El PSOE da por hecho que repetirá la primera posición en las elecciones generales del domingo. La gran incógnita –y temor– para los socialistas es la holgura de esa victoria en un momento en el que el partido –incluida la cúpula– ha asumido que el resultado no será muy diferente al del 28 de abril, según reconoció ya en campaña el secretario de Organización, José Luis Ábalos.
La clave para Pedro Sánchez está en los indecisos que, según las fuentes consultadas, pueden decantar en la balanza algunos escaños. En la recta final de la campaña, Moncloa ha detectado un importante crecimiento de Vox, un elemento que el candidato socialista azuza constantemente como instrumento movilizador de los votantes progresistas: “No demos por hecho que las tres derechas no suman”.
Muy lejos ha quedado ya la expectativa del PSOE de incrementar sustancialmente el número de diputados en una repetición electoral. Esa subida importante la dieron por hecho en Moncloa este verano como consecuencia del fracaso de la investidura. Pensaron entonces que los electores penalizarían a las fuerzas políticas, especialmente a Unidas Podemos, por impedir el Gobierno.
Sin embargo, las encuestas han dibujado una tendencia que el PSOE ha terminado por asumir: su estancamiento –con unos escaños por arriba e incluso por abajo de los actuales 123–, una recuperación del PP en segunda posición, una hecatombe de Ciudadanos, el aguante de Unidas Podemos y un importante crecimiento de Vox.
Esas son las claves que han marcado la estrategia de campaña de Sánchez, que ha hecho del desbloqueo su principal baza. El PSOE cree que puede catalizar una parte importante de los electores desencantados de Albert Rivera, un perfil de votante moderado –la “mayoría cautelosa” en palabras del jefe de gabinete, Iván Redondo– que consideran que se decantará por la papeleta socialista en pro de la estabilidad. Sánchez estima que hay dos millones de indecisos que determinarán “el grado de fortaleza del Gobierno que salga de las urnas”, según dijo en una entrevista en TVE el último día de campaña.
De ahí que Sánchez no se haya quitado el traje de presidente en los dos meses que al fin y al cabo ha durado la contienda. Ni siquiera en el debate electoral, en el que formuló anuncios como el nombramiento de Nadia Calviño como vicepresidenta económica. Ese fue un inapelable guiño a ese perfil moderado que explotó durante un enfrentamiento a cinco en el que endureció también el tono contra el independentismo al proponer medidas como la inclusión en el Código Penal del delito por convocatoria de referendos como el de 2017.
Sin garantías de gobernabilidad
A ese punto llegó tras cerrar la puerta a la gran coalición con el PP para impedir la fuga de votos hacia Unidas Podemos. Sánchez entró en el cuerpo a cuerpo con Pablo Iglesias: “Yo respondo claramente a su pregunta: no habrá gran coalición con el PP. Responda usted a mi pregunta: ¿va a volver a bloquear la formación de un Gobierno liderado por el PSOE por quinta vez o no? Los votantes progresistas de este país se merecen tener una respuesta clara por parte del líder de Unidas Podemos”.
Los socialistas han mostrado una gran dureza contra Iglesias –“no quiere ir a una negociación, quiere ir a un chantaje”, expresó Adriana Lastra este jueves– y han alejado cualquier posibilidad de un Gobierno de coalición fundamentalmente por las discrepancias sobre Catalunya. Sin embargo, siguen viendo en Unidas Podemos a su socio preferente para un acuerdo programático que dé estabilidad a un Gobierno en solitario del PSOE. “Somos un partido que siempre mirará a la izquierda”, expresó Sánchez en una entrevista en eldiario.es.
La posible fórmula de la gobernabilidad la determinará la aritmética que dejen las urnas, pero por ahora la coalición es una exigencia irrenunciable de Iglesias –que ya avisa de que no aceptará un veto sobre su persona como en julio–, pero Sánchez no descarta ser investido gracias a la abstención del PP y buscar después distintas mayorías para ir articulando la legislatura. No obstante, esa fórmula de ser presidente gracias al voto en blanco de la derecha pondría cuesta arriba el posterior apoyo de Unidas Podemos a los Presupuestos Generales del Estado.
En un acto en Alcalá de Henares (Madrid) antes de irse a Barcelona al cierre de campaña, Sánchez ha hecho una alusión directa a los votantes “defraudados” de Ciudadanos y de Pablo Iglesias para que se decanten esta vez por el PSOE y también se dirigió a los millones de dudosos: “A los indecisos les digo que si quieren estabilidad y un Gobierno fuerte y progresista que frene a la ultraderecha, esta es su casa, el PSOE”.
Una recta final cuesta arriba
El pesimismo y los nervios se han impuesto en un PSOE estancado que ha cometido en la recta final de la campaña errores como el de Sánchez sobre las instrucciones a la Fiscalía para traer a Carles Puigdemont de vuelta a España y que le obligó a rectificar 24 horas después en una entrevista improvisada en La Sexta.
Frente al optimismo que destilaba Moncloa a lo largo de la campaña, las federaciones socialistas llevan ya varias semanas viendo prácticamente imposible la subida de la que se mostraban convencidos en Moncloa salvo en casos muy puntuales de algunas provincias, como Tarragona. “Yo empiezo a tener miedo. Aquí la gente está concienciada y va a votar, pero hay cierto hartazgo”, resume una dirigente andaluza, cuyo pronóstico coincide con otros cargos socialistas consultados por eldiario.es: “Y ya no vamos a sumar ni con Rivera”.
