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El canal de televisión que ha batido récords de audiencia con las 14 votaciones fallidas de McCarthy
Las negociaciones políticas, los reproches, los corrillos, las palabras al oído y las llamadas telefónicas de última hora no siempre ocurren a puerta cerrada. A veces tienen lugar en la sala de plenos de un congreso y, en el caso de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, también se puede seguir en directo por televisión.
Las quince votaciones que han hecho falta para elegir al próximo presidente de la Cámara Alta han servido para algo más que confirmar que el republicano Kevin McCarthy no se rinde. En la última semana, los estadounidenses han vuelto a comprobar la utilidad de C-SPAN, un canal que retransmite toda la actividad del Congreso, la Casa Blanca y otros eventos de interés, en directo, por televisión y por internet.
La señal de televisión que emite C-SPAN no tiene narración, ni cortes, ni filtros, ni publicidad. Esto no ha impedido que casi 380.000 estadounidenses hayan seguido el drama de las votaciones por televisión, según datos revelados por The Wall Street Journal. La audiencia es un 161% superior a la ceremonia de apertura del Congreso hace dos años, cuando Joe Biden llegó a la presidencia de EEUU.
C-SPAN no hace análisis de audiencias por internet, pero el seguimiento podría haber sido aún mayor, ya que la señal es accesible a través de varias páginas web e incluso una app. El canal pertenece a una iniciativa privada, sin ánimo de lucro, que aprovecha el circuito de televisión interno del Congreso de EEUU para emitir lo que ocurre en su interior.
En la mayoría de las sesiones solo hay una cámara apuntando al político que interviene en ese momento. Si el evento dura dos horas, C-SPAN emite las dos horas. Si es un discurso de más de 12 horas en el que el congresista pide gominolas para aguantar el tirón, se emiten también. Le pasó a Rand Paul. Incluso si un representante decide aprovechar la intervención, ya entrada la noche, para leer un cuento a sus hijas antes de dormir. Ese fue Ted Cruz.
En ocasiones especiales, como el maratón de votaciones que ha forzado el ala más radical del Partido Republicano hasta elegir a McCarthy, el canal tiene permiso para introducir más cámaras y obtener ángulos distintos con los que amenizar la retransmisión. En aras de la transparencia —solo se les ha impedido entrar en un puñado de rincones, como las sesiones del Tribunal Supremo— C-SPAN ha retransmitido escenas de rabietas, corrillos y reproches que han registrado para la historia la frustración de McCarthy con su propio partido.
Por ejemplo, a los “Never Kevin”, republicanos cuya seña de identidad en la votación era que nunca darían su apoyo a Kevin McCarthy, vacilar con que iban a votarle, para después decir el apellido de otro congresista.
Al recién elegido George Santos, que ha participado en las votaciones días después de que saliera a la luz que se inventó su curriculum.
Todas las veces que se ha escuchado en la cámara el nombre de Donald Trump, a quien Matt Gaetz, uno de los republicanos rebeldes, llegó a nominar para el puesto de portavoz como alternativa a McCarthy. No importó que Trump no pueda ocuparlo.
Y el enfado de McCarthy cuando, en la penúltima votación, cuando pensaba que ya tenía los votos, Gaetz dijo “presente” en vez del nombre del republicano de California. Le obligó así a someterse a una ronda más, no sin antes ver cómo McCarthy se acercaba por el pasillo para increparle.
Las cámaras de C-SPAN han permitido seguir en directo lo que en otras ocasiones solo captan los fotógrafos, con mayor libertad de movimiento. La señal de televisión ha completado el relato de la desorganización, las peleas internas y las tensiones de un Partido Republicano que sigue pendiente de Trump. Véase la escena de la congresista Marjorie Taylor Greene pasándole una llamada de un tal “DT” a un compañero en plena sesión:
Pero también la resignación de los demócratas, atrapados en la Cámara durante todas las votaciones. Alexandria Ocasio-Cortez ha terminado hablando con uno de sus mayores enemigos. Otros desearon haber traído un libro como la representante Katie Porter: ‘El sutil arte de que todo te importe una mierda’. No sabemos si lo eligió por la sesión o para salir en la foto.
Con la decimoquinta votación, McCarthy se hizo con el puesto de speaker, como se conoce al portavoz y presidente de la Cámara de Representantes. Pero las concesiones que presumen haber conseguido el ala rebelde, como un mayor acceso al comité que decide sus reglas de funcionamiento, pueden poner en peligro las retransmisiones con las que C-SPAN ha demostrado su utilidad estos días. Sin ella, los estadounidenses conocerían un poco menos el caos en el que se puede convertir la actividad parlamentaria en los próximos dos años.
Las negociaciones políticas, los reproches, los corrillos, las palabras al oído y las llamadas telefónicas de última hora no siempre ocurren a puerta cerrada. A veces tienen lugar en la sala de plenos de un congreso y, en el caso de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, también se puede seguir en directo por televisión.
Las quince votaciones que han hecho falta para elegir al próximo presidente de la Cámara Alta han servido para algo más que confirmar que el republicano Kevin McCarthy no se rinde. En la última semana, los estadounidenses han vuelto a comprobar la utilidad de C-SPAN, un canal que retransmite toda la actividad del Congreso, la Casa Blanca y otros eventos de interés, en directo, por televisión y por internet.