Ahora Madrid no se puede entender sin Manuela Carmena. La alcaldesa concitó en torno a su figura 519.210 votos de muy diversa procedencia. Siempre ha dicho que quiere ser la alcaldesa de todos y ese mensaje ha calado. En ese ser la “alcaldesa de todos” se interpreta la decisión que ha tomado con Guillermo Zapata, el primer cargo público que deja una cartera –la concejalía de Cultura y Deportes– a las 48 horas de asumir el cargo y tras salir a la luz unos tuits que publicó antes de entrar en la política institucional.
Pero el veredicto, que además de para detener la sangría mediática sirve a Carmena para reforzar su imagen de centralidad, su papel de guía moral, de faro de la ciudad, alguna cicatriz deja dentro de Ahora Madrid: algunos integrantes de la candidatura temen que pueda producirse una deriva de desconfianza ante personas con raíces en determinados colectivos y que se llegue a establecer –tanto dentro como fuera, donde está cundiendo por los tuits de Zapata– una dialéctica de “lo respetable”, de lo institucional frente al activismo. Todo ello dentro de las rencillas por la búsqueda de la hegemonía del espacio propias de cualquier agente político. Y en este caso, la caída de Zapata refuerza unos sectores y debilita otros.
Porque si Zapata ha caído por publicar en Twitter chistes sobre víctimas del genocidio nazi o del terrorismo de ETA... ¿Qué puede pasar con Pablo Soto, por ejemplo? Alba López Mendiola, número 21 de la lista de Carmena, ya ha borrado su cuenta en Twitter tras los ataques del PP de Madrid ante la hipótesis de que pudiera sustituir a Zapata si dejaba el acta de concejal, cosa que no ha pasado porque seguirá en el Ayuntamiento y como vocal de Fuencarral-El Pardo. ¿Y qué puede pasar si alguien saca punta a algunas letras de Hechos contra el Decoro, cuyo cantante era Nacho Murgui, concejal de Coordinación Territorial? ¿Dónde está el fin para la depuración de qué errores cometidos cuándo?
“Las varas de medir las pone la sociedad, no yo”, ha zanjado este lunes Zapata.
La edad de Carmena –71 años–; su profesión –magistrada–; su pasado –militante antifranquista en el PCE, fundadora del despacho de la matanza de Atocha–; su experiencia –vocal del Poder Judicial y asesora del Gobierno vasco de Patxi López–; su carácter –afable, llana, amiga del tuteo–; y su discurso, que trasladaba unas posiciones políticas con pocas aristas, han definido un perfil.
Todos ellos fueron ingredientes que le hicieron sumar apoyos en los márgenes más anchos de las izquierdas y del centro político; que le permitieron espantar el fantasma de que “vienen los rojos y los amigos de ETA” que intentó agitar Esperanza Aguirre durante la campaña; que le llevaron, de paso, a no movilizar a los sectores más conservadores contra ella en torno al PP.
Y todo ello se convirtió en sumas multiplicadoras para Ahora Madrid –por la izquierda y por la derecha–, una candidatura formada por Ganemos –sectores de la autonomía, Patio Maravillas, Equo, Partido por un Mundo Más Justo y personas provenientes de IU– y Podemos. Pero, también, la forma de afrontar este primer conflicto, que surge no a los 100 días, sino prácticamente a los 100 minutos de ser alcaldesa, es una muestra de cómo es Carmena. Y, en ese retrato, su profesión, la magistratura, y su forma de entender y ejercer la política, son fundamentales.
Manuela Carmena es jueza. Su trabajo durante años ha consistido en aplicar la ley. Y entiende el cargo público como servicio público. Ella ha vivido la lucha antifranquista en el PCE, y ha bebido de esa cultura de resistencia en la clandestinidad. Pero se ha forjado en la gestión como magistrada, como árbitro en el conflicto entre partes. Y se postula como alcaldesa de todos, no fundamentalmente de sus votantes, lo cual le ha hecho conectar con mucha gente pero también marcar distancias con sectores de su candidatura.
Pero por eso mismo le chirría la defensa del humor negro de Zapata; y por eso afirma en una entrevista con Ana Pastor en El Objetivo que no es legítimo ocupar espacios a los cuatro días de la ocupación del nuevo Patio Maravillas –por aquellos que participaron en el germen de Ganemos, de donde vienen concejales como el propio Zapata, Javier Barbero o Pablo Carmona–. La nueva alcaldesa de Barcelona, la activista antidesahucios Ada Colau, en cambio, ha defendido desobedecer “leyes injustas”.
Omnia sunt communia (todo es común, todo es de todos) dijeron en su juramento como concejales Guillermo Zapata y Pablo Carmona.
La naturaleza de Ahora Madrid, partido instrumental fruto de la suma de espacios políticos diversos, en el que hay partidos e independientes, conformó una manera de funcionar en la que no existía presidente ni secretario general ni secretario de organización ni ejecutiva de escasos miembros... Al contrario, el órgano de dirección, el único órgano de dirección, es la Mesa de Coordinación.
La Mesa está compuesta por 45 miembros –24 iniciales provenientes de Ganemos y Podemos– más los 21 primeros de la lista elegidos en primarias, que marca las líneas políticas del partido semanalmente y es donde se debate lo que emana de los diferentes grupos de trabajo y se marcan las líneas políticas. Desde que Carmena entró en Ahora Madrid, en marzo, ha asistido a una reunión de la Mesa de Coordinación.
Carmena ha cerrado la primera crisis. Ha expresado su veredicto, en el que, lejos de sentirse deudora de una parte de su comunidad, ha primado su impronta de magistrada y su intención política de elevarse sobre su propia raíz. Ha dejado caer a uno de los fundadores de Ganemos Madrid.