La salida de Podemos del Gobierno acerca la ruptura con Sumar
Podemos no repite en el nuevo Gobierno a pesar de los movimientos de última hora de Sumar para buscar un encaje del partido en la nueva coalición progresista. La ausencia de la formación de Ione Belarra en el ejecutivo ha profundizado los choques con el proyecto político de Yolanda Díaz y acerca la ruptura del pacto que se firmó para concurrir a las elecciones generales del pasado 23 de julio. Su secretaria general ya ha avanzado que ejercerán autonomía de las decisiones de la nueva coalición en un curso político con tres citas electorales. Las gallegas, vascas y europeas pondrán a prueba la frágil unidad de la izquierda sellada en el acuerdo del verano.
Sumar ha conseguido cinco ministerios, que ha repartido entre los principales espacios que integran la coalición electoral: Izquierda Unida, Catalunya en Comú y Más Madrid. También tendrá dos nombres propios, la propia vicepresidenta y Pablo Bustinduy. Pero ha dejado fuera del reparto a los de Belarra, tras una oferta el viernes para hacer ministro a Nacho Álvarez, miembro hasta ese viernes de su dirección y número dos de Belarra en el Ministerio, que el partido rechazó y tildó de “treta”.
Fue precisamente ese viernes cuando quedó claro que la nueva coalición no tendría ministros de Podemos. Durante el día, el negociador de Díaz, Josep Vendrell, había enviado un documento a Podemos, avanzado por este medio, con una oferta de acuerdo que imponía algunas condiciones. Conservarían Derechos Sociales pero debía ocuparlo Álvarez, persona de la ejecutiva del partido pero sin el apoyo de la dirección desde hace meses. Además, debían firmar un compromiso para cesar “los insultos y ataques” contra Sumar y comprometerse a ir juntos en las elecciones de todo el ciclo político.
En Podemos sentó muy mal la carta escrita en esos términos y que los detalles de la oferta fueran publicados por los medios –el contenido de la carta lo adelantó elDiario.es– poco tiempo después de que la tuviese en sus manos la secretaria de Organización, Liltih Verstrynge, que se encontraba en París, en un acto del partido con parlamentarios europeos de izquierda. La oferta, en cualquier caso, enfatizan en Podemos, no era transigible para el partido por otra razón: no iban a aceptar un ministro que no hubieran elegido ellos. Su apuesta ha sido desde el principio Irene Montero como titular de Igualdad, un ministerio que se ha reservado para sí el PSOE en el nuevo gabinete.
La oferta de Nacho Álvarez tenía sentido, según Sumar, en la medida en que se trata de un perfil de acreditada solvencia intelectual y técnica, que negoció junto a Díaz los presupuestos generales y que cuenta con su confianza, a tal punto de que le encargó la negociación con el PSOE del nuevo acuerdo de coalición. Esa fue la razón para proponer a una persona que formaba parte de la dirección de Podemos y que trabajaba en el Ministerio de Derechos Sociales mano a mano con Ione Belarra y del que en Sumar destacan su talante conciliador durante todo este tiempo en el que las relaciones entre Podemos y la coalición que lidera Yolanda Díaz se han tensado en numerosas ocasiones.
Podemos calificó este lunes de “treta” la oferta para colocar a Álvarez como ministro del partido. “Se califica por sí sola, es una maniobra burda. Podemos no está en el Gobierno porque nos han echado”, dijo este lunes Pablo Fernández, portavoz del partido. Yolanda Díaz intentó una llamada a Belarra un día después, aseguran fuentes de su entorno, y después intercambió con ella unos mensajes por teléfono, para tratar de acercar posturas, pero el intento no fructificó. En Sumar estaban dispuestos a escuchar una contraoferta que nunca terminó de llegar. La oferta de la dirección era hacer ministra a Montero.
En el equipo de Belarra no entran a confirmar si esa conversación se produjo. Después de la carta del viernes, aseguran, quedó claro que la estrategia de Díaz no era negociar sino plantear una propuesta que ya sabían de antemano que iban a rechazar. Después de varias negativas a Díaz, Álvarez había condicionado su ‘sí’ al Ministerio a que la dirección de su partido lo aprobase. Cuando Podemos rechazó la oferta, anunció que renunciaba a asumir la cartera y dimitió de sus cargos en el partido en el que había militado desde su fundación en 2014 alegando “pérdida de confianza”.
