Aldama, Ábalos, Lobato, Begoña, el hermano imputado, el fiscal general recibiendo fuego judicial graneado, el PP convencido de que los magistrados juegan en su bando... Hay semanas que parecen interminables y la de ahora lo está siendo para el PSOE. Y es justo la semana que concluye con la celebración de su congreso en el que Pedro Sánchez anunciará que está dispuesto a resistir hasta la muerte e incluso un poco más allá. Para el Partido Popular, la jugada está clara. Un día en que se habla de Sánchez –o por ejemplo Aldama o Lobato– es un día en que no se habla de Carlos Mazón.
El PP ya no sabe qué hacer con él. En realidad, sí lo sabe. Nada. Ante la duda, es mejor no recordar que existe. Algunos días eso es más acuciante, como después de que se supiera su medida en favor de los damnificados: los altos cargos de la Administración autonómica para los que se ha eliminado el tope salarial que existía. Al mismo tiempo, prometió destinar 250 millones en ayudas a las víctimas, una cantidad ridícula en el presupuesto anual de la Generalitat. ¿Es eso dramático para el PP? No, mientras pueda recurrir a Víctor de Aldama. Habrá un día en que este quede amortizado, pero no será pronto. Su show acaba de comenzar.
Un mes después de la tragedia de Valencia, Sánchez compareció en el pleno del Congreso. Los miércoles anteriores estuvo en viajes en el extranjero. El retraso en aparecer restó toda la fuerza a su intervención. Lo que contó ya lo había explicado antes Teresa Ribera. Después de una primera intervención sin muchas aristas políticas, en la réplica se lanzó en picado contra Mazón. Calificó de “codicia y cara de cemento” el decreto de Mazón que altera el régimen salarial. Como Alberto Núñez Feijóo insistió en criticarle por no haber declarado la emergencia nacional –lo que suponía arrebatar el control a Mazón, que no estaba dispuesto a soltarlo–, Sánchez planteó directamente el cese del presidente valenciano.
“¿En qué quedamos? Si tan mal cree que lo está haciendo el señor Mazón, ¿por qué no le exige que dimita?”, preguntó a Feijóo. La pregunta no recibió respuesta, porque Feijóo no puede admitir en público que Mazón se negó a hacer lo que le pedía el presidente de su partido. Además, el líder del PP ha perdido la mayor parte del interés sobre Valencia. Incluso en la parte del pleno dedicada a la catástrofe, no dejó de mencionar a Aldama y hasta a Begoña Gómez.
En la sesión de control posterior, ya no había que perder el tiempo hablando de la DANA. Allí el PP preparó un menú de plato único con ocho preguntas dedicadas a Aldama, Ábalos y sus aledaños. Feijóo preguntó a Sánchez si le preocupaban más “los whatsapps de Moncloa con la Fiscalía o la próxima declaración del señor Aldama” (susto o muerte). El presidente le respondió exigiendo “la destitución del señor Mazón”. Feijóo ya había dicho antes que “le daba (a Aldama) la misma verosimilitud que le dan los fiscales anticorrupción”. Sánchez no podía meterse con la Fiscalía, así que se limitó a decirle que estaba dando “más credibilidad a un delincuente confeso que a la AEMET”.
Sánchez se fue poniendo tenso y acabó recordándole los grandes éxitos del PP. Marcial Dorado, claro. La sede de la calle Génova, rehabilitada con dinero negro. La condena por financiación ilegal. Todo cierto, pero antiguo. Sobre Aldama, nada más que llamarlo delincuente.
Ese mismo día, el contratista dio su primera entrevista en la Cadena COPE. No será la última. Mantuvo el estilo provocador que tuvo tras salir de prisión, conseguida gracias a la gran comprensión de los fiscales. Para dar a todo un aire siciliano, habló de su seguridad: “Quiero entender que en este momento cualquier cosa que me pudiera pasar a mí o a mi familia va a apuntar al Gobierno y al presidente, está claro. Entiendo que en este momento no me va a pasar nada, pero sí es obvio que conociendo a los personajes, pues me tendré que cuidar muy mucho”.
Aldama hinchó pecho con la foto publicada esa mañana por El Mundo. Aparece con el coronel de la Guardia Civil Francisco Vázquez, el agregado del FBI en la embajada en España y un miembro de la CIA destinado en Madrid. A iniciativa de Vázquez, había organizado una cacería para agasajar a los norteamericanos.
