Estambul, 5 ago (EFE).- Se llaman Zeynep, Pinar, Sibel, Irem, Didem. Están muertas. Podrían estar vivas si el Convenio de Estambul, que intenta prevenir la violencia machista, se hubiera aplicado como debe ser.
Es el mensaje de las pancartas que enarbolan un millar de mujeres reunidas este miércoles en una plaza de la ciudad del Bósforo donde se firmó en 2011 el Convenio sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, más conocido por el nombre de la ciudad donde se rubricó.
Ahora, encima, en el Gobierno turco se elevan voces que abogan directamente por salirse del tratado. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció recientemente que estaba dispuesto a derogarlo “si el pueblo quiere”.
EL CONVENIO DA VIDA
A tenor de las mujeres, ataviadas con mascarillas violetas, el pueblo no quiere. “El Convenio da vida” aseguran sus pancartas. Al menos si se aplicara bien. Por ahora solo se implementa parcialmente y falta mucho por hacer, pero es importante, dijo a Efe Süreyye Kilinç, una activista presente en la manifestación.
Fue bajo el mandato del propio Erdogan, entonces primer ministro, que Turquía firmó y ratificó el convenio, impulsado por el Consejo de Europa para ayudar a establecer un marco legal en la prevención de la violencia contra las mujeres, pero el creciente poder de las corrientes religiosas cuestiona ahora este avance.
CONTRA LOS VALORES FAMILIARES
Varios grupos conservadores islamistas han presionado a los legisladores para retirar Turquía del Convenio, con el argumento de que impacta negativamente a “la estructura familiar” y va en contra de los “valores nacionales”.
En concreto critican un artículo que menciona las relaciones de “personas que viven juntas” sin especificar que estén casadas y aseguran que promueve la homosexualidad por utilizar el término “orientación sexual”.
“La Convención rechaza la oportunidad de llevar paz a una familia que está a punto de ser destruida por la violencia doméstica”, señaló en un informe Türkiye Düsünce Platformu, la primera asociación en pedir su retirada.“Legitima todo tipo de desviaciones sexuales al llamarlas orientación sexual y las hace inmunes a las sanciones morales y sociales”, agrega.
MANIOBRA POLÍTICA
Süreyye Kilinç opina que la oposición al Convenio entre ciertos grupos ultraconservadores no es nada nuevo, solo que ahora por primera vez vocean sus ideas desde posiciones de poder, al ocupar cada vez más espacio en el Gobierno.
El partido islamista AKP (fundado por Erdogán) “estaba en el poder cuando ratificaron la Convención. ¿Qué ha cambiado? En las últimas semanas han convertido Santa Sofía en mezquita, quieren controlar más las redes sociales, y ahora esto...”, declaró a Efe la abogada Öykü Gülbahar, quien enumeró varias iniciativas legales que han causado choques con la oposición laica.
“Quieren contentar a los sectores más conservadores pero no ven que puede dañar la protección de miles de mujeres”, añade.
“Llevamos años pidiendo que se aplique la Convención y ahora nos manifestamos para que no nos la quiten. Hay un esfuerzo por parte de las autoridades de controlar cómo las mujeres deciden su propia vida”, denuncia Gülsüm Kav, directora de la asociación “Acabaremos con los asesinatos de mujeres”.
ISLAMISTAS DIVIDIDOS
En el propio AKP hay diferencias de opiniones que incluso dividen la propia familia de Erdogan.
El hijo segundo del presidente, Bilal Erdogan, forma parte del consejo asesor de TÜGVA, una asociación juvenil islamista que ha exigido derogar el Convenio por “ineficaz” e “impopular” y crear nuevos instrumentos legales.
Su hermana Sümeyye Erdogan, por su parte, es vicepresidenta de la importante organización de mujeres KADEM, que normalmente defiende posturas conservadoras en línea con el AKP, pero siempre se ha posicionado claramente contra la violencia y ahora ha hecho público un comunicado en el que defiende el Convenio de Estambul como útil e importante.
“¿Por qué la Convención se ha convertido en un chivo expiatorio nueve años después (de adoptarla)? En un lugar donde hay tanto crimen y a pesar de existir tantas leyes. ¿Por qué se cree que la Convención es la culpable de todo?”, señaló en un tuit Canan Kalsin, diputada del AKP.
Tras la defensa del tratado por parte de destacadas mujeres del AKP, Türkiye Düsünce Platformu, la primera organización que pidió abandonar el Convenio, ha retirado su solicitud, argumentando que ha entrado en un “área minada”.
DESCONOCIMIENTO
Varias encuestas reflejan que el 64 % de la ciudadanía estaría en contra de abandonar el Convenio, e incluso entre los votantes del AKP, solo el 26 % está a favor de retirarse, según una encuesta de la compañía Metropoll.
Pero es dudoso el valor de este tipo de encuestas, porque otro sondeo revela que más del 50 % de la población desconoce de qué trata el Convenio de Estambul y lo confunde con un tratado marítimo.
Según la asociación “Pararemos los asesinatos de mujeres”, al menos 164 mujeres han sido asesinadas en Turquía en lo que va de año, cuando el año pasado fueron 474.
Organizaciones feministas han venido denunciando que el Estado no dedica los recursos necesarios para aplicar el tratado, no apoya a las víctimas con espacios de acogida, ni facilita que se pueda denunciar en comisaria ni busca cambiar el comportamiento machista mediante la educación, entre otros problemas.
En noviembre pasado, el Ministerio de Interior ofreció por primera vez una cifra de feminicidios, cerca de unos 20 asesinatos al mes, un dato similar al del diario Bianet, que el año pasado contabilizó a 328 mujeres asesinadas por sus parejas, ex parejas, pretendientes o familiares.
Lara Villalón