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Los socialistas buscan grietas en Unidas Podemos para allanar una investidura sin coalición

Se le atribuye a Julio César, la hizo propia Maquiavelo en el Príncipe y a lo largo de la historia muchos han sido los personajes célebres que, como Winston Churchill, también la aplicaron. “Divide et impera”. “Divide y vencerás”.  “Divide y reinarás”. Hay múltiples versiones. Y todas responden al síndrome del César. Un líder que, en lugar de crear equipos, busca generar desconfianza para imponerse ante todos ellos. Pasa en las guerras de poder. Y pasa también en las estrategias de negociación.

Pedro Sánchez no es en esto una excepción. Ni tampoco es la primera vez que busca la fractura entre sus adversarios. Lo hizo en 2016 cuando Podemos se negó a apoyar el “pacto del abrazo” que suscribió con Albert Rivera para su primera investidura fallida y ofreció a Alberto Garzón, un acuerdo al margen de Pablo Iglesias. El líder de IU se negó entonces a entrar en el juego. Y el presidente en funciones lo volverá a hacer ahora ante una nueva ofensiva en el mismo sentido.

Pablo Iglesias contaba de antemano con ello. De ahí que incluyera hace unas semanas, además de a Pablo Echenique y a Ione Belarra en la mesa de negociación con los socialistas, a Jaume Asens (En Comú Podem), Yolanda Díaz (Galicia en Común), Enrique Santiago (Izquierda Unida y Partido Comunista de España) y Juantxo López de Uralde (Equo). La ampliación de esa comisión buscaba cohesionar al grupo confederal, lograr que todas las sensibilidades estuvieran representadas en las reuniones bilaterales y de paso garantizar un discurso único durante la dura negociación que vendría.   

Aún así desde el PSOE buscan grietas entre los miembros de la comisión negociadora que puedan allanar la investidura sin que haya una coalición de gobierno. Hablan de distintas sensibilidades, de falta de información en las confluencias y hasta llegan a calcular que una veintena de los 42 diputados estarían en contra de ir elecciones y a favor, por tanto, de aceptar un acuerdo programático con responsabilidades institucionales lejos del Consejo del Ministros.

“La reunión sirvió para transportar información que curiosamente y de manera inopinada Unidas Podemos no tenía sobre algunos extremos sobre los cuales se había venido hablando. Estaban también las confluencias y fue importante que oyeran de primera voz por parte del PSOE cuál había sido la secuencia con detalle”, deslizó la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, en un claro intento de buscar diferencias en el grupo confederal. Desde por la mañana, la consigna entre los socialistas fue esa. “Fue evidente el inmovilismo de Echenique y Belarra ante cualquier giro o avance durante la reunión y evidente también la incomodidad del resto de integrantes de la delegación”, añade otro interlocutor gubernamental, en conversación con eldiario.es.

Los de Iglesias niegan la mayor, hablan de máxima unidad en la delegación y, aun dando por bueno que no todo el grupo parlamentario piensa lo mismo, defienden que las decisiones se debaten, se adoptan y se aceptan. Según esa tesis, no hay por tanto riesgo de estampida ni de que alguna de las confluencias anuncie su apoyo a una posible investidura de Sánchez para un gobierno en solitario, pese a que exista ya un reconocimiento explícito de que fue un error dejar pasar la oferta que tuvieron sobre la mesa el pasado julio, la vicepresidencia y los tres ministerios que aceptó ceder el PSOE para investir a Sánchez.

Los socialistas no descartan, por su parte, que Iglesias se plante ante el rey en la ronda de consultas, anuncie su apoyo gratis a Sánchez y le arrastre a una investidura sin acuerdo programático y sin garantías mínimas de estabilidad que obligase a disolver las Cortes de nuevo en menos de un año. Sin embargo, entienden que entre ir a elecciones en noviembre o ir en 2020, el líder de Unidas Podemos forzará lo primero para no dar tiempo a que Errejón pueda construir un proyecto político de ámbito nacional que compita con Unidas Podemos. 

Lo cierto es que la posibilidad de un pacto se aleja a medida que pasan los días, y desde La Moncloa ya sitúan la fecha límite para el acuerdo en la mañana del 16 porque prevén que el rey celebre la nueva ronda de consultas entre los días 16 y 17. Para eso quedan solo diez días, ocho si descontamos el fin de semana, en el que no hay previsto contactos. La delegación socialista ya advirtió de hecho a los representantes de Unidas Podemos durante la reunión del jueves que sólo contaban con una semana de plazo para encauzar un diálogo y que, no avanzar de forma sustancial hacia una tercera vía entre el gobierno en minoría y el de coalición, podría dar al traste con la reunión entre Sánchez e Iglesias. Ni está cerrado ni tendría demasiado sentido celebrar el encuentro entre líder si las delegaciones de ambos partidos no rompen con el diálogo de sordos que mantuvieron durante cuatro horas y media el pasado martes. 

De momento, PSOE y Unidas Podemos no han vuelto a tener contacto ni siquiera telefónico, si bien no se descarta que haya conversaciones en las próximas horas y una segunda reunión discreta que no trascendiera a la opinión pública. Entramos ya en tiempo de descuento…