Es difícil concertar una cita con la eurodiputada Teresa Rodríguez (Cádiz, 1981) en Bruselas. No porque no sea accesible, sino porque tiene una agenda apretada y más esta semana en la que ha participado en varios exámenes a futuros comisarios, entre ellos Miguel Arias Cañete. Nos encontramos a las 8.45 de la mañana, en la plaza de Luxemburgo, justo en frente del Parlamento Europeo, donde todavía quedan restos de la campaña #StopCañete.
Hace menos de 12 horas que el aspirante a comisario de Energía y Cambio Climático ha terminado de examinarse y ahora los grupos tienen que ponerle nota. Rodríguez, que fue una de las 40 portavoces encargadas de interpelar a Cañete, tiene claro qué postura fijará en la reunión de los coordinadores de los grupos que empieza una hora después: “Se tiene que votar en la comisión. No es un buen candidato”.
“No respondió a lo de su cuñado, vendió un discurso que no ha aplicado en España -analiza la eurodiputada-. Pidió perdón por lo de Elena Valenciano, pero no por las declaraciones en las que proponía practicar los abortos a la vez que la ecografía para que la madre viera lo que estaba haciendo, ni por sus prejuicios racistas hacia los migrantes”.
“Hubo algo positivo y es que cuatro grupos de siete expresaron abiertamente su falta de independencia personal para el cargo”, concluye. A partir de ahí, hablamos de otros temas, como la presencia de Podemos en la Eurocámara, la confluencia con IU o el proceso que comenzado para que la “iniciativa” se convierta en un partido, en el que ella ha apostado por una de las alternativas a la propuesta de Pablo Iglesias.
¿Cuál es su valoración de estos primeros tres meses en Bruselas?
Nos han servido básicamente para ubicarnos, entablar relaciones con gente de nuestro grupo parlamentario, que era importante porque uno de los objetivos de venir a Europa era buscar amigos en el sentido político del término y encontrar gente que pudiera estar pasando por un proceso similar al nuestro, cuestionándose el tema de la deuda y con los que poder debatir alternativas económicas a la austeridad. Los hemos encontrado. Ahora estamos estrechando relaciones al mismo tiempo al que vamos incorporándonos al trabajo parlamentario normal en las comisiones.
Dijo que probablemente el Parlamento Europeo no era el sitio para cambiar las cosas, ¿sigue pensándolo?
Desde luego no lo es. El poder legislativo y ejecutivo lo tiene al mismo tiempo la Comisión. La iniciativa parlamentaria parte de la Comisión. El Parlamento sólo puede supervisar, aprobar informes y hacer objeciones. Ese es el trabajo que le dejan a los supuestos depositarios de la soberanía europea. Fundamentalmente es pedagógico y se ve en algunos debates dos cosas esclarecedoras: hay una gran coalición -en todas las votaciones que hemos vivido hasta ahora han sido unitarias entre socialdemócratas y populares- y se observa claramente la influencia de los lobbies. Ninguno me ha llamado a la puerta, pero sí van llegando cartas e invitaciones para ver la realidad desde otra perspectiva. Pero la presencia en la propia ciudad está muy clara: los grupos de presión están en los edificios de alrededor.
En el trabajo del día a día, ¿en qué se diferencian ustedes de los eurodiputados de los de PP y PSOE?
Solemos tener posturas más críticas y autónomas. Dentro del grupo de la izquierda unitaria hay mucha libertad para que las delegaciones desarrollen sus políticas pensando en la situación de su país. Creo que se nota hasta en los andares por los pasillos. Somos distintos porque no llevamos 30 años siendo políticos profesionales como el señor Cañete. En la media de edad, en la novedad, … La gente lo nota: los trabajadores del Parlamento nos conocen, saben que somos los chavales de Podemos y eso no está reñido con un trabajo riguroso.
Cuando plantearon su reducción de los salarios, ¿cuál fue la respuesta que percibisteis de los eurodiputados?
Es algo que se plantea en los medios porque para presentar una iniciativa en el Parlamento hay un procedimiento que es bastante largo. Sí se ha planteado el debate en los pasillos. Todo el mundo se ha sentido de alguna manera interpelado para hablar de su salario y para acusarnos de que estábamos incumpliendo el compromiso. Están mirándonos con lupa para que nos equivoquemos en alguno de nuestros planteamientos. Al menos espero que la carga de la prueba la empiecen a tener ellos y empiecen a decir qué hacen con su salario, si se comen los 300 euros de dieta cada vez que vienen, si cobran sobresueldos del partido como Cañete, si tienen acciones en un montón de empresas, cuánto percibe al mes por negocios, ... Que les pregunten a ellos cómo se vive como eurodiputado cobrando al mes 1.700 euros como estamos cobrando nosotros.