En los últimos días, se han rebajado las expectativas en algunas circunscripciones donde veían factible aumentar la representación, como Salamanca, Palencia, Zamora y Segovia, donde el crecimiento de Vox puede frustrar al PSOE la posibilidad de rentabilizar con un escaño más la caída de Ciudadanos.
Sánchez ha hecho del miedo al auge de Vox de nuevo uno de sus principales reclamos de campaña como elemento movilizador del electorado progresista. Los socialistas admiten que una participación por debajo del 70% puede traerles problemas. Trufado con la necesidad del bloqueo, el candidato socialista ha defendido hasta la saciedad que el voto al PSOE es el único “útil y valiente” para frenar a la “ultraderecha envalentonada” frente a PP y Ciudadanos que la han “blanqueado” al pactar con los de Santiago Abascal.
En mítines y entrevistas, Sánchez pone como ejemplos los lugares en los que las tres derechas han logrado mayoría absoluta y ahora gobiernan, lo que tiene consecuencias en materias tan sensibles como la lucha contra la violencia de género. Llegó a advertir el jueves de que el Congreso no está libre de esa suma: “No demos por hecho que las tres derechas no suman”.
La exhumación de Franco supuso un espaldarazo para el PSOE, aunque en la cúpula admiten que no le aporta nuevos votantes pero sí moviliza a los suyos. La salida del dictador del Valle de los Caídos es uno de los hitos que más aplauden los militantes en las decenas de actos que se han celebrado estas semanas –más de 300 solo protagonizados por los miembros de la Ejecutiva–.
Catalunya, más riesgo que oportunidad
Pero el otro revulsivo con el que Moncloa confiaba revertir el estancamiento que pronosticaban las encuestas, Catalunya, tampoco ha dado el resultado que esperaban en el entorno del presidente en funciones. Las imágenes de disturbios tras la sentencia del procés hicieron sonar todas las alarmas en el PSOE a las puertas de la campaña y partido y Gobierno se mantienen ahora en alerta ante la convocatoria de movilizaciones por parte de Tsunami Democràtic la jornada de reflexión.
La lucha sin cuartel contra el independentismo ha sido una constante durante la campaña y las semanas previas hasta el último día: el Consejo de Ministros planteó este viernes dos incidentes de ejecución de sentencia al Tribunal Constitucional contra la Mesa del Parlament por admitir a trámite una resolución sobre el derecho a la autodeterminación. En total, el Ejecutivo ha elevado por esa vía una decena de impugnaciones desde el 4 de octubre y ha provocado que los miembros de la Mesa del Parlament y el Govern hayan sido advertidos de que el incumplimiento de las sentencias conllevará responsabilidades penales.
Sin embargo, el debate territorial siempre es problemático para el PSOE. En esta ocasión, Ferraz dejó fuera del programa electoral la apuesta por el federalismo y la propuesta para acabar con el conflicto, pero la queja del PSC le obligó a rectificar. Sánchez ha querido mandar, no obstante, un mensaje a Catalunya al celebrar en Barcelona el acto de cierre de campaña.
“Por primera vez un presidente de Gobierno cierra la campaña de una generales en Barcelona”, ha arrancado Sánchez ante las 3.000 personas que le esperaban en la Fira: “Aquí está la Catalunya que nosotros defendemos. No hay una Catalunya, hay muchas, afortunadamente; como no hay una España, hay muchas Españas, afortunadamente. Aquí esta la Catalunya que quiere convivencia y no confrontación, aquí está la Catalunya del orden democrático y no la violencia; aquí está la Catalunya de las soluciones y no del conflicto”.
El presidente en funciones no ha hecho ninguna referencia al federalismo o la plurinacionalidad, pero sí ha prometido que con su Gobierno se superará la “crisis de convivencia”. “El PP dice que quiere salvar Catalunya pero los catalanes no quieren ser salvados por el PP, quieren ser salvados por un partido que apuesta por la convivencia, la concordia y el diálogo”, ha asegurado Sánchez.
El líder socialista se ha mostrado convencido de su victoria en el conjunto de España y también en Catalunya, donde en las encuestas su partido ha estado ligeramente por detrás de ERC durante toda la campaña. “Catalunya se va a volver a teñir de rojo porque vamos a ser la primera fuerza”, ha prometido con confianza.
A diferencia de su intervención en Viladecans con la que abrió la campaña catalana, este viernes Sánchez ha desplegado un extenso programa social, con propuestas desde la subida del SMI a la mejora de las pensiones, la inversión sanitaria o la derogación de la reforma laboral. Pero, en Barcelona, Sánchez ha preferido no reiterar las tres propuestas sobre Catalunya que anunció en el debate de candidatos, como penalizar la convocatoria de referéndums ilegales. En la recta final de la campaña no las ha mencionado más allá de en las entrevistas en las que se le ha preguntado por ello y lo ha justificado en que el independentismo amenaza con volverlo a hacer.
Sánchez ha puesto fin a la competición con los mantras de su campaña: el desbloqueo y el temor a la extrema derecha y los independentistas. “Si queremos un Gobierno fuerte frente a la precariedad y el bloqueo, un Gobierno progresista frente a la ultraderecha, y un Gobierno moderado frente a los extremistas, aquí está el Partido Socialista para votarlo al domingo –ha exclamado–. Somos la esperanza de Catalunya y de España, por eso hay que votar al PSOE el próximo domingo”. Sánchez anima a los suyos a ir a votar y a no confiarse: de momento no hay votos en las urnas y la participación es clave.