Eso prueba su amistad con el coronel y que se ocupaba de la agenda de ocio y tiempo libre. Pero al menos se confirma que era colega de los responsables de la unidad antiterrorista de la Guardia Civil. La foto, que está en el sumario del Caso Koldo, ha aparecido con gran rapidez para refutar las burlas del Gobierno sobre sus contactos. Le habían comparado con el Pequeño Nicolás.
Lo único malo para el PP es lo que Aldama comentó sobre la falta de pruebas que respalden acusaciones tan graves como las que ha hecho: “Ya se han aportado pruebas a la Fiscalía. Hay más que suficientes”. Se ha especulado con que habrá un constante goteo de revelaciones por parte de Aldama. Sólo con su descripción de Ábalos como el hombre al que Sánchez pedía consejo por todo o las fotos con su amiguete de la Guardia Civil, ya da para unos cuantos titulares. Pero sin pruebas de verdad será más difícil seguir apretando al Gobierno. Esa partida no está cerrada. Habrá más capítulos si el caso llega al Tribunal Supremo para investigar directamente a Ábalos.
Sobre Begoña Gómez, dijo que había tenido un encuentro con ella en el bar de un hotel de San Petersburgo durante la Asamblea de la Organización Mundial del Turismo. Unas copas por la noche junto al consejero delegado de Globalia. Feijóo le metió más imaginación al asunto en el Congreso y dijo a Sánchez que Aldama “compartía negocios con su esposa”. A estas alturas, inventarse algo sobre un testimonio ya conocido es lo menos que se espera de un discurso en el Congreso.
El Gobierno sólo puede esperar a ver qué más tiene Aldama. A cuenta del fiscal general, lo tiene más difícil hasta el punto de que debería empezar a afrontar la realidad. Una asociación de fiscales denunció que el día del registro de su despacho vieron en el patio de la Fiscalía General a Álvaro García Ortiz hablando con la teniente fiscal del Supremo y con un teléfono móvil en las manos. Para dar un aire delictivo a la escena, afirmó que estaban manipulando el móvil. El magistrado del Tribunal Supremo que lleva el caso ha pedido que no se borren las imágenes de las cámaras de seguridad. Fuentes de la Fiscalía han dicho a este diario que las únicas están en la fachada del edificio.
Una reacción como esta del instructor sobre una escena tan aparentemente inocua –los agentes tenían en sus manos el móvil de García Ortiz y ninguna orden le prohibía utilizar otro teléfono– indica que el destino del fiscal general está ya muy lejos del alcance del Gobierno. Es decir, es muy arriesgado apostar dinero en favor de la supervivencia de García Ortiz. Lo que se puede dar por seguro es que nadie investigará la filtración de los mensajes enviados por el fiscal general, que ya se ha producido. Esa sangría sólo se puede cortar con la dimisión o retirada temporal de un alto cargo que está en el punto de mira de una operación tan política como judicial. Demasiados enemigos con toga.
La mañana se cerró con la noticia de la imputación del hermano de Pedro Sánchez y la dimisión de Juan Lobato al frente del PSOE de Madrid. Ciertos medios –la lista no es corta e incluye a The Objective, Voz Populi y El Debate– llevan meses publicando que David Sánchez cuenta con un patrimonio millonario sin que se sepa cómo lo ha conseguido. El PP lo ha utilizado en varias intervenciones públicas. Ahora resulta que el informe de la UCO descarta que tenga esa fortuna, empezando por 1,4 millones en acciones del BBVA citados en varias informaciones. La sorpresa se reduce cuando se sabe que la denuncia inicial procedía del grupo ultra Manos Limpias, el mismo modus operandi del caso Begoña Gómez. Recortes de prensa, Manos Limpias junto a otros despachos fabricantes de querellas y la búsqueda de un juzgado que decida que hay que investigar.
Hablando del caso de Aldama en el pleno, Borja Sémper dijo que “afortunadamente, el poder judicial es implacable”. Eso ayuda a entender todas estas historias. También elogió a “la prensa libre española que investiga los casos de corrupción”. Seguro que estaba pensando en los medios que contaron que David Sánchez era millonario.
Por lo que le toca a Lobato –un motivo más sólido para que el PSOE esté nervioso–, está claro que había dejado a todo el partido con la boca abierta, y no precisamente de admiración, al escucharle confirmar que había depositado en una notaría los mensajes que le envió una alto cargo de Moncloa, que ha sido jefa de gabinete de Óscar López, sobre el caso del fiscal general.
Lobato no desaparece por completo con su dimisión. El viernes, debe declarar ante el juez y llevar consigo esos mensajes. Entonces, se verá si son dinamita o pólvora mojada. Los sustos no se han acabado para los socialistas.