El restablecimiento de las relaciones con Marruecos a cambio del volantazo histórico de Pedro Sánchez en la posición histórica de España respecto al Sáhara tuvo una primera consecuencia en la vuelta a Madrid de la embajadora de ese país tras diez meses de ruptura y una segunda en el viaje del presidente del Gobierno a Ceuta y Melilla, una visita poco habitual por parte de los gobernantes españoles para no enfadar al país vecino que tiene como únicos antecedentes las de Suárez en 1981, Zapatero en 2006 y el propio Sánchez hace 10 meses, en plena avalancha migratoria sobre la ciudad autónoma, que en 48 horas recibió a unos 12.000 ciudadanos marroquíes.
Sánchez no ha querido pronunciarse sobre si el acuerdo alcanzado con el reino alauita sobre “respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial” hará que cese sus aspiraciones anexionistas sobre las ciudades autónomas, pero sí ha asegurado que vendrá a dar “seguridad y estabilidad” a ambas. El presidente ha reconocido que desde mayo del año pasado ha habido “poca o ninguna comunicación” entre Madrid y Rabat más allá del “trabajo diplomático silencioso” del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que ha desembocado en “un buen acuerdo para los dos países” que pone fin a una crisis “insostenible”.
“No era sostenible tener unas relaciones cortadas desde el punto de vista diplomático y económico y ahora no solo cerramos una crisis que tuvo su visibilización más dura en mayo de 2021, sino que sentamos las bases de una relación mucho más sólida, fuerte y sincera con Marruecos”, ha dicho Sánchez, a pesar de que el Ejecutivo no ha dejado de presumir nunca de la colaboración con el reino alauita sin mostrar síntomas de preocupación.
En todo caso, el presidente ha asegurado que el trabajo diplomático ha consistido en “ir resolviendo las dudas que se pudieran haber suscitado por las partes” y que, a partir de ahora, se garantiza la seguridad, especialmente de los flujos migratorios. Entre los aspectos por concretar está la “normalización de las relaciones económicas y comerciales” y el restablecimiento de la movilidad por las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla y las conexiones marítimas entre el país vecino y la península.
“Si queremos oportunidades para Ceuta, que tiene mucho presente y un futuro aún mayor, tenemos que garantizar su estabilidad y seguridad”, ha incidido Sánchez, que ha adelantado que el Plan Integral que para las dos ciudades autónomas ha encargado a Tragsatec elaborar antes de julio “reforzará” los recursos humanos y materiales del Estado para atender competencias que siguen en sus manos como Educación o Sanidad.
Sánchez admite variación en la posición del Sáhara
Sánchez se ha pronunciado por primera vez sobre el cambio de posición respecto al Sáhara, que le ha costado la reprimenda de todo el arco parlamentario y el rechazo de su socio de Gobierno, Unidas Podemos. “Lo importante, lo decisivo, es que se reconoce que tienen que ser las partes afectadas quienes acuerden la solución”, ha expresado el presidente para inmediatamente asegurar que “existía una crisis que no podía sostenerse en el tiempo”. “Hemos logrado un buen acuerdo con intereses beneficiosos”, ha expresado. Lo que emite el Gobierno es que esa nueva posición que permite el entendimiento con el régimen marroquí beneficia a los españoles ante las críticas que hacen los grupos de izquierdas por el “abandono” al pueblo saharaui dado que el Gobierno toma partido por la posición marroquí.
Mientras que el argumentario del PSOE y el ministro de Exteriores aseguran que no ha habido un cambio de posición, el presidente sí lo ha reconocido al decir que lo que ha hecho el Gobierno es “profundizar en una postura manifestada por otros gobiernos de distinto color”. Así, por primera vez Sánchez ha dicho que la propuesta de autonomía de Marruecos para el Sáhara es la base “más seria, realista y creíble” para solventar. Hasta ahora el Gobierno se refería a los “esfuerzos” del reino alauita y el que más lejos llegó fue José Luis Rodríguez Zapatero al decir que el plan de autonomía era una propuesta positiva. Sánchez ha enfatizado que otros países potentes, como Alemania o Francia, tienen la misma posición que ahora ha tomado España.
“España lo que tenía antes era una no postura”, había dicho horas antes el jefe de la diplomacia en el Congreso: “España tiene que dejar de ser un espectador y hablar internamente de la cuestión del Sáhara y jugar internacionalmente junto con el enviado especial de la ONU para resolver una cuestión que dura 46 años”.
Sánchez ha “agradecido” al presidente del Gobierno de Ceuta, Juan Vivas (PP), su “colaboración” durante toda la pandemia y este se ha comprometido, a su vez, a seguir actuando con “lealtad, responsabilidad y sentido de Estado”. “Gracias, por esta visita y por la de mayo, cuando vivimos uno de los momentos más duros y difíciles de nuestra historia, porque ambas refrendan que la integridad territorial de Ceuta, como la de toda España, está garantizada por el Ejecutivo de la Nación con independencia de su color político”, ha destacado el político caballa.
Durante las dos horas que el presidente de España ha pasado en Ceuta, adonde ha llegado en helicóptero, Sánchez ha firmado en el Libro de Honor de la Asamblea autonómica y ha visitado la torre de control del puerto. En su interior ha conocido también el proyecto de la nueva estación marítima, obra ya adjudicada por casi 20 millones de euros que “dotará a la ciudad de una puerta de entrada digna, moderna y adaptada al siglo XXI”.
A diferencia de lo sucedido en mayo de 2021, cuando varias decenas de exaltados afines a Vox recibieron a Sánchez y al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el helipuerto con insultos e incluso patadas a sus coches oficiales, este miércoles han sido un centenar de militantes socialistas los que se han acercado hasta el mismo lugar para, en medio de un extraordinario despliegue policial por todo el centro de Ceuta, vitorear al presidente.