El PSOE discute cómo llevar a cabo la abstención para que gobierne Mariano Rajoy que ya dan por hecho que será la decisión que se tome en el Comité Federal del domingo. Los socialistas que abogan por que la legislatura eche a andar sin pasar de nuevo por las urnas están divididos entre la fórmula que deben usar: la “abstención técnica” de 11 diputados o que todo el grupo parlamentario acate la orden del máximo órgano de decisión del partido.
Javier Fernández y Susana Díaz son partidarios de que los 84 diputados socialistas se abstengan. Esa opinión la secundan otros dirigentes afines a la gestora de distintas federaciones. “Lo de las 11 abstenciones es como reconocer que la abstención es vergonzante”, comentaba este jueves una diputada en el patio del Congreso.
Ordenar que todo el grupo cumpla la disciplina de voto puede escenificar la división en la bancada socialista. El PSC sigue defendiendo que sus siete diputados voten en contra de Rajoy. También parlamentarios sueltos sostienen que mantendrán el rechazo: Margarita Robles, Susana Sumelzo y Odón Elorza. Los dos parlamentarios baleares están en duda.
La incógnita de Sánchez
La incógnita sigue siendo Pedro Sánchez, que no ha aparecido en el Congreso en los dos plenos que se han celebrado desde su dimisión el 1 de octubre. Al exlíder socialista le llegan todo tipo de recomendaciones: que debe mantener el no “por coherencia” y que debe abandonar el acta porque un exsecretario general “no puede desobedecer” a un órgano interno.
Algunos dirigentes sostienen que la intención de Díaz de obligar a que todos los diputados voten en bloque persigue “machacar” a su rival. “Quieren hacerle morder el polvo, humillarle”, expresa una parlamentaria próxima a Sánchez.
Entre los partidarios de la abstención que abogan por una posición intermedia –la de las 11 abstenciones que permitan que haya gobierno de Rajoy– hay algunos, incluso andaluces, que sostienen que sería un “gesto” en clave de apaciguamiento interno.
“Abstención técnica” para evitar la división
La “abstención técnica” que defienden algunos dirigentes, como Emiliano García-Page o Guillermo Fernández Vara, se puede explicar: “El partido está en contra del PP, pero facilita la gobernabilidad”, resumen. Además, sostienen que permitiría evitar que quede patente la división de los socialistas ante la investidura, aunque no es un argumento compartido por todos: “Habrá que ver cuántos son finalmente los que se mantienen en el no, porque si son cuatro o cinco, ¿es división?”, reflexiona una diputada.
El debate sobre la fórmula para la investidura se va a mantener hasta la reunión del Comité Federal de este domingo y puede que se prolongue aún más. Los socialistas no se ponen de acuerdo sobre qué órgano interno tiene que fijar la estrategia. Algunos dan por hecho que la votación en bloque o que solo 11 parlamentarios se ausenten o abstengan tiene que tomarla el Comité Federal.
Sin embargo, hay dirigentes que consideran que ese órgano solo puede fijar la posición política sobre la investidura y que la decisión táctica corresponde a la gestora o al grupo parlamentario. El dibujo final de la investidura que permita seguir gobernando a Rajoy puede, por tanto, retrasarse hasta la próxima semana.
El principal problema para los socialistas es el PSC. El mantenimiento del rechazo a Rajoy no serían en este caso una cuestión de diputados puntuales sino la decisión del partido hermano, pero independiente, del PSOE. La gestora ha amenazado a Miquel Iceta con “revisar” las relaciones entre ambas organizaciones si los siete diputados catalanes se desmarcan en la investidura.
Esa revisión puede consistir en expulsar al PSC de los órganos federales del PSOE y mantener la relación como una mera alianza electoral. En esa línea, algunos dirigentes socialistas sostienen que facilitaría la situación que la delegación catalana no acuda al Comité Federal este domingo. “Lo que no pueden hacer es participar en un órgano en el que se toma una decisión democráticamente y después saltársela”, argumenta un diputado.
Sin embargo, la amenaza de ruptura también encuentra rechazo en las filas socialistas. El presidente valenciano, Ximo Puig, ha advertido de que “no es el momento de hablar de expulsiones”.