Al veterano diputado madrileño del PP Juan Soler-Espiauba —exalcalde de Getafe y 36 años encadenando cargos— le tocó la papeleta de pasarse el mes pasado por Los Santos de la Humosa (Madrid) para presentar a los vecinos al nuevo candidato del PP a la alcaldía. Lázaro Polo, regidor los pasados cuatro años en minoría, militaba hasta ahora en el abiertamente fascista partido España 2000 y, de la noche a la mañana, sin evolución ideológica de la que haya constancia, fue fichado por el PP para intentar revalidar el cargo. En la casa de cultura del pueblo se presentó Soler un viernes por la tarde ante unos 50 simpatizantes. Empezó hablando del “destructivo” Pedro Sánchez pero, cuando pasó a referirse a las bondades de Los Santos, 2.700 habitantes sobre una loma con vistas a Alcalá de Henares, ya casi en Guadalajara, se le hizo de noche. “Es uno nuestros pueblos más queridos… Y más fronterizos”, acertó a decir, antes de ceder la palabra.
El desconocimiento de Soler ilustra el aislamiento de Los Santos de La Humosa, una atalaya donde se respira una tensión vecinal soterrada que se manifiesta esporádicamente con episodios de violencia reaccionaria que algunos mayores vinculan todavía a rencillas arrastradas de la Guerra Civil. Nunca pasa nada en Los Santos, hasta que pasa. Por ejemplo, los dos alcaldes socialistas que ha tenido el pueblo en democracia, Daniel Meco (1987-1996) y José Ignacio Fernández (2011-2019), sufrieron agresiones en las fiestas, cuando el vino corre y hierve la mala sangre. El primero, que entró cuando al pueblo el agua todavía llegaba en cisternas, había trasladado la cruz de los caídos al cementerio (con el apoyo del cura). Le pegaron un puñetazo. El segundo dijo que la plaza de toros estaba en mal estado y había que arreglarse un tiempo con una portátil. Le llovieron piedras.
Son unas pocas familias, pero son de extrema, extrema […]. Y los hijos salen más radicales que los padres
“Es una pena. Son unas pocas familias, pero son de extrema, extrema […]. Y el problema es que los hijos salen más radicales que los padres”, dice una vecina, que prefiere no dar su nombre porque tiene nietos y no quiere líos, en un sitio tan pequeño. Vinculado el pueblo a Alcalá, en la cabeza de comarca sobrevive enquistado un núcleo de extrema derecha con el que entró en contacto el joven Polo, cuya familia tendía más hacia la izquierda. En 2016, siendo ya concejal, propugnaba una españolidad excluyente con propuestas como retirar las ayudas sociales a extranjeros. En 2019 salió elegido alcalde con los votos de PP y Vox (al PSOE le faltaron cinco votos para la mayoría absoluta).
Balance discutido
Su balance es discutido en el pueblo. Disolvió la policía local y la agrupación de protección civil y se instaló en la oscuridad documental, según reprocha su rival en mayo, Carolina Urtasun (PSOE), que señala que es imposible acceder a la mayoría de expedientes municipales. Los dos ediles del PP que lo votaron abandonaron la corporación al poco tiempo, y con el de Vox los encontronazos llegaron a la fiscalía, con una denuncia al edil Daniel Moreno por una factura supuestamente irregular. Moreno achacó el verano pasado lo sucedido al temor de Polo a que le restase votos. Este año no contesta a elDiario.es.
Estaremos asesorados y respaldados por nuestra querida presidenta Isabel Díaz Ayuso
Tampoco responde el propio Polo, ni siquiera al abordársele en el acto de presentación de su candidatura, plagada de veinteañeros, también con algún viejo compañero de España 2000 y una de las ediles supervivientes del PP de 2019. “Estaremos asesorados y respaldados por nuestra querida presidenta Isabel Díaz Ayuso”, fue lo único que deslizó, indirectamente, sobre su evolución política. En 2021 ya se había desmarcado en el pleno municipal de la manifestación neonazi por Chueca, promovida precisamente por España 2000.
“Mejor cambiar de partido que cambiar de principios”
Mudo el protagonista, dan su opinión los simpatizantes que acuden al acto del nuevo PP. “Es mejor cambiar de partido que cambiar de principios y no es tan fiero el león como lo pintan”, resume María José Escanellas. “Si fuese radical como dicen no le dejaría a mí hijo andar con él”, declara Mauricio Peñalver, uno de los más veteranos. Comparte con un tercero, Juan López, que los medios de comunicación generan “inquina” y no del mismo modo con los extremos diestro y zurdo. En el mismo plano que España 2000 estarían “lo de ETA y lo de Barcelona”, opinan, en un tono que no invita al debate sosegado.
El mal ambiente trasciende incluso al poder terreno. Hasta el cura, que no llevaba ni dos años, anunció su salida fulminante el mes pasado, tras intentar poner orden en la Hermandad de la Virgen de la Humosa, que no tiene estatutos. “Llamaron a la Guardia Civil una vez que aparcó en línea amarilla”, cuenta una vecina sobre sus detractores.
Bajando de la casa de cultura, camino de la salida de Los Santos, vuelven los testimonios anónimos; de nuevo aparece el temor a ser identificado en un lugar pequeño. “Tengo un nombre raro y me iban a conocer”, dice la madre de dos hijos menores de 10 años, que discrepa largamente de los congregados más arriba y plantea que la maniobra del PP con Polo, en lo que a ella respecta, puede tener el efecto contrario al deseado. “La gente le votó porque era del pueblo, pero menos mirar por el pueblo ha hecho de todo. Ha sido un declive total”, sostiene.
Agresiones a activistas antitaurinos
Precisamente en el siguiente pueblo, Anchuelo, dos activistas antitaurinos del colectivo International Vegan Strike Group fueron golpeados, insultados y arrastrados por la plaza de toros del municipio el pasado 2 de mayo. Minutos antes, habían saltado al ruedo para protestar por la “tortura animal”. Las imágenes muestran la violencia ejercida contra los dos activistas, un hombre y una mujer. La mujer acabó siendo arrastrada por el número dos del PP de Los Santos de la Humosa, según informó la Cadena Ser, mientras el resto de asistentes en la plaza la insultaba.
El vídeo fue difundido por la organización animalista. Y las imágenes muestran la brutalidad con la que el público la emprende contra los activistas. Varias personas del público saltan a la plaza: el hombre recibe golpes y patadas. La mujer es golpeada y arrastrada por un hombre corpulento mientras el resto de la plaza la llama “puta”.