Jornada en el feudo de Ciudadanos: “Lo del perrito fue una gilipollez”

El día ha amanecido demasiado tranquilo en el colegio Cortes de Cádiz, en el barrio madrileño de Sanchinarro, uno de los lugares con mayor porcentaje de voto a Ciudadanos de toda España y donde el partido fue claro ganador el pasado 28A. “Hasta hace nada, esto estaba vacío”, reconocía a eso de las once y media David, interventor de la formación. No fue hasta las doce pasadas cuando la cosa se empezó a animar. Y llegaron familias que dejaban el coche en segunda fila, familias en bicicleta y familias caminando, casi todas con niños pequeños, quejándose por tener que hacerlo pero acudiendo a votar.

“El crío me ha preguntado: 'pero mamá, ¿otra vez?'”, ríe Susana, vecina de la zona. “Estamos hartos. ¿Por qué no pueden pactar?”

“No es el frío, es la atmósfera en general”, lamentan Obdulia y Miguel Ángel, interventores del PSOE y Unidas Podemos. Ambos repiten —estuvieron en este mismo instituto en abril— y, al menos hasta el mediodía, perciben un claro descenso de la participación. “Es verdad que ayer fue fiesta en Madrid y mucha gente se habrá ido”, consideran, buscando explicaciones. “Y que esta tarde dan lluvia. Quizá en un rato venga más gente, con el vermú”. En el avance de las 14h, la participación había caído 3,6 puntos respecto al 28A.

El PAU (Proyecto de Actuación Urbanística) de Sanchinarro conforma junto a sus primos hermanos (Arroyo del Fresno, Montecarmelo, Las Tablas y Valdebebas) el cinturón naranja de la ciudad. Son los neoensanches del norte, construidos en los años 2000, diseñados para atraer a población de renta media-alta urbana y con alto nivel formativo, que en las últimas elecciones se establecieron como caladeros de voto del partido de Rivera. Ciudadanos fue primera fuerza política en todos, con porcentajes superiores al 30%. Ahora, en plena caída en las encuestas, ¿qué va a pasar? ¿Adónde van los votantes que dejan a Cs? ¿Tendrá efecto el descenso en estos barrios o se quedará en la España Vacía?

“Yo soy un quemado de Ciudadanos”, reconoce Pablo, otro vecino que acudió a mediodía a votar. “Proponían centro, reformas, meritocracia y ciertas cosas interesantes, pero al final nada. ¿Que qué me ha parecido la campaña? ¿El perrito? Pues una gilipollez. A falta de inteligencia y buenas ideas... perritos, a ver si la gente entra por ahí”. Su compañera Susana se queja de que cada vez está todo “más polarizado” y ambos culpan “a todos” de la repetición electoral: al PP porque no se abstuvo, al PSOE y Podemos porque no se pusieron de acuerdo, a Ciudadanos porque no quiso pactar. En opinión de ella, la solución sería un gran pacto PSOE y PP. “¿Por qué no lo hacen? Representan a la mayoría de los ciudadanos. Pero ya han dicho que no”, concluye resoplando.

Francisco y Alicia, un matrimonio mayor, también llegan enfadados. “Es un coñazo y estamos cabreados. Pero nuestros antepasados nos enseñaron que esto nos había costado mucho conseguirlo”, explican. Los culpables de que tengan que votar por tercera vez en ocho meses son todos, porque “no son políticos”, no están a la altura, no se ponen de acuerdo ni se preocupan por los problemas del país. “Les da igual”, afirman. Su descontento tiene que ver con que Cataluña haya empañado la campaña, dejando de lado todas esas cosas que de verdad hay que arreglar: sanidad, pensiones, educación, eutanasia...

“Ciudadanos ha hecho muchas tonterías”, concluye Francisco. “Al ser veleta, al cambiar tanto, la gente pasa. Y eso que parecían una derecha que iba a llegar a algo”. Su pronóstico para el barrio naranja es el de casi todos: la gente se volverá al PP, allá donde estaba antes de la irrupción de Cs. Coincide con las encuestas, que además de anotar que Ciudadanos no retiene ni a la mitad de sus votantes, estiman que el 27% se pasan al Partido Popular —y “solo” el 7,5% al PSOE y el 7% a Vox.

“Aquí la gente no es tan de derechas. En Chamartín sí”, vaticina David, un joven de 18 años recién cumplidos, estudiante del CEU, que está como interventor del PP. “Los de Ciudadanos votarán al PP. Tengo esperanza en que sume la derecha y que se pongan de acuerdo, como en Madrid. Lo están haciendo bien”. Carlos, compañero interventor suyo y ya licenciado en Políticas, afina el diagnóstico diciendo que el votante de Ciudadanos tiene hoy más posibilidades de quedarse en casa, que por eso bajará y que Vox “optimizará” en provincias en las que no lo hizo el 28A.

Poca gente en Sanchinarro cree que el voto de Ciudadanos vaya a terminar en Vox. Uno de ellos es el interventor de Más País, Alejandro, que participa porque simpatiza con lo que hace pocos meses era Más Madrid. Cuenta que este barrio es de derechas, que Errejón no tiene mucho que hacer aquí, pero que la gente en el partido está ilusionada porque, al partir de cero, todo lo que sea algún escaño estará bien.

Hace seis meses, Ciudadanos obtuvo un 15,9% del voto y 57 diputados en toda España. El partido consiguió el último escaño en muchas de las provincias de la España Vacía: Ávila, Zamora, Teruel, Segovia, Palencia, Huesca, Guadalajara, Salmanca, León, La Rioja, Cáceres, Burgos y Albacete. Las encuestas de esta semana reducen sus escaños a quince y las predicciones indican que los perderá en las provincias de la España Vacía en favor del PP o Vox. Ni el golpe de efecto del perrito (Lucas, un cachorro del equipo de Rivera al que sacaron en un vídeo diciendo que “aún huele a leche” y al que pasearon posteriormente por varias redacciones) ni el del adoquín del debate parecen frenar la sangría. “Se ha pasado de frenada. Se ha convertido en una broma”, señalaba un consultor de comunicación esta semana, convencido de que el ganador del lunes había sido Casado.

Solo el CIS preelectoral da un menor descalabro a Cs, entre 27 y 35 escaños y el 10,5% de voto. Los interventores del partido en Sanchinarro son los únicos que no ven que la profecía se vaya a cumplir. “La gente que conocemos mantiene su voto o no lo ha decidido aún. Confiamos en que no haya tanta caída”, concluye Elena. “Además, las encuestas son electoralistas”.

Corrección: una versión anterior de este artículo indicaba que la cita electoral era en el IES Manuel Fraga Iribarne, cuando en realidad el colegio en el que se votó es el Cortes de Cádiz. Están uno al lado del otro, de ahí el error.

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