Usted dejó IU. Ahora que se habla de confluir con IU. ¿Qué le parece que Podemos se llegue a presentar con una formación de la que se marchó?
Hemos dicho muchas veces que podrá haber confluencia con IU y cualquier otra organización que comparta los objetivos siempre que se respete el método: que las listas se creen desde abajo, en forma de primarias ciudadanas abiertas, donde todo el mundo se puede presentar y votar, sin negociaciones en los despachos sobre las listas; que se socialice el debate sobre el programa y todo el mundo puede aportar. Ese es el método Podemos, que se puede llamar de cualquier forma, pero forma parte de nuestro ADN y no podemos prescindir de él. Hay una cuestión programática que es la más sencilla porque hay bastantes coincidencias pero hay una tercera parte que es la de la coherencia. En su momento yo me fui de IU por los pactos con el PSOE a nivel municipal y plantearse que hay un cambio de ciclo y que podemos acabar con el bipartidismo me parece que es una cosa que los compañeros de IU tienen que hacer.
¿Ha cambiado IU en algo que ahora le permita volver a estar con ellos?
En la práctica siguen gobernando con el PSOE en Andalucía. Sguen teniendo una cosa que pueden mejorar bastante, que es la profesionalización de la política. Hay una especie de tapón en IU que impide a la gente más joven y nueva acceder a la dirección. Es algo de lo que tenemos que vacunarnos nosotros porque no es algo de lo que estemos exentos cuando llevemos una trayectoria.
Ahora metieron a Alberto Garzón en la dirección.
Sí, pero fue justo después de las elecciones, como efecto del resultado electoral.
Dijo que la confluencia no podrá ser posible con IU en Andalucía si mantiene el pacto con el PSOE. ¿Se ha convertido IU en casta en Andalucía?
No diría tanto. La casta es algo que representa los intereses de una minoría privilegiada: grandes empresas, banca. Es la correlación directa entre el poder económico y el poder político. Creo que IU en Andalucía no es casta pero sí les achaco cierta falta de valentía.
Por un lado no son casta, pero por otro es lo que hace imposible la confluencia por su pacto con el PSOE.
Es algo que aún tenemos que decidir en Podemos. Yo doy mi opinión personal pero es algo que se palpa en los círculos. Hay una crítica que es que hay que ser valientes y construir una alternativa real, pero no se puede estar en el plato y en la tajá, que se dice en mi pueblo. No puedes estar en el Gobierno y a la vez tender la mano a una iniciativa que lo que quiere es romper con el ciclo continuista y recuperar la confianza de la gente. El PSOE ya no la tiene y si IU se pone al lado tampoco la tendrá.
¿Y en Extremadura?
No entraron en el Gobierno. Hay formas para evitar que la derecha entre a gobernar. En Podemos esas decisiones las someteremos a consulta ciudadana, pero yo lo que votaría en esa consulta sería apoyar una investidura contra el PP y pasar a la oposición para que tenga que socializar el debate. Un Gobierno en minoría tiene que negociar contigo y con la ciudadanía para articular los presupuestos, las leyes, … Es lo mejor que podía pasar en los dos sitios.
¿Cree que su convivencia en el Parlamento Europeo con IU ha podido fomentar la confluencia o no tiene nada que ver?
Aquí estamos trabajando juntos con IU y lo estamos haciendo muy bien, pero al mismo tiempo estamos trabajando muy bien también con los portugueses, los griegos o los franceses. Hay un trabajo conjunto en llevar los problemas del territorio al Parlamento. Trabajamos muy bien pero no es el espacio para hablar de confluencia. De confluencia hay que hablar en las asambleas.
¿Han tenido también reuniones con partidos como PSOE o UPyD para plantear este tipo de asuntos?
Hemos compartido espacios con el PSOE y con UPyD, con el PP todavía no. Una fue para pedir la traslación de la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE sobre la ley de procedimiento judicial con el PSOE. Con una serie de iniciativas que queremos introducir sobre una renta mínima para los desempleados europeos nos hemos juntado con otras fuerzas. También nos hemos reunido con socialdemócratas y liberales para la campaña #StopCañete.
El equipo promotor de Podemos plantea no ir a las municipales, ¿comparte esta estrategia?
