muchas veces las personas están por encima de las siglas”, ha justificado el candidato del PP al Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que ha asegurado que a él “la marca PP” no le “penaliza”. “Son las mismas ideas que hace 25 años”, ha defendido en una entrevista en La Sexta. A quien el PP ha considerado que le viene bien la marca Casado es a Isabel Díaz Ayuso, aspirante a presidir la Comunidad de Madrid, que ha entrado en la Puerta del Sol este jueves junto al líder nacional y ha atendido también con él a los medios de comunicación.
La estrategia para recuperar votos perdidos ha sido el tema de conversación protagonista de los corrillos de este Dos de Mayo. Mientras unos están seguros de que recuperarán los sufragios, o al menos parte de ellos, que se fueron a Vox al no “ver la utilidad” de ese voto, la postura pública que ha defendido Díaz Ayuso; otros, más moderados, consideran que esta coyuntura ha servido para desligarse del sector más conservador y cerrado del PP, que ha podido optar con Vox, y no tener que atenderlo permanentemente.
Lo que sí ha quedado claro, en público, es que la batalla del PP y Ciudadanos por lo que han llamado “el centro político” acaba de empezar. Para los segundos, ya no hay hueco para los primeros. Ambos partidos pugnarán por hacer ver al electorado, con los resultados tan ajustados que han obtenido en Madrid“, que son el ”voto útil“.