La ausencia de Podemos en el ejecutivo abre un capítulo nuevo en su relación con Sumar y también con el propio Gobierno. Los choques del partido contra el equipo de Díaz y su estrategia, que comenzaron hace tiempo y que se han mantenido incluso después de la firma del acuerdo de coalición para las generales, se intensificarán aún más a partir de ahora.
“Ha sido una noche larga, pero está empezando ya a amanecer”, solemniza Belarra en una carta enviada a la militancia este mismo lunes. La autonomía política del partido, anticipa la secretaria general, va a ser “la herramienta fundamental” para forzar “algunos avances sociales en esta legislatura a pesar de la nula voluntad transformadora del gobierno PSOE-Sumar”.
La carta usa términos muy duros para referirse a la plataforma de Díaz. Habla de la “confirmación final” de una estrategia “determinada y mantenida” en el tiempo por el PSOE y Sumar para sustituir a Podemos por otro partido de izquierda “simbólica” pero que acepte “la subordinación al PSOE y la concertación con los poderes económicos y mediáticos”. “Que sea servil ante los poderes fácticos que sostenían y aún sostienen al régimen bipartidista, y por lo tanto funcional a sus intereses”, añade.
Podemos ya había refrendado una hoja de ruta en la que defendía su autonomía política para distanciarse de Sumar. Si hubiesen entrado en el Gobierno, esa diferenciación se antojaba más difícil, pero fuera del ejecutivo el partido prevé que sus diputados funcionen como los de otras fuerzas políticas como Esquerra Republicana o EH Bildu. En determinados casos, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz podrían tener que llegar a negociar con ellos como un partido más. Ese escenario, que no gustaba nada en el PSOE, llevó al partido a pedir a Díaz que buscase la manera de incluir a Podemos en el ejecutivo, algo que también apoyaban algunos dirigentes de los partidos de Sumar.
Y el choque, previsiblemente, no se quedará en el grupo parlamentario. En los próximos meses habrá elecciones vascas, gallegas y europeas. Todo el mundo descuenta que en los comicios para el Parlamento Europeo Podemos tratará de armar una lista propia, separada de la de Sumar, con Montero como cabeza de lista. Es un escenario con el que cuentan en Sumar y por eso incluyeron en la propuesta del viernes un punto que comprometía a los de Belarra a presentarse en coalición en todas las citas del ciclo electoral, con mención expresa a las europeas de 2024.
“Esa autonomía va a ser también la semilla en torno a la cual construir una nueva acumulación democrática de fuerzas que garantice no solamente la continuidad de Podemos sino también su crecimiento, como única manera de volver a recuperar el horizonte transformador en nuestro país”, dice Belarra en la carta a los inscritos.
La estrategia de Podemos podría repetirse en las vascas, donde ya existía antes de Sumar una candidatura unitaria con las siglas Elkarrekin Podemos, y es menos probable en Galicia por la escasa implantación del partido allí. En todo caso, la primavera electoral será previsiblemente la puesta de largo de esa estrategia del partido para convertir esa autonomía en una competición electoral con la coalición de Díaz.
Si ese escenario se confirma, Díaz tendría que valorar la continuidad de Podemos en el grupo parlamentario, en el que el partido cuenta con el 23% de los recursos económicos según el acuerdo que firmó para concurrir en coalición a las generales. Ese porcentaje aleja a priori la posibilidad de que los de Belarra decidan salirse e integrar el grupo mixto, una especulación que sobrevuela el espacio político desde el mismo día en que la secretaría general firmó el acuerdo electoral del 23J entre acusaciones a Díaz de haber “vetado” a Irene Montero.
En Sumar tienen la sensación de que Podemos continuará esa estrategia de distanciamiento y entienden que por eso no aceptaron un ministerio para Álvarez. En cualquier caso, manifiestan que seguirán con la mano tendida y negociando para tratar de calmar las discusiones internas que, una vez más, vuelven a convertir el espacio político de la izquierda en una olla a presión.
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