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Sánchez evita concretar una fecha para llegar al compromiso del 2% del PIB en gasto militar que rechazan sus socios

Pedro Sánchez, durante su visita a las tropas españolas de la OTAN en Letonia.

Irene Castro

15 de marzo de 2022 22:22 h

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Pedro Sánchez quiere mandar un mensaje de lealtad total y absoluta con las instituciones internacionales de las que forma parte España, especialmente la UE y la OTAN, en el marco de la invasión rusa de Ucrania. Y está dispuesto a sortear los conflictos que eso le ocasione en el seno de la coalición. Lo hizo al decidir el envío de armas a Ucrania al margen del mecanismo coordinado de la UE y lo ha repetido al cambiar su discurso respecto al gasto en Defensa. Apenas tres meses antes de que Madrid albergue la cumbre de la OTAN y en plena escalada bélica con discursos de Joe Biden sobre la posibilidad de que un ataque de Vladímir Putin acabe en la Tercera Guerra Mundial, el presidente aseguró que España cumplirá el compromiso alcanzado en la OTAN de llegar al 2% del PIB en gasto militar –en contra de lo dicho unos días antes por la ministra de Defensa–, aunque el Gobierno no aclara cuáles son los plazos para alcanzar esa cifra, que supondría duplicar los cerca de 10.000 millones que actualmente se destinan a esa partida.

La escalada bélica ha llevado a Sánchez a virar ligeramente su discurso para enfatizar la necesidad de incrementar el gasto militar. En apenas quince días, el socialista –que hace años llegó a abogar por la supresión del Ministerio de Defensa– ha pasado de comprometerse a aumentar hasta el 1,22% del PIB en 2024 el gasto destinado a la defensa a hablar directamente del 2% que fue comprometido en la Cumbre de Gales de la OTAN y del que España rápidamente se desmarcó. La semana pasada Margarita Robles reconoció en el Congreso que era una cifra inalcanzable. “Siempre he sido muy leal y honesta al decir que nunca llegaremos al 2%, como la inmensa mayoría de países”, dijo a los diputados antes de recordar que en esa cita de los aliados “no solo se habló del presupuesto sino también de las contributions y las capabilities”. “España está adelantado en el nivel de contribuciones en el ámbito de la alianza atlántica”, remató.

Desde que estalló la guerra, el discurso de los socialistas ha sido el de aplaudir el incremento del gasto que se ha producido desde que Sánchez está en Moncloa. En los últimos presupuestos se produjo una subida del 7,9% hasta situarse en 9.791 millones de euros. Esa cantidad –que Sánchez “por error”, según fuentes gubernamentales, situó en el 1,4% del PIB en una entrevista en La Sexta– representa el 1,04% de la riqueza total del país. Cuando llegó al poder, la cifra era del 0,9%. En Moncloa ven imposible duplicar esa cifra en dos años para cumplir con lo establecido en Gales. “Cada décima de incremento son mil millones”, recordaba la semana pasada una fuente en referencia al “esfuerzo” que estaba haciendo el Ejecutivo en ir aumentado el presupuesto destinado a Defensa.

Pero Sánchez quiso enviar ese mensaje de intensificación del gasto en tiempos bélicos. “El compromiso con OTAN siempre ha sido el mismo, pero la guerra está haciendo que Europa reaccione. No se trata solo de defender a Ucrania sino de proteger no solo límites territoriales de Europa sino un modelo de vida basado en los derechos fundamentales. Eso hace más evidente la necesidad de protección”, señalan fuentes gubernamentales. Sin embargo, el Gobierno es incapaz de poner una fecha para alcanzar ese compromiso y se limita a un genérico alcanzar el “horizonte” del 2% del PIB “en los próximos años”.

Un compromiso a largo plazo

Ni siquiera está claro que Sánchez vaya a tener el apoyo necesario para llevar a cabo ese incremento. A pesar de que lo que ha hecho es abogar por “aumentar el gasto en Defensa” para cumplir con el “mandato de la OTAN”, Unidas Podemos ha dejado claro su rechazo a esa apuesta. “Nos oponemos al aumento del gasto militar porque no hay ninguna necesidad”, defendió la coportavoz del grupo confederal, Aina Vidal.

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se encargó de transmitir a Sánchez que “no comparte” esa decisión en una reunión que ambos mantuvieron antes del Consejo de Ministros de este martes, informa Iñigo Aduriz. A pesar de ese encuentro, en Moncloa no hacían acuse de recibo de la oposición de la líder de Unidas Podemos en la coalición, pese a que admitían que habían hablado. “¿Dónde lo ha dicho?”, se preguntaban las fuentes consultadas dado que Díaz no ha salido públicamente a cuestionar ese posicionamiento. “Va a haber una posición única por parte del Gobierno como no puede ser de otra manera”, zanjaban esas fuentes.

El Gobierno tendrá que enfrentar, no obstante, ese obstáculo más adelante, cuando tenga que negociar los Presupuestos Generales del Estado. Por ahora el reto que se ha marcado Sánchez es lograr un gran acuerdo para el plan de respuesta de la guerra que pretende aprobar el 29 de marzo y que dependerá en buena medida de los resultados del Consejo Europeo que se celebra la semana anterior. Para Moncloa, el principal objetivo es que los veintisiete decidan desvincular el gas del precio de la electricidad y a ello se dedicará el presidente en los próximos diez días con encuentros con algunos de sus homólogos europeos. Es optimista porque sostiene que hay una “amplia mayoría” a favor de ese planteamiento que en el Ejecutivo vieron cercano durante la visita de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado fin de semana.

Los socialistas se esfuerzan, además, por defender esa iniciativa por encima de la bajada de impuestos a la que se comprometió Sánchez con los presidentes del PP este domingo. “Por mucho que nosotros bajemos la tabla impositiva, si continúa subiendo el coste de la energía, no estaremos consiguiendo el resultado necesario”, explicó la portavoz, Isabel Rodríguez, este martes. En todo caso, la intención es plantear rebajas fiscales para atraer al principal partido de la oposición a ese acuerdo con el que el Gobierno pueda combatir la inflación, que se ha convertido en el principal enemigo de Sánchez en su plan de llegar a 2023 con una bonanza económica que le dé oxígeno en las urnas.

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