El enfrentamiento entre los distintos miembros de la brigada política de la Policía del PP ha irrumpido este miércoles en el juicio del pendrive de los Pujol. Su episodio más evidente ha sido la declaración como testigo del comisario José Manuel Villarejo desde la cárcel de Estremera, un compendio de los ataques habituales a sus enemigos en la Policía que ha incluido acusar al Centro Nacional de Inteligencia de realizar las grabaciones que aparecieron en su casa y que sostienen la imputación contra él en la Audiencia Nacional.
Vestido con vaqueros, camisa blanca y chaqueta oscura, Villarejo se ha sentado pasadas las 12 del mediodía en la sala de videoconferencias de la prisión de Estremera (Madrid). Cuando la jueza le ha preguntado si tiene “enemistad manifiesta” con alguno de los dos acusados, el exjefe operativo de la Policía y antiguo jefe suyo Eugenio Pino y el inspector jefe Bonifacio Díez Sevillano, ha dicho que “no especialmente”.
Su declaración ha servido después para corroborar la tesis de los acusados de que la documentación informática que la Policía intentó introducir irregularmente en el caso Pujol procedía del que fuera jefe de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, el enemigo declarado de Villarejo. La versión que defiende Martín-Blas y otros policías, y que el juez del caso Pujol consideró falsa, es que se encontró en el registro a la agencia de detectives de Barcelona Método 3.
La versión de Villarejo es la siguiente: un inspector de la Policía en excedencia que había trabajado para Método 3, de apellido Ruiloba, hizo una copia antes de salir de la empresa y estaba intentando venderla. La agencia de detectives de Paco Marco le debía dos años de sueldo, según ha explicado Villarejo. El jefe Pino y Martín-Blas le citaron en Madrid y allí, delante de él, el entonces jefe de Asuntos Internos sacó el pendrive y dijo que lo había obtenido de forma gratuita, como reprochándole que él pretendía conseguir lo mismo pero pagando dinero. “Lo hizo para avergonzarme, como si yo quisiera el dinero para mi y no porque lo pedía el inspector (Ruiloba)”, ha declarado Villarejo.
Se da la circunstancia de que la versión de Villarejo contrasta con la que ofrece en uno de los numerosos audios incautados en su casa en noviembre de 2017. En uno de ellos aparece hablando con el comisario Enrique García Castaño y dice que “el puto pendrive” lo consiguieron “los cecilios”, en alusión al CNI. Este miércoles, Villarejo dijo que fue Martín-Blas quien obtuvo la memoria informática y que le dio una copia al jefe Pino y otra al Servicio de Inteligencia.
“Respecto al audio que le ha llegado a usted, era manipulado por el CNI, que era quien lo grababa, y eso está perfectamente constatado. No me puedo ratificar en algo que está manipulado por alguien que tiene interés en ello”, ha dicho Villarejo en su declaración como testigo en el caso del pendrive de los Pujol. Durante la declaración y ante los problemas de conexión entre el tribunal y la cárcel Villarejo ha intentado dar un consejo para colocar los micrófonos correctamente.
Después ha llegado el turno de Martín-Blas, quien reconoció haber recibido información de dos exdetectives de Método 3 y que con ella elaboró un informe, denominado Operación Colombo, que puso en conocimiento de Anticorrupción porque contenía presuntas irregularidades en unos negocios de los Pujol, pero que no aparecía ninguna documentación informática. El exjefe de Asuntos Internos negó por tanto la versión de Villarejo y de los acusados.
También ha comparecido Jordi Pujol Ferrusola, quien ha negado que la documentación del pendrive fuera obtenida de los registros que se le realizaron en el marco de la causa de la Audiencia Nacional donde está investigado. Esa memoria informática, por contra, contiene “material personal, íntimo, familiar y personal empresarial”. Es su “vida informática de 1996 a 2002”, según el escrito de acusación de su representación legal.