“Ya sabéis que yo hablo con la ropa”. Con esa frase y una sonrisa saludó Susana Díaz a un grupo de periodistas en el pasillo del Senado donde los redactores y cámaras comenzaban a agolparse el martes a la espera de la llegada de Pedro Sánchez a la primera sesión de control tras el parón estival. Era su regreso y el comienzo de su vida –de lunes a jueves– en Madrid. La nueva etapa tras haber perdido todo el poder en Andalucía en dos tandas: primero el Gobierno, después el partido. Los fotógrafos aprovecharon para inmortalizar el momento en la Cámara Alta. Ataviada con una camiseta con el dibujo de una rosa –el símbolo socialista–, la expresidenta andaluza entró en el hemiciclo escoltada por dos de las pocas parlamentarias que se mantuvieron de su lado en la última batalla.
Nada que ver con el mensaje que mandaban sus camisetas hace no mucho. “Positive energy” era lo que se leía en la que vestía cuando dio el pistoletazo de salida a las primarias frente a Juan Espadas en las que cosechó su tercera (y definitiva) derrota. Desde que abandonó el Senado en 2012 hasta su regreso, la vida política de Díaz ha cambiado radicalmente: ella misma definió como “hostia” sus primarias frente a Sánchez. Y ella fue también la primera socialista en perder la Junta de Andalucía tras décadas de poder y se resistió a abandonar el liderazgo hasta el final. El Senado, otra vez como retirada, en una salida que ha pactado con el actual secretario general del PSOE andaluz.
“En aquel momento conocía menos las instituciones, no había pasado por un Gobierno, desconocía muchos de los mecanismos para poder influir en la vida de las personas y ahora vengo más trabajada, con más experiencia, con más años en la primera línea y eso me hace disfrutarlo de otra manera –afirmó sobre su vuelta a la Cámara Alta–. Creo que va a ser una etapa bonita”.
Díaz trata de eliminar cualquier resquicio traumático a esa salida y se declara “ilusionada”. “La visibilidad para mí es irrelevante”, aseguró el martes tras jurar su nuevo cargo –algo inusual en las filas socialistas en las que lo habitual es prometer–. Acostumbrada a ser el foco de atención mediático y a que melés de periodistas la persiguieran buscando sus declaraciones, esta vez fue el departamento de prensa del Grupo Socialista el que tuvo que convocar a los redactores en la sala de Pasos Perdidos del Senado porque Díaz quería estrenarse ante el micrófono. Apenas acudieron seis o siete.
“Lo que me llena es hacer cosas que mejoren la vida de la gente”, prosiguió Díaz, que se ha propuesto “hacer cosas novedosas en el Senado que permitan acercar a los ciudadanos”. “Las redes sociales son una manera de conectar con la gente”, dijo a modo de declaración de intenciones. La víspera había subido a Instagram una fotografía suya en el pasillo en la que preguntaba: “¿Dónde estoy? Congreso o Senado”. Posteriormente publicó vídeos de su llegada y la toma de posesión. También ha retomado un blog.
El estreno de Díaz coincidió con una sesión de control a Sánchez, con quien dice tener una muy buena relación tras la guerra que partió al PSOE en dos y aquel derramamiento de sangre del comité federal del 1 de octubre. “¿Se han saludado?”, le preguntaron. “No he tenido la oportunidad. Habrán visto en qué parte me sentaba de la Cámara”, respondió. A la expresidenta la han ubicado en el asiento 68 –al lado del pasillo en la segunda fila del grupo socialista y tercera del hemiciclo si se cuenta la bancada del Gobierno–. Ni muy cerca de los puestos de más lustre ni tampoco en el gallinero. “Se podría haber levantado a saludarlo”, dice con cierta sorna un compañero de filas.
Conocida (en el pasado) por airear sus discrepancias con Sánchez respecto al conflicto territorial, a Díaz le preguntaron en el Senado su opinión sobre la mesa de diálogo que se reunía 24 horas después. “Que yo haga la previa a la propia mesa no me parece lo adecuado”, respondió. “Ya sé que no te he contestado, pero te contestaré”, le dijo fuera de cámara y de nuevo con una sonrisa a la periodista que había preguntado. Pero el foco en el Senado es muy limitado.
Díaz sí habló de Catalunya en una de las tertulias a las que se ha incorporado en Mediaset. “Como creo que no hay duda de qué posición tengo yo sobre la Constitución y cómo quiero a mi país y cómo lo amo, creo que cuando la política no dialoga y no es capaz de hablar se vuelve inútil”, le dijo a la exportavoz del PP Cayetana Álvarez de Toledo, con quien compartía plató junto a la diputada de Vox Macarena Olona y al europarlamentario de Ciudadanos José Ramón Bauzá en el Programa de Ana Rosa, uno de los que visitaba con más asiduidad como líder socialista. La expresidenta andaluza promerte ser también el gran fichaje de Risto Mejide en Todo es mentira.
Además de su vida como tertuliana e influencer de la política, Díaz está a la espera de que la nombren presidenta de la Comisión de Industria, Comercio y Turismo del Senado. En ese puesto relevará a María Luisa Bustinduy, que se posicionó de su lado en las primarias frente a Espadas. La marcha de la expresidenta a Madrid ha pasado factura a sus afines, coinciden varias fuentes consultadas. Para ser nombrada senadora por designación autonómica, tuvo que renunciar Fernando López Gil, a quien reubicaron como comisionado para la Agenda 2030 en el Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz).
En el caso de Díaz, la presidencia de esa comisión supone un extra en el salario como parlamentaria: a los 3.050,66 euros brutos al mes en 14 pagas de la asignación constitucional y los 1.958,02 euros en concepto de indemnización por gastos de desplazamiento se suman los 1.551,74 euros por estar al frente del área. “Ha ido al máximo”, dice un dirigente andaluz. El PSOE-A ha mantenido durante estos meses a Díaz como presidenta del grupo en el Parlamento regional para que no perdiera el plus que supone ese puesto a los 3.261,53 euros de base.
Por eso sorprendió a muchos socialistas andaluces el miércoles al aparecer en la Cámara autonómica y ocupar el que ha sido su puesto como jefa de la oposición tras haber tomado posesión en el Senado. Fuentes del partido explican que no dio tiempo a los servicios informáticos a que dejara de constar como presidenta del grupo y que por eso se sentó en ese escaño. No obstante, lo que espera la nueva cúpula del PSOE andaluz es que, una vez ha cogido el AVE a Madrid, lo haga de forma definitiva y renuncie también a su acta de diputada.