Miles de enamorados celebran hoy su día, que se ha convertido, con el paso de los años, en una festividad principalmente comercial, pero de la que pocos conocen su origen, la del santo Valentín, cuyas supuestas reliquias permanecen desde hace más de un siglo en la madrileña iglesia de San Antón.
Las crónicas de la época cuentan que el emperador Claudio II, en el siglo III, prohibió el matrimonio entre jóvenes en la creencia de que sus soldados, al estar solteros, rendirían más en el frente.
Según la leyenda que recogió el antiguo párroco de san Antón, ya fallecido, Francisco Martínez Villar, se atrevió a desafiar a Claudio casando cristianamente a las jóvenes parejas de Roma.
El martirio de este santo fue ordenado el emperador Claudio II y se produjo el 14 de febrero del año 269.
Los restos de San Valentín, como los de muchos otros santos y mártires, fueron hallados en las catacumbas romanas en el siglo XVIII y, como no había lugares suficientes para venerarlos, el papa los envió a los reyes de España junto con los de San Pantaleón.
Según han explicado a Efe desde el Arzobispado de Madrid, las reliquias de San Valentín -la cabeza y dos tibias- fueron donadas por los reyes borbones al Colegio de San Antón, en cuya cripta permanecen desde entonces.
Los huesos estuvieron semiolvidados durante largos años hasta que el párroco Martínez Villar los encontró en 1986 y decidió recuperarlos para “darle una oportunidad al santo” y a los creyentes que quisieran pedirle favores relacionados con su “especialidad”.
Se trata de una urna que se exponía en el altar de la iglesia hasta que ésta cerró y se realizaron las obras de restauración del conjunto. A día de hoy la iglesia permanece cerrada y sólo abre los días 15, 16 y 17 de enero, con motivo de la festividad de san Antón.
Sin embargo, no es ésta la única iglesia que se disputa la posesión de las reliquias del santo.
Iglesias de las ciudades italianas de Terni, de donde fue obispo san Valentín, la de San Vito, en las colinas que rodean Turín, y la del pequeño pueblo costero de Belvedere Marittimo, en la región meridional de Calabria, defienden también la posesión de reliquias del santo.