De momento, hay dos mujeres en la carrera para presidir el Parlamento Europeo a partir de enero. La maltesa Roberta Metsola, candidata de los populares, y la española Sira Rego (IU), designada por el grupo de La Izquierda (el de Podemos, IU, Syriza, France Insoumise, Die Linke...). Rego, jefa de la delegación de IU en la Eurocámara y portavoz federal de la organización de Alberto Garzón, ya participó en la carrera por presidir el Parlamento Europeo al inicio de la legislatura, en julio de 2019, cuando se impuso el socialista italiano David Sassoli en virtud del acuerdo entre populares, socialistas y liberales para repartirse los principales puestos de las instituciones europeas.
De acuerdo con aquel pacto, a partir de enero la presidencia debería recaer en el alemán de la CSU Manfred Weber, frustrado candidato a presidir la Comisión Europea, en manos de su compatriota Ursula von der Leyen. Weber no ha querido la presidencia del Parlamento Europeo y ha optado por seguir como presidente de los populares en la Eurocámara, lo que ha abierto la batalla en Bruselas mientras se produce el relevo en Berlín entre Angela Merkel (CDU/CSU) y Olaf Scholz (SPD).
En efecto, que la familia conservadora haya perdido Alemania en favor de un pacto entre socialistas, verdes y liberales ha dado alas a la familia socialdemócrata europea, que no quiere quedarse sin la presidencia de ninguna institución europea en un momento de retroceso de los populares.
Y en ese repartir de nuevo las cartas, los socialistas en el Parlamento Europeo ya han mostrado su voluntad de disputar la presidencia de la Cámara, sin designar oficialmente ningún candidato, si bien el actual presidente, David Sassoli, está en sus filas.
Los populares, por su parte, eligieron a la maltesa Roberta Metsola después de que el español Esteban González Pons renunciara a la carrera.
En este contexto, el grupo parlamentario de La Izquierda ha designado este miércoles a Sira Rego, a la espera de los movimientos de los socialistas –si se oficializa la candidatura de Sassoli o de alguna otra persona, como la española Iratxe García o la alemana Katarina Barley–; los Verdes –que podrían inclinarse por apoyar una candidata socialista mientras sopesan presentar un nombre propio, como ocurrió con Ska Keller en julio–, y los liberales –parecen mayoritariamente inclinados a votar a la candidata del PPE–.
Las candidaturas a la presidencia del Parlamento sólo pueden ser presentadas por un grupo político o por la vigésima parte de los miembros, es decir, 35 eurodiputados. Para ser elegido, un candidato debe obtener mayoría absoluta de los votos válidos emitidos, es decir, al menos la mitad más uno.
La votación es secreta y los votos blancos o nulos no se tienen en cuenta a la hora de calcular la mayoría. La elección se desarrolla por un sistema de vueltas –con un máximo de cuatro– hasta que uno de los candidatos consiga la mitad más uno de los votos emitidos. En caso de que en las tres primeras votaciones ningún candidato haya obtenido la mayoría necesaria, sólo participarán en la cuarta y última votación los dos candidatos que hayan contado con el mayor número de votos.
Tras la elección, el nuevo presidente toma posesión del cargo y puede pronunciar unas palabras antes de la elección de los 14 vicepresidentes y los cinco cuestores.
“Extrema derecha y crisis ecosocial”
La candidatura de Rego llega “en un momento, y en un contexto, en el que tenemos dos grandes desafíos: el auge de la extrema derecha y su guerra contra los derechos humanos, y la crisis ecosocial”, según sus propias palabras: “La respuesta a estos desafíos es el feminismo, el ambientalismo, los servicios públicos, el Estado del Bienestar y el empleo de calidad. Para lograr esto, necesitamos otro tipo de instituciones europeas y un tipo diferente de gobernanza en Europa”.
Rego fue elegida eurodiputada por primera vez en mayo de 2019, después de haber trabajado en una cooperativa de proyectos relacionados con la soberanía alimentaria, y de ser concejal en Rivas Vaciamadrid, con competencias sobre vivienda, sostenibilidad, movilidad y medio ambiente.
“Todos los días vemos cómo la política migratoria, la política anti-mujeres, la política anti-LGBTI y la demolición del Estado de Bienestar son una realidad en Europa. Necesitamos una respuesta colectiva. Una respuesta que ofrezca futuro, que da esperanza, que movilice a la gente”.