Se presentó como azote del Gobierno durante la pandemia. Pero con el tiempo también se convirtió en un elemento incómodo para el que ha sido su partido hasta este martes, 28 de mayo. Juan Luis Steegmann (Madrid, 1955), el medico de Vox, como se le conocía en el Congreso, ha dado un portazo a Santiago Abascal en vísperas de unas elecciones europeas cruciales para la extrema derecha. Steegmann se va con una dura carta de despedida publicada por Libertad Digital en la que desvela que no va a votar a Vox el próximo 9 de junio y en la que acusa a Abascal de haber llevado a la formación de extrema derecha hacía una “deriva neofalangista”, alejándose de un espíritu que él consideraba más “liberal”.
Entre los detonantes que le han llevado a tomar esta decisión, el exdirigente de Vox cita en su carta los discursos que escuchó en el festival 'Europa Viva 24' en el que se lanzaron mensajes antieuropeístas, xenófobos y racistas por parte de todos los intervinientes, entre ellos el propio Abascal y el candidato europeo, Jorge Buxadé, con el que Steegman nunca ha mantenido buenas relaciones y al que acusa de mantener posturas “anticientíficas”. A aquella 'fiesta patriótica' acudieron los principales líderes de la extrema derecha europea y latinoamericana pero la gran estrella invitada fue Javier Milei, el presidente de Argentina, que insultó a la mujer de Pedro Sánchez llamándola “corrupta”.
Doctor en Medicina y hematólogo, especialidad que ejerció en el Hospital de La Princesa en Madrid, Steegmann, de 68 años, ostentó durante la pasada legislatura la portavocía de Vox en la Comisión de Sanidad del Congreso. Durante la pandemia fue muy crítico con el entonces ministro del ramo, Salvador Illa, a quien el día que dejó su cartera para dedicarse de lleno a Catalunya despidió como “el ministro del coronavirus y de la eutanasia”.
Además de sus sonoras intervenciones contra el Gobierno, de aquella etapa como portavoz de Sanidad destaca por encima de todo la postura que mantuvo Steegmann a favor de las vacunas frente a la COVID. Muchos dirigentes de la cúpula de su partido, empezando por el propio Abascal, renegaban en cambio de ellas y evitaban desvelar si se las habían puesto. El diputado consideró esto un grave error y abogó por su uso, lo que le valió de una campaña de acoso en las redes sociales por parte de simpatizantes y militantes de la extrema derecha. “Me importan un bledo, insultos y difamaciones. Voy a defender la vacunación y los fármacos contra el coronavirus no sólo como médico, sino como político, hasta el final de la epidemia, y contra viento y marea”, dejó escrito en Twitter, ahora X.
Pese a todo, en las pasada elecciones del 23 de julio Abascal lo situó de nuevo en su candidatura por Madrid como número seis. Pero el batacazo sufrido por la extrema derecha en esos comicios, en los que pasó de 52 a 33 diputados, lo privó de revalidar su escaño ya que en Madrid solo lograron cinco actas. La inesperada dimisión un mes después de Iván Espinosa de los Monteros como portavoz parlamentario y también de sus responsabilidades orgánicas le abrió la oportunidad de entrar de nuevo en el Congreso. Pero Steegman se negó y la lista corrió hasta Carla Toscano, la diputada antifeminista que al final también se fue de la Cámara Baja con la excusa de que quería dedicarse de lleno a su labor como concejala de Vox en el Ayuntamiento de Madrid.
La renuncia de Espinosa de los Monteros convulsionó al partido, sumido en esos momentos en una fuerte crisis interna, y removió las heridas abiertas con el sector de Vox que se autodefine como más “liberal” en el que se situaba a Steegmann y que capitaneaba el exportavoz parlamentario. Abascal fue arrinconando a Espinosa en favor de dirigentes del ala más ultra, conservadora y del Opus Dei, como Jorge Buxadé. La tensión interna en Vox era ya tan palpable que el líder del partido decidió adelantar la Asamblea General para no perder el control de la formación y evitar así una candidatura alternativa del sector crítico si fracasaba en las elecciones gallegas, que estaban al caer. El escaso margen que dio para que alguien le plantara cara impidió que se fraguara una alternativa al férreo liderazgo de Abascal, que en ese cónclave volvió a rodearse de una camarilla de fieles 'aplaudidores'. Vox, como todo apuntaba, no consiguió entrar en el Parlamento de Galicia pero ya nadie pudo cuestionar a Abascal, blindado para otros cuatro años en su cargo de presidente de Vox.
La formación logró luego mantener en Euskadi el único escaño que tenía, por Álava. En las catalanes, aunque no consiguieron subir de los 11 escaños que ya tenían, se jactaron de haber crecido en votos, minimizando el sorpaso del PP que los desplazó como primer partido de la derecha. En todas esas campañas Steegmann ni apareció. De hecho desde su renuncia a ocupar el escaño vacante de Espinosa no se le había vuelto a ver en ningún acto del partido.
Militó en el PSOE
Según recuerda ahora su carta de despedida del partido, en 2017 se afilió a Vox “creyendo que su objetivo principal era combatir al separatismo y el socialismo”. “De hecho, en 2019 nos presentamos con un programa anti secesionista, y liberal”, afirma ahora. “Pero, desde hace años, Vox está prescindiendo de la parte más liberal de su programa, y de sus diputados. Es más, ha continuado un viaje nocturno que se acerca al neofalangismo”, lamenta.
En sus biografías se desvela que antes de aterrizar en el partido de extrema derecha Steegmann militó en el PSOE e incluso que coqueteó con las “ideas marxistas”, algo que él mismo reconoce este martes en su despedida mientras lanza pullas contra Buxadé. “Comprendo que el Sr. Buxadé o muchas personas muy influyentes en el partido tengan una base juvenil falangista y se complazcan en ella. Yo también la tengo marxista, pero dejé de serlo; era joven y de lecturas limitadas... El distribucionismo, el estatalismo, y el neofalangismo van contra la base fundacional de Vox”, concluye el médico y ya exmilitante de la extrema derecha.
A Steegmann le pareció “insufrible” que Buxadé, en su discurso en la 'fiesta patriotica', volviera a “mencionar despreciativamente a las vacunas”. Una postura “anticientífica” que, según señala, le hace imposible votar a Vox en las próximas elecciones europeas. Por todo ello Steegmann “ruega” a Abascal que cambie de rumbo dado que a su juicio “la lealtad hacia los que tienen que liderar, y, por tanto, ser mejores, se fundamenta en avisarles cuando crees que se desvían en su camino”. La reacción del partido a su espantada ha sido, de momento, un silencio sepulcral.