En mayo de 2020, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida se preguntaba cómo era “posible” que el Gobierno “no fuera capaz de comprar test fiables, en número suficiente” y que “se hubiera gastado un dinero que es de todos los españoles” en adquirir test que eran defectuosos. Y, “lo peor de todo, que ni siquiera tenga el coraje de decirle a los españoles 'lo siento, nos hemos equivocado'”. Según la querella de la Fiscalía contra los empresarios que se llevaron comisiones millonarias de los contratos del Ayuntamiento, en marzo de 2020 el Consistorio gastó millones de euros en test defectuosos y guantes de “ínfima calidad” que no cumplían con los estándares mínimos de calidad.
En una entrevista para Estado de Alarma en mayo de 2020, Almeida criticó al Ejecutivo por la compra de una remesa defectuosa de test rápidos de detección del coronavirus. “Siempre he defendido que no hay que exigir responsabilidades hasta que propiamente acabe la pandemia porque cada minuto cuenta para salvar vidas”, dijo entonces.
Ahora, un juzgado investiga las comisiones millonarias que presuntamente cobraron los empresarios Luis Medina Abascal y Alberto Luceño Cerón por los contratos de material contra la COVID firmados con el Ayuntamiento de Madrid. Según la Fiscalía, más de la mitad de los 11 millones de euros que la ciudad pagó a una empresa de Malasia para traer esos instrumentos fueron al bolsillo de los dos supuestos comisionistas aprovechando la amistad de Abascal con el primo de Almeida.
Durante lo peor de la pandemia, Cibeles compró guantes de “ínfima calidad” por 5 millones de dólares que no valían al Ayuntamiento y que además eran veinte veces más caros de los que se vendían en los supermercados. También se hicieron con 250.000 test rápidos por más de 4 millones de dólares, la mayoría de ellos “defectuosos”, según Anticorrupción.