Era mala idea plantearlo en términos globales. Creo que hay la posibilidad de encontrar un equilibrio entre tener garantías de que las candidaturas que se presenten van a jugar un buen papel y a la vez ofrecer la posibilidad a todos los círculos, que llevan una trayectoria y preparación de meses, que puedan al menos optar a la posibilidad de presentarse. Existen mecanismos de control que son parecidos a los que se ha puesto Podemos desde el principio, como podría ser ofrecer a los círculos la posibilidad de presentar su candidatura presentando un proyecto a una instancia superior que pudiera valorarlo y que, al mismo tiempo, recogieran un 1% de avales, tal y como hicimos al principio. Si hay un 1% de los electores que quieren una candidatura de Podemos, ¿por qué no?
¿No le quita horizontalidad un mecanismo de control?
Además de horizontalidad, tiene que haber mecanismos de control. Por ejemplo, yo soy eurodiputada pero en cualquier momento se puede abrir un proceso de revocación. Me corresponde el escaño pero día a día me corresponde renovar el compromiso con Podemos. Con los círculos puede pasar algo parecido: los que están cerca son capaces de controlarse unos a otros, es decir, que no haya una relación directa entre la dirección de Madrid y los más de 1.000 círculos, sino que pueda haber un control de cercanía y también apoyo. Quien mejor valorará la madurez de un círculo, además de la propia asamblea del círculo, son los círculos que están cerca. De ahí la necesidad de establecer estructuras intermedias, no son menos democráticas por el hecho de ser estructuras.
¿A Izquierda Anticapitalista le viene peor esta estrategia porque sí tiene estructura para poder ir a las municipales?
Nos hemos presentado a municipales en muy pocos sitios. No tenemos una trayectoria electoral muy grande. En cualquier caso, no es la estrategia electoral lo que está en discusión ni en Podemos ni en Izquierda Anticapitalista.
¿Por qué es la única eurodiputada que no forma parte del equipo técnico?
En su momento planteé el debate de la necesidad de que los territorios estuvieran autorrepresentados en ese equipo. Me hubiera gustado que la representación territorial la hubieran elegido los propios círculos para que la representación empezara a venir desde abajo. Había diferencia de criterios sobre dejar o no a los territorios dejar elegir a sus propios representantes y por eso no entré a formar parte en su momento del equipo.
Ha secundado junto a Echenique un borrador distinto al promovido por Pablo Iglesias, ¿se ha abierto una brecha dentro del grupo del Parlamento Europeo?
No. Llevamos muy bien lo de plantear diferencias en términos políticos y en términos organizativos. La relación es bastante sana. Llegamos aquí a Bruselas y la dinámica de trabajo es bastante intensa y tampoco tenemos mucho tiempo de debatir el proceso asambleario.
¿Qué no le gusta la idea que ha planteado Iglesias?
Hay que descentralizar la iniciativa y Podemos tiene que echar raíces y relacionarse con los conflictos que tiene cerca. Los círculos tienen que ser el ensayo de algo que empiece a cambiar las cosas y un espacio de empoderamiento popular. Se pueden desarrollar, implementar y afianzar ampliamente si les damos capacidad de decisión. La propuesta de Echenique era más garantista en la defensa de la soberanía de los círculos que la de Iglesias y por eso la apoyé.
¿Esa propuesta le quita poder o representatividad a Iglesias?
Sí, a la figura del portavoz. En general me parece buena idea una portavocía plural, pero en general soy partidaria de los órganos colectivos. Creo que los órganos unipersonales muy reforzados tienen que ver con la vieja política y que tenemos que empezar a hacer la transición de un modelo de personalidades a una organización construida por la gente. Eso pasa por darle prioridad a los órganos colectivos donde esté representada la pluralidad.
¿Intentaron, antes de presentar el borrador, negociar uno unitario?
No. Era más enriquecedor que el debate se produjera de forma pública más que sentarnos. Sería reproducir el modelo de la vieja política de sentarse a negociar quienes tienen posiciones diferentes a ver qué se consigue por unos y por otro. Se abren las puertas y las ventanas, cada uno plantea su modelo de organización y todo el mundo opina. No son dos posiciones solamente, hay ya ciento y pico documentos de cada uno de los tres apartados en los que se divide la asamblea. Con lo cual, como dice Echenique, cuando hay dos posiciones diferentes el resultado siempre es mejor.
Cuando termine el proceso y se determine cómo es el partido, ¿optará por presentarse a alguno de los cargos?
No lo he pensado, la verdad. Estaré donde pueda hacer un trabajo más útil y donde la gente entienda que debo estar: si es teniendo una responsabilidad orgánica o aquí. Lo que sí tengo claro es que lo haré durante un tiempo determinado, que es algo que hemos fijado para los cargos del partido.