En el PSOE todas las miradas se dirigen a Andalucía. Es la federación más poderosa, pero también la más crítica. Los ojos se posan sobre Susana Díaz, que amaga con hacerse con las riendas del partido y desbancar a Pedro Sánchez. Pero este verano la presidenta y el socialismo andaluz han mantenido un silencio táctico. En plena discusión soterrada sobre qué hacer en la investidura de Mariano Rajoy con el propósito de evitar terceras elecciones, Díaz ha desaparecido y sus representantes en la dirección y en el grupo parlamentario en el Congreso han evitado pronunciarse. Tampoco ha habido una reacción en contra del último movimiento del secretario general: buscar una solución junto a las “fuerzas del cambio”. Sánchez vuelve a tener un respiro.
Díaz ha huido de los focos desde mediados de julio, cuando se posicionó en la postura oficial del rechazo a Rajoy, aunque dejó claro que Sánchez tenía que comprometerse a quedarse en la oposición y a hacer lo posible por evitar terceras elecciones. Desde entonces ha optado por el silencio.
También sus representantes en la dirección del PSOE y en el grupo parlamentario se decantaron por mantener un perfil bajo. En la primera reunión de la Ejecutiva tras las vacaciones, Antonio Pradas reiteró el rechazo a Rajoy. Sin embargo, tras resurgir el debate de los barones sobre la necesidad de que haya un debate interno tras el rechazo a Rajoy en el que los socialistas se puedan replantear su negativa, Pradas no intervino en la reunión de la Ejecutiva.
Ningún diputado andaluz –que tiene 20 de los 84 parlamentarios del grupo– alzó la voz en la reunión que mantuvieron un día antes de que comenzara el debate de investidura. Algunos diputados reclamaron una reflexión más allá del “no es no” de Sánchez. Sánchez les respondió en el debate de investidura con su nueva propuesta.
En sus últimas apariciones públicas, los portavoces autorizados de Díaz han evitado entrar en la polémica: “Después de la votación se va a un ciclo distinto y habrá que ver cómo se conforma”, expresó el portavoz en el Parlamento andaluz, Mario Jiménez, que evitó así secundar a quienes piden un Comité Federal para replantearse la posición, pero también apoyar a la dirección de Sánchez en el no rotundo y para siempre. “Nosotros en este momento no estamos en este tema”, dijo Pradas sobre la posibilidad de plantear una reunión de ese órgano.
Ese nuevo ciclo comenzó el viernes después de que el Congreso rechazara a Rajoy por segunda vez en 48 horas. En ese debate, Sánchez dio un golpe de efecto al proponer al resto de “fuerzas del cambio” -Unidos Podemos y Ciudadanos- abrir un diálogo para tratar de llegar a una “solución”.
Sánchez gana tiempo
Tampoco esa propuesta ha tenido aún respuesta por parte del PSOE de Díaz. Dirigentes próximos a la presidenta andaluza, que se enteraron de los planes del secretario general cuando los desveló en la tribuna del Congreso, ven en las palabras de Sánchez una fórmula para sacudirse la presión de quienes pretenden culparle de permitir que haya terceras elecciones.
Esas mismas fuentes señalan que habrá que ver cómo se van orientando los planes. Por el momento cumplen las directrices del Comité Federal: decir no a Rajoy y evitar terceras elecciones. El equipo del secretario general se esmeró el viernes en dejar claro que él no se está postulando para intentar de nuevo llegar a Moncloa. Los barones, entre ellos Díaz, le dejaron claro tras el 26J que debe quedarse en la oposición. Sánchez ha convocado a su dirección este lunes y en el PSOE confían en que se esclarezca, a partir de ahora, la hoja de ruta.
Esa inacción del socialismo andaluz da otra tregua a Sánchez. Los barones no tienen un plan, aunque han dejado claro que optan por la celebración de un Comité Federal para estudiar la situación. Cualquier maniobra para mover el pie a la dirección federal necesita del apoyo del PSOE-A.
Algunos dirigentes territoriales abogan por permitir que gobierne Rajoy dado que ha logrado el apoyo de Ciudadanos. “170 es más de los 131 que consiguió Sánchez”, ironiza un dirigente. Sin embargo, el único que lo ha defendido públicamente ha sido Guillermo Fernández Vara. Pero Sánchez está determinado a resistir, pese a la presiones externas e internas.
Tanto en Ferraz como dirigentes próximos a Díaz dudan de que llegue a forzarse el debate de la abstención: “Eso significaría acabar con todas sus posibilidades en un congreso”, expresa un diputado cercano a la presidenta andaluza sobre la penalización interna que conllevaría para la pelea por el liderazgo que, en principio, se librará una vez esté resulta la gobernabilidad. “Nadie va a plantear la abstención. Y si la plantean van a perder estrepitosamente, sea en el Comité Federal, en una consulta o donde sea”, señala un barón de la cuerda de Sánchez.
Los socialistas dan por hecho que ese debate entrará en una pausa hasta que se celebren las elecciones y admiten que el escenario perfecto sería que los resultados arrojasen una salida: el intercambio de apoyos de PNV y PP en Euskadi y en Madrid, pese a que los nacionalistas vascos han negado esa posibilidad. Desde el punto de vista orgánico, algunos dirigentes ubicados en el sector crítico consideran que si las urnas arrojan un mal resultado podrían plantear entonces que se adelante la batalla por el liderazgo.
Los cargos próximos a Díaz creen que jamás saldría esa maniobra: “El problema fundamental es que Susana Díaz no quiere dar el paso”, admite un diputado que recuerda que ha amagado varias veces con coger al AVE a Ferraz y al final no lo ha hecho. “Solo hay dos opciones: cargarse a Sánchez o terceras elecciones. Así que vamos a terceras elecciones”, reconocía un diputado de los que defienden la abstención con el propósito de salir del bloqueo.