En el vasto currículum de Manuel Castells, una eminencia internacional en el campo de la sociología y la economía, hay todo un apartado dedicado a la política. Su carrera como investigador está marcada por la intersección entre la academia y las políticas públicas, como prueban sus textos sobre los movimientos sociales surgidos en 2011 al calor de la llamada indignación ciudadana por la crisis económica de aquellos años. En coherencia con esa vocación, militó desde joven en la clandestinidad, pasó después por el Partido Socialista y en una etapa más reciente aceptó la petición de Ada Colau para ser ministro de Universidades en el Gobierno como parte de la cuota de los comuns dentro de Unidas Podemos. Por eso sorprendió su reciente artículo en La Vanguardia en el que pedía el voto para el PSC y su presencia en el búnker electoral junto a Salvador Illa la noche del 12-M.
“Yo no voto a políticos sino a personas que sean políticos y de los que yo me fíe, con los datos en la mano. Y por eso voto a Illa, porque he estado con él en las trincheras de la lucha contra la covid y pude observar su dedicación, su honestidad y sus decisiones siempre basadas en análisis y recomendaciones de los científicos”, anunciaba Castells en La Vanguardia el 20 de abril, en plena campaña para las elecciones del 12 de mayo, en las que finalmente el candidato de los socialistas catalanes salió vencedor. Pocos días después, el exministro aparecía en una foto junto a Illa tomada durante el seguimiento de los resultados de las elecciones, en la sede del PSC.
Ese primer artículo causó cierta sorpresa en los comuns, que interpretan el movimiento como parte de su trayectoria como independiente. Un adjetivo que subraya Castells en respuesta a este diario preguntado por las razones de su salto desde el ministerio en representación de los comuns al apoyo expreso al PSC. “Nunca pasé por los comuns, nunca fui militante ni nada, y dejé muy claro a Ada [Colau] que aceptaba su propuesta de ministro como independiente. Ella se portó admirablemente y me dejó toda la independencia”, explica sobre la decisión que lo llevó a convertirse en ministro de Universidades en el primer Gobierno de coalición desde la vuelta de la democracia.
El sociólogo recordaba ese momento en su artículo, en el que hablaba además de Colau como la mejor alcaldesa desde su “amigo Pascual [Maragall]”, con quien, recuerda en sus respuestas, militó desde joven y en la clandestinidad en el Front Obrer de Catalunya (FOC) “que fue uno de los núcleos que en democracia formaron el PSC”.
“Apoyé activamente a Ada en sus tres campañas municipales, incluida la última conmigo ya después de dejar el Gobierno”, recuerda Castells, que sin embargo considera que esta elección en Catalunya era “distinta”. “Creí contribuir mejor a la izquierda apoyando a Illa que es el único que puede articular un gobierno de izquierda sin excluir al independentismo de izquierda”, explica por correo electrónico.
“Estas elecciones van de otra cosa [oponía ya en su artículo en el diario catalán]. Van de construir una coalición entre socialistas, comunes y republicanos de izquierda. Esta es la base política de la Catalunya del futuro. Y la realidad política indica que Salvador Illa es el único que la puede articular. Por votos y por templanza”.
La trayectoria de Castells, sin embargo y como explicaba en su respuesta, está vinculada al socialismo catalán. El FOC fue uno de los múltiples movimientos que surgieron como respuesta al franquismo, en el que coincidieron personajes como Maragall, Isidre Molas, Jaume Roures o Miquel Roca. Tras su disolución, en 1971, muchos integrantes se dispersaron en otras organizaciones y volvieron a encontrarse primero en la extinta Convergència Socialista de Catalunya y, más tarde, en la fundación del Partit dels Socialistes de Catalunya.
“Yo empecé a militar en la clandestinidad, a los 17 años, junto con Pasqual Maragall, Isidre Molas y otros estudiantes, en el Front Obrer de Catalunya (FOC) que fue uno de los núcleos que en democracia formaron el PSC”, explica Castells. En una entrevista con este diario, daba más detalles sobre aquel episodio. “Me tuve que exiliar a los 20 años [1962]. Mis amigos del Front Obrer de Catalunya, que en parte pasó al PSC, acabaron torturados y en la cárcel. Me dijeron que me fuera a Francia. Luego me expulsaron de Francia por mi participación en el Mayo del 68. Y seguí corriendo hacia adelante”, repasaba.
En sus respuestas, recuerda además que en las décadas posteriores, en los 80 y los 90, fue también miembro del Comité Federal del PSOE, del que se alejó “sin ruido”, cuenta. Aunque estuvo, como recuerda también en aquella entrevista, “con nulo poder, más bien en términos simbólicos para apoyar un proyecto”.
Lo que vino después fue su entusiasmo por los movimientos sociales nacidos en la etapa posterior a la crisis financiera de 2008. La Primavera Árabe en el norte de África, el Occupy Wall Street en Estados Unidos y por supuesto el 15M en España. Un fenómeno sobre el que publicó un ensayo en 2012: Redes de Indignación y Esperanza (Alianza Editorial).
“Utilicé mi condición de independiente y de conocer a distintas personas para contribuir a tender puentes. Sí que intuí que del movimiento social saldría alguna fuerza política nueva”, cuenta en la entrevista, en la que asegura que los únicos que consiguieron “capitalizar y articular políticamente” la fuerza que había quedado latente en el movimiento 15M –del que estos días se cumplen 13 años– fueron los dirigentes de Podemos.
Es esa vinculación y sus lazos con Catalunya lo que lo acerca a los comuns para que acaben proponiéndolo como su cuota para el ministerio, que dejó a mitad de legislatura “por motivos de salud y prescripción médica”. Lo sustituyó el catedrático Joan Subirats.
Castells sin embargo había labrado un vínculo en esos años con otra persona importante para entender el cambio político que se dio en España durante la última década: Pedro Sánchez, a quien recibió en su casa de California cuando el líder socialista había sido defenestrado por la cúpula de su partido y a quien animó a tratar de retomar la secretaría general, tal y como cuenta en su libro Ruptura (Alianza Editorial).
Castell también protagonizó un momento sorprendente en otras elecciones. En 2021, arropó al candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, durante el seguimiento de la jornada electoral. Pero en esta ocasión, sí ha querido exponer públicamente los motivos para mudar su posición y cambiar su voto de los comunes –a quienes reconocía públicamente su apoyo hasta hace poco– a Illa. “Quiero tomar posición pública en favor de un proyecto y una persona que nos pueden llevar por la senda del reencuentro entre catalanes, sentando las bases para una Catalunya que cuide a su gente y se proyecte en el mundo como un faro de innovación y civilidad, una referencia en las aguas procelosas en que hemos entrado”, razonaba.