Pedro Sánchez tiene un mes de margen para llevar a cabo la reestructuración de la coalición. El presidente se reunió este martes con Pablo Iglesias para perfilar los cambios en el Gobierno un día después de anunciar su decisión de abandonarlo para competir en las elecciones de la Comunidad de Madrid. Ambos llegaron a un entendimiento en los cambios generales, pero quedan detalles por cerrar. Lo que sí está ya claro es que Yolanda Díaz será la vicepresidenta tercera, mientras que la segunda la ocupará la ministra de Economía, Nadia Calviño. El cambio de orden (Iglesias era hasta ahora el vicepresidente segundo) ha sido una exigencia de PSOE para permitir a Díaz conservar el Ministerio de Trabajo. Una modificación que en Unidas Podemos consideran más “simbólica” que real y que no modifica, aseguran, el reparto de carteras dentro de la coalición, en la que Ione Belarra será la nueva ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 en sustitución de Iglesias.
El plazo para que Sánchez tome todas las decisiones es largo: al menos hasta que Iglesias presente su dimisión, en torno al 18 de abril, cuando comienza formalmente la campaña madrileña, según confirmó la portavoz, María Jesús Montero. En Moncloa asumen que mantendrá hasta entonces sus competencias, al igual que hizo Salvador Illa en Sanidad cuando fue designado candidato del PSC para los comicios catalanes del pasado mes de febrero, a pesar de que en Unidas Podemos fueron muy críticos entonces con esa decisión.
Una vez alcanzado el “acuerdo en los cambios que deben acometerse”, según reconoció oficialmente Moncloa, “falta rematar algunos detalles en base al acuerdo de coalición”. ¿Cuáles son esos flecos? El presidente tendrá que decidir el alcance de la crisis de Gobierno, y si solo llega a las carteras afectadas directamente por la salida de Iglesias. Sánchez no ha asumido al pie de la letra la propuesta que hizo públicamente el líder de Unidas Podemos: que Yolanda Díaz asumiera además de esa competencia, la Vicepresidencia segunda. El presidente aceptó el lunes el relevo en la persona de Díaz, “cuenta con mi apoyo y cumplo los acuerdos de la coalición”, dijo en una rueda de prensa con el presidente francés, Emmanuel Macron. Pero 24 horas después, Sánchez dio a elegir a Unidas Podemos: si Díaz quería mantener las competencias de empleo tenía que renunciar a ser la segunda vicepresidenta en el escalafón y quedar relegada por detrás de la ministra de Economía y actual vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, quien ascendería un ordinal.
El motivo que han esgrimido en la parte socialista del Gabinete es que si Díaz es vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo acudiría a las reuniones de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos con más galones que Calviño, que preside ese organismo como responsable del área económica del Gobierno y que según fuentes de Unidas Podemos ha presionado mucho para que se mantuviese ese rango.
Con Iglesias no había ese problema porque no participaba en esa comisión. “En este momento lo que tenemos es un equipo de cuatro vicepresidentes: una política [Carmen Calvo] y tres que responden a la idea de una España moderna –una social, una económica y una ambiental– trabajando juntos en equipo. Una vicepresidencia social respondería a la estructura actual”, explicó e martes la vicepresidenta cuarta y responsable de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera.
“El acuerdo de la coalición fue para una estructura con una coherencia determinada –expresan en esa línea fuentes de la parte socialista del Gobierno–. Las estructuras tienen que ser coherentes”. La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, rechazó que se hubiera “planteado” que Calviño dejara de presidir la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, de la que ella misma es vicepresidenta como ministra de Hacienda. Fuentes consultadas por elDiario.es aseguran que la llamada a ser futura líder de Unidas Podemos no tenía ninguna intención de presidir dicha comisión, por lo que la disyuntiva tenía más que ver con un problema de protocolo.
