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Unidos Podemos intenta sumar a los nacionalistas a su moción para centrar el foco en el PSOE

La criticada decisión de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, de posponer el debate sobre la moción de censura a Mariano Rajoy tiene un lado bueno para Unidos Podemos: le da más tiempo para que puedan surgir escándalos y les permitirá apurar las negociaciones con los grupos minoritarios de la Cámara baja y sumar así el máximo posible de apoyos. La mayoría absoluta necesaria para desalojar al PP del Gobierno está muy lejos, imposible, y depende de un PSOE que ya ha dicho que no votará a favor. Y esa es precisamente la fotografía que puede obtener Pablo Iglesias el día de la votación de la censura. Un bloque al lado de Rajoy; otro enfrente liderado por Iglesias. Y un PSOE indeciso e incluso en el no.

Compromís (cuatro diputados) y Bildu (con dos) ya mostraron su apoyo tras sendas reuniones con la dirección del grupo confederal. El respaldo catalán está siendo más complicado, aunque desde el grupo confederal lo ven posible.

ERC y el PDeCAT (la antigua Convergència) mantienen una dura pugna política con En Comú tanto a nivel autonómico como municipal, lo que podría dificultar un acuerdo, según reconocen fuentes de la dirección de Unidos Podemos. Los tres partidos, los comunes acaban de nombrar al suyo Catalunya En Comú, pugnan por hacerse con la hegemonía en la región, con tácticas y estrategias variables en Barcelona, el Parlament o el Congreso.

Los dos grupos cuyo voto busca Iglesias ponen como primera condición el reconocimiento del derecho a decidir de los catalanes. Una medida que Unidos Podemos-En Comú-En Marea defiende sin problemas. Ya lo hizo en las negociaciones tras las elecciones del 20 de diciembre, pese a convertirse en una de las vías de agua de su comunicación, y en la repetición electoral de junio.

El propio texto del registro de la moción de censura (aquí en PDF) tiene dos grandes ejes: la regeneración democrática y la solución del encaje territorial de algunas regiones. El texto asegura que “las mentiras del Gobierno de Rajoy han empeorado la convicencia entre los territorios del Estado” cuyas “tensiones” nunca han sido “tan extremas”. El documento señala que Rajoy ha querido “presentar las legítimas reclamaciones de las diferentes naciones que configuran España como una amenaza usada reiteradamente para ocultar los innumerables casos de corrupción”. Y zanja: “Millones de ciudadanos de nuestro Estado reclaman el derecho (...) a su propia capacidad de decidir democrática y legítimamente su relación jurídica con el Estado”.

La música suena bien a ERC y el PDeCAT. Aunque con matices. Los republicanos ya han dado su casi seguro. Su portavoz, Joan Tardá, decía el martes que sus nueve diputados estarán “expectantes” ante la concreción de la propuesta territorial y alegaba “razones nacionales catalanas”, pero también “razones ideológicas”, para aplaudir la moción de censura.

Precisamente esas razones ideológicas son las que separan a la antigua Convergència de inclinarse por apoyar la iniciativa. “Todo está verde”, apunta el portavoz del PDeCAT, Carles Campuzano, a eldiario.es. “No es tan simple como votar no a Rajoy. Se trata de votar a Iglesias y a su programa”, añade.

El apoyo de sus ocho diputados depende de dos elementos complicados para Unidos Podemos: aceptar el pacto de estabilidad europeo y ajustar la fiscalidad de las pymes. Pero el acuerdo no debe de estar muy lejos cuando se ha anunciado la creación de una comisión mixta de trabajo para acercar posturas. Campuzano explica que no están en el , “pero en no sería interpretado como un apoyo a Rajoy”. De momento están en la abstención, la misma posición de defendió la antigua CiU en 1980 y en 1987 en las anteriores mociones de censura.

Esperando al PSOE

Todos están a la expectativa de ver qué hace el PSOE. Es la pieza clave, quien puede decantar la balanza. Su apoyo significaría que la moción “va en serio”, reconoce Campuzano. Pero de momento está entre el no y la abstención, según las declaraciones de sus nuevos dirigentes.

Los mensajes en público sobre el PSOE de los portavoces de Unidos Podemos-En Comú-En Marea están medidos. Lejos de la agresividad del primer trimestre de 2016, que muchos en Podemos y en sus aliados ven como uno de los principales motivos del fiasco del 26J.

Este martes, Irene Montero aseguraba que su grupo entiende “que el PSOE está en un proceso de transición” tras el triunfo de Pedro Sánchez. “Vamos a mantener como hasta ahora el máximo respeto”, señalaba. El lunes, el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, anunciaba su predisposición a retirar su moción de censura si Pedro Sánchez presentaba otra.

El sábado, Pablo Iglesias hizo referencias muy veladas a los socialistas en su discurso de la Puerta del Sol y el lunes por la tarde, tras reunirse con el presidente catalán, Carles Puigdemont, quiso de forma explícita decir que “no quería presionar” al nuevo secretario general.

Para entonces Iglesias y Sánchez ya habían hablado por teléfono y habían coincidido en que sus estrategias difieren. Desde la dirección de Unidos Podemos no tienen claro el sentido del voto del PSOE en la votación de la censura. Aunque reconocen que es “más fácil con este Pedro Sánchez que con el de 2016 o que con Susana Díaz”, no descartan que voten junto al PP.

El debate y la votación de la moción de censura será en las vísperas del congreso que deberá ratificar a Pedro Sánchez al frente del PSOE. Una fecha elegida por la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor. El calendario ideado por el PP tiene varias virtudes para su líder: se llegará con los presupuestos aprobados, se ningunea la herramienta parlamentaria en sí. Pero añade un elemento envenenado para Pedro Sánchez: llegar a su consagración como secretario general del PSOE tras volver a abstenerse en el Congreso en favor de Rajoy.