Pedro Sánchez es presidente del Gobierno. El diputado Marcelo Expósito, miembro de la Mesa del Congreso en representación de Unidos Podemos-En Comú-En Marea, daba el viernes antes del mediodía el sí número 176, el que confirmaba el triunfo de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Minutos después, tras el recuento oficial, el hemiciclo del Congreso rompía en aplausos. El grupo socialista, en círculo, por el triunfo de su secretario general. El grupo confederal, mirando hacia la tribuna de invitados, los acompañaba con el “¡sí se puede!” que han adoptado como grito de triunfo.
Pasada la euforia por haber logrado echar al PP del Gobierno, se abre paso la pregunta: “Sí, se puede. Pero, ¿qué se puede?”.
La alegría en los rostros de los 67 diputados del grupo confederal era incontenible. También entre los técnicos de los partidos que lo integran. Muchos de ellos se abrazaron emocionados. En la tribuna de invitados, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el líder de Catalunya en Comú-Podem, Xavier Domènech. Ambos, también, muy contentos. El exportavoz de los comunes en Madrid reconocía en el patio del Congreso que lo ocurrido este viernes, más la constitución de un Govern viable este mismo sábado, abre un tiempo nuevo en la política española.
La euforia alcanzaba los aledaños del Congreso. En su puerta principal, al otro lado de la Carrera de San Jerónimo, un nutrido grupo de personas también profería el grito que se hizo famoso en el 15M. Hacia allí se fueron algunos de los diputados del grupo confederal acompañados de Juan Carlos Monedero. El cofundador de Podemos, omnipresente durante toda la moción en la tribuna o en los pasillos del Parlamento, se cruzó con la todavía vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
– Me alegro de que os vayáis.
– Yo no me alegro de que lleguéis, pero es la democracia.
“Hemos cumplido uno de los objetivos por los que vinimos aquí”, señalaban varios diputados tras levantarse el Pleno que ha enviado al PP a la oposición seis años y algunos meses después. Ya desde el jueves por la tarde se respiraba alivio en las filas del llamado espacio del cambio. Unidos Podemos, pero sobre todo el partido que lidera Pablo Iglesias, se ha quitado el estigma que le acompaña desde la investidura fallida de Pedro Sánchez y la repetición electoral de 2016.
La guerra de relatos para determinar quién tuvo la culpa de que el PP haya estado dos años extra al frente del país puede darse por superada.
Mariano Rajoy ya no está en La Moncloa. El Partido Popular abandonará las instituciones. De forma inminente y precipitada. De rebote, Ciudadanos ha perdido la centralidad que había logrado con el conflicto entre el Estado y Catalunya. El partido de Albert Rivera es el único que ha sumado su no al de Rajoy. Hasta Coalición Canaria terminó absteniéndose.
Y ahora, ¿qué?
En mitad de la celebración una pregunta flotaba en el ambiente. ¿Qué pasará ahora? La respuesta más común: “No lo sabemos”. Lo explicaban a los periodistas los dirigentes del grupo tras la votación. Y antes.
En los días previos a la moción los principales portavoces de Unidos Podemos señalaban que no tenían información sobre los planes de Sánchez. Las conversaciones con sus homólogos del PSOE han sido limitadas. Poco más que cortesía. El sí de los 67 diputados del grupo estaba asegurado y los socialistas se volcaron en buscar el resto de apoyos.
Algunas incógnitas parecen más o menos claras. El nuevo presidente no parece estar dispuesto a nombrar un Gobierno de coalición como le ha ido pidiendo Pablo Iglesias de forma cada vez más clara en los últimos días.
El secretario general de Podemos lo hacía ya evidente este viernes, tras la votación: “Espero que las elecciones sean en 2020 con un gobierno fuerte, sostenido por 156 diputados que haga las políticas que necesita este país”. Pero tanto Sánchez como la todavía portavoz del grupo socialista, Margarita Robles, han dicho por todas las vías posibles que el Gobierno será “del PSOE”.