Fuentes de Unidas Podemos señalan precisamente a las presiones de la vicepresidenta tercera como causantes de una pugna de la que desde Trabajo se desmarcan, al entender que la prelación numérica tiene más de simbólico que de poder político. El ministerio de Yolanda Díaz ha cerrado recientemente otro pacto con la patronal y los sindicatos, esta vez para regular a los llamados riders, los trabajadores de plataformas tecnológicas tipo Glovo o Deliveroo y que los tribunales han decretado que no pueden ser contratados como autónomos. Ahora, Díaz afronta el gran reto de la legislatura: completar el desmontaje de la reforma laboral del PP que inició en 2020 y que tuvo que interrumpir por la pandemia. La primera cita está prevista para este mismo miércoles. Calviño se ha mostrado en varias ocasiones desfavorable a abordar esta reforma, que forma parte del acuerdo de coalición.
La titular de Trabajo, según fuentes de su entorno, no ha querido entrar en la pugna por la vicepresidencia segunda ni ha hecho causa por escalar en el organigrama de Gobierno, dado que su prioridad ahora está en gestionar el área de empleo. Así, se lo ha comunicado a Pablo Iglesias y este, según las mismas fuentes, ha querido respetar la decisión de la persona a la que 24 horas antes había designado como sucesora al frente de Unidas Podemos y candidata a las próximas generales.
Tanto en la parte socialista como en Unidas Podemos aseguran, no obstante, que la reunión entre Sánchez e Iglesias ha ido bien y que lo que faltan por cerrar son pequeños flecos. Por ejemplo, quién acompañara como secretarios de Estado a Ione Belarra. La de Derechos Sociales la ocupa uno de los miembros de la ejecutiva de Podemos, Nacho Álvarez, y no debería cambiar. Pero la de Agenda 2030 ha quedado vacante pues hasta ahora era de Belarra, que asciende al Consejo de Ministros. Desde Unidas Podemos apuntan que sus “estructuras y competencias” dentro del Gobierno “quedan igual”.
Montero dio por hecho que será el presidente el que dé a conocer los cambios cuando lo estime oportuno e insistió en que decidir la estructura del Ejecutivo es una “de las pocas prerrogativas” exclusivas que tiene. En las filas del PSOE no sentó bien que Iglesias anunciara su propuesta de relevo. No obstante, Sánchez aseguró que “no habrá problema” en los cambios obligados por la salida de Iglesias. Fue en esa misma comparecencia en la que alabó a Díaz y reconoció que a Unidas Podemos le corresponde una vicepresidencia segunda. De ahí que el mensaje de Moncloa este martes se refiera a la necesidad de ultimar unos flecos en base a ese pacto, que establecía la proporcionalidad entre los socios así como la revisión de “cuestiones esenciales” cuando las modificaciones sean “sustanciales”.
Montero también dio por hecho que la marcha de Iglesias no se producirá hasta que arranque formalmente la campaña electoral y negó que este cambio en el Ejecutivo acarree a futuro un anticipo electoral. “Rotundamente no”, aseveró la portavoz: “No tiene ninguna implicación en la continuidad ni en la hoja de ruta que el Gobierno se había planteado desde el inicio de la legislatura. Se ha desarrollado en buena medida, pero quedan grandes capítulos que no se han podido acometer”. “Para nada hay previsto ninguna circunstancia distinta a agotar la legislatura”, zanjó.
En la parte socialista del Gobierno consideran que la convivencia dentro del Gabinete será más fácil con Díaz como líder de la parte minoritaria porque sostienen que tiene otro talante a la hora de gestionar los conflictos internos. Así, las fuentes consultadas consideran que Iglesias apostaba por airear las discrepancias como “apuesta política” mientras que esperan que Díaz adopte “otra forma de actuar”.
El temor en el PSOE, no obstante, es que Iglesias incremente la presión una vez fuera del Gobierno, aunque el rol del próximo candidato de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid después de esos comicios está por determinar.