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Ruidos de tenedores y voces: Hermann Tertsch interviene en el Parlamento Europeo desde un restaurante
La pandemia ha traído consigo la semipresencialidad al Parlamento Europeo. Un sistema híbrido que permite a los eurodiputados que no se encuentran físicamente en la Eurocámara, participar de los debates y votaciones desde cualquier otro lugar para evitar aglomeraciones y, al mismo tiempo, mantener viva a la institución que durante este tiempo ha aprobado asuntos tan relevantes como los fondos de recuperación, el presupuesto plurianual o el pasaporte COVID.
Así, resulta habitual ver a los eurodiputados entrar desde sus despachos profesionales o personales, desde las sedes locales del Parlamento Europeo o, incluso, desde sus casas. Pero este lunes el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch ha ido más allá, y ha decidido participar en la comisión de Peticiones del Parlamento Europeo desde el restaurante en el que se encontraba almorzando.
Con ruido, voces, tenedores chocando con platos, botellas de fondo y personas pidiéndole que se moviera de sitio. El debate en el que ha participado versaba sobre una petición de la Asamblea por una Escuela Bilingüe, sobre la inmersión lingüística en Catalunya.
La intervención, a viva voz, ha causado que otras personas presentes en la sala le chistaban y le llamaran la atención. “Por favor, vaya a otro sitio”, le impelían: “Váyase arriba”.
Pero Tertsch proseguía, acusando de desidia a la Comisión Europea, que no tiene competencias sobre el asunto: “¿Cómo se puede hablar de libertad si se apedrean las casas de los que piden ser educados en español? Ya basta de adoctrinamiento, ya basta de políticos separatistas mutilando la lengua de nuestros hijos. Ya basta de apartheids”.
La reacción del eurodiputado de Vox tras la publicación de la noticia ha consistido en llamar “lamesuelas” a los periodistas que han dado cuenta de su intervención.
Tras el debate, la Comisión PETI ha decidido mantener abierta la petición y enviar un requerimiento al Gobierno y a la Generalitat de Catalunya sobre la sentencia del Tribunal Supremo, que obliga al 25% en castellano. También ha decidido enviar el caso a la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior, y al Defensor de los Niños del Parlamento Europeo.
Entre los diputados que intervinieron, la amplia mayoría de ellos españoles, los representantes de PSOE, ERC, Bildu y JxCat se mostraron partidarios de cerrar la petición, mientras que PP, Ciudadanos y Vox reclamaron que se mantenga abierta y pidieron una misión parlamentaria que examine la situación sobre el terreno..
Diana Riba (ERC) y Toni Comín (JxCat) criticaron que los denunciantes de estos casos “se empeñan en crear un problema donde no existe” y lamentaron no poder usar el catalán en sus intervenciones en el Parlamento Europeo, ya que no es una de las lenguas oficiales comunitarias, informa Efe.
Javi López (PSOE), por su parte, incidió en que no ha terminado aún el tiempo de ejecución de la sentencia del Supremo y en que se trata de un debate que no compete a las autoridades europeas. También lamentó, recoge Efe, que, pese a ello, es la tercera vez que la Eurocámara trata este tema desde 2018 mientras más del 90 % de las peticiones que llegan a esta comisión parlamentaria no llegan a ser debatidas.
La eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagazaurtundua, por su parte ha afirmado en el debate: “Hay pruebas palpables de una obsesión contra la diversidad lingüística por una identidad excluyente nacionalpopulista. La compulsión fóbica desde el poder al uso del español en ámbitos institucionales, educativos y culturales es creciente. Se trata de un régimen de control obsesivo”.
La pandemia ha traído consigo la semipresencialidad al Parlamento Europeo. Un sistema híbrido que permite a los eurodiputados que no se encuentran físicamente en la Eurocámara, participar de los debates y votaciones desde cualquier otro lugar para evitar aglomeraciones y, al mismo tiempo, mantener viva a la institución que durante este tiempo ha aprobado asuntos tan relevantes como los fondos de recuperación, el presupuesto plurianual o el pasaporte COVID.