Tampoco está claro cómo reaccionaría el grupo confederal ante dicho ofrecimiento. Los comunes no se han pronunciado al respecto. E IU, por ejemplo, ya se opuso en 2016 a formar parte de un Ejecutivo plural, aunque entonces no formaban parte de un espacio más amplio. En esa ocasión el líder socialista no ha hablado directamente con Alberto Garzón, a quien en otras ocasiones sí ha mantenido informado. Una señal de que no buscaba aliados, sino apoyos.
Primera prueba: presupuestos 2018; techo de gasto 2019
Salvada la cuestión del Gobierno de coalición la iniciativa legislativa más inminente es la de los Presupuestos Generales del Estado, que deben pasar el trámite del Senado.
Aunque en las últimas horas se filtró por parte del Gobierno la posibilidad de que el PP los tumbase en la Cámara Alta, las opciones son pocas. Como mucho, dilatar un par de meses el proceso. Pero las cuentas, sí o sí, volverían al Congreso donde serían aprobadas en su versión original.
¿Y cómo se gobierna con unas cuentas que casi todos los apoyos de Sánchez han rechazado? El propio PSOE dijo que eran unos PGE “antisociales”. De los 180 votos que han aupado al líder socialista solo seis votaron a favor de las cuentas de Rajoy. Para el PNV su ratificación es obligatoria y, técnicamente, otra opción es inviable.
En Unidos Podemos ya echan cuentas de que el Gobierno tiene maniobrabilidad, no obstante, para modificarlos. Con créditos extraordinarios y con la reordenación de partidas dentro de los límites normativos que hay.
A todos les preocupan más las cuentas de 2019, cuya tramitación Pedro Sánchez se comprometió a iniciar este mismo verano. Primera misión: techo de gasto. El debate servirá de muestra para aventurar las posiciones de cada uno. En Unidos Podemos tienen claro que su senda no es la de la estabilidad presupuestaria que marca Bruselas. En el PSOE, todo lo contrario: en su discurso, Sánchez prometió que respetaría los acuerdos en el seno de la UE.
Volver a ilusionar
“Con 84 diputados todo es más difícil”, apuntaba antes de la votación una persona con voz y mando en Unidos Podemos. Además, PP y Ciudadanos tendrán en su mano interferir en la actividad legislativa. Aunque el Gobierno ya no bloquee los proyectos de ley, la Mesa del Congreso seguirá controlada por Ana Pastor. PSOE y Unidos Podemos están en minoría en el órgano que ordena los debates y los trámites.
En cualquier caso, el grupo confederal aspira a relanzar algunas de sus medidas estrella: la subida del SMI, la revalorización de las pensiones, la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad o la renovación de RTVE.
Aunque saben que su consecución es difícil, y recuerdan que el propio Sánchez dio durante el debate de la moción “la legislatura por terminada”, sí aspiran a que la política vuelva a relacionarse con la esperanza. A recuperar a parte de la opinión pública perdida. No solo para ellos, sino “para el cambio”.
“Esperemos que no sea como Felipe VI”, aseguraba a eldiario.es una de las personas de confianza de Colau. “Esperemos que por lo menos haya gestos, que lleguemos a las elecciones con ilusión”, apuntaba.
“Sostener y empujar”
Pese a las dudas, el análisis mayoritario es que se abre una oportunidad. Alguno incluso citaba una frase de Mao: “Hay un caos absoluto bajo el cielo; la situación es excelente”. El aparente desbarajuste político que queda tras la moción es mejor que lo que había antes. Y permite retomar la iniciativa.
Un dirigente de Podemos apuntaba cuando todo había ya terminado que tendrán que hacer un notable esfuerzo para no dejar pasar esa oportunidad: “Tenemos que sostener al futuro Gobierno, que es débil, y, además, empujar para que vaya en la dirección que queremos”.
Para lograrlo, se apoyarán en la gente. “La calle la ponemos nosotros”, recuerda.
La unánime opinión es que la actuación de Pablo Iglesias durante el debate va en la buena dirección. Tanto la primera parte, más bronca, como la segunda, en la que tendió la mano a Sánchez. Su última frase es toda una declaración de intenciones: “Ganemos juntos las próximas elecciones”.