Mientras en Europa evolucionan tímidas apuestas en vehículos para el transporte público automatizado, normalmente dentro de entornos controlados como parques empresariales o campus universitarios, y en Estados Unidos Google prueba sin descanso su tecnología de conducción autónoma mientras busca aún la implicación de alguna marca de automóviles para popularizarla, el gobierno local de Singapur acaba de sentar las bases del que será el primer servicio de taxi automático del mundo.
El motivo por el que esta puede ser la vencida, se encuentra en las particularidades de la capital asiática: es una isla, tiene un tamaño compacto y un tráfico rodado absolutamente congestionado, en gran parte motivado por su abundante lluvia. Y también porque de alguna forma, las apuestas de Delphi y del Instituto Tecnológico de Massachusets (bajo la marca Nutonomy) competirán en condiciones reales de uso con el objetivo de ganarse a las autoridades locales que al fin y al cabo, serán las que otorguen las licencias.
Y no sólo por la tecnología se medirá este reto: según un estudio publicado hace un par de años por el departamento de transporte de la Universidad de Columbia, una gestión robotizada del transporte público, optimizada al máximo (no han de aparcar, no estarían parados, consumirían lo mínimo, serían inmunes al mal uso), reduciría los costes por milla de tres o cuatro dólares, a menos de uno.
En lo referido a lo que se aprecia más a simple vista, los coches que podrás pedir para que te lleven, serán el Audi A5 por el lado de Delphi, y un más modesto Mitsubishi i-MiEV eléctrico, cuyas diferencias sustanciales no sólo se encuentran en la silueta de sus carrocerías. Así, mientras Nutonomy confía en el radar láser LIDAR para reconocer al tráfico que lo rodea, algo bastante complicado en una ciudad de clima tropical donde jarrea para disgusto de esta tecnología, Delphi lo hace en el más clásico radar de ultrasonidos, como complemento a la visión de cámaras de vídeo.
Veremos quién gana la batalla porque, de momento, los que parece que la van a perder son los taxistas del futuro.