Jandro (Valencia, 1977) es un mago con genes cómicos. O al revés. No lo sabe ni él: “Yo no sé lo que soy. Soy Jandro y hago lo que me da la gana. Los cómicos dicen que soy mago; los magos dicen que soy cómico... A mí me da igual”. Se trata de un peculiar ingeniero de telecomunicaciones que un día decidió dirigir sus pasos hacia el mundo de la televisión y el espectáculo. En España se dio a conocer por sus habituales colaboraciones en El Hormiguero y en otros espacios televisivos. En la televisión norteamericana, en la cadena CW, acaba de participar y ganar por tercera vez en una de las emisiones de los programas de Fool Us, un popular concurso dedicado a la magia cómica.
Lo de ganar tres veces un concurso de magia cómica, ¿se puede conseguir sin hacer trampa?
Fue un poco una locura porque cuando gané la primera vez todos me dijeron: “No vuelvas, porque la vas a cagar”. Volví porque me lo pasé muy bien y volvimos a ganar. Entonces me dijeron: “No vuelvas, que las va a cagar”. Quería ir, pero como estaba la pandemia no pude viajar a Las Vegas. Entonces me dijeron “Hay que hacerlo online”. Así que al no poder tener contacto con la gente en el plató, pensé: “Bueno, ya que no puedo hacer eso, voy a hacer el truco más grande que se haya hecho en la historia del programa”. Y así fue. Conseguí casi cien piezas gigantes de dominó, un dron y montamos una locura. Así que, cuando lo vieron, no se lo imaginaban. De hecho, no se creían que hubiera conseguido el material, ni los permisos para volar el dron y grabar desde cincuenta metros de altura. Una locura.
Por cierto, ¿cómo conseguiste el material y los permisos?
El material lo conseguí yo con dinero y mentiras y los permisos no se consiguieron, pero eso no lo sabe nadie.
¿Por qué decides dedicarte a la magia cómica?
Cuando empiezas a hacer magia y las cosas empiezan a fallar, el humor te ayuda a salir de esos fallos y tirar para adelante. Así que el humor es un gran compañero de viaje de la magia porque no solo te ayuda en los momentos delicados, sino que hace que, hasta que sucede el efecto, puedas aderezar toda la actuación de una forma entretenida. Incluso a la gente a la que no le gusta la magia en sí, se ríen mucho, con lo cual el espectáculo les sigue gustando. No me gusta ni practicar ni disfrutar de la magia solo con la parte seria, la parte del efecto, porque o empatizo mucho con el artista que estoy viendo, que es muy complicado; o necesito que me lo haga de una forma interesante y entretenida y el humor es maravilloso para eso.
En El Hormiguero, has trabajado junto a estrellas y figuras impresionantes. ¿Suelen colaborar con los trucos de magia?
Le he hecho magia a muchos actores de Hollywood, desde Will Smith, Tom Cruise, Russell Crowe, Jessica Chastain, Tom Hanks... o personajes como Fernando Alonso, Rafa Nadal o Antonio Banderas. Todos han sido majísimos. Me sorprendió, para bien, Will Smith. Ya le he hecho varias veces magia y la última vez, antes de salir a plató, nos cruzamos por los pasillos y te viene, te da un abrazo porque se acuerda de lo que le hiciste la otra vez. Tom Cruise es un caballero. Fíjate que tenía mala fama. A mí me pareció un tipo encantador. También fue muy curioso con Rick Astley. Le hice un número que la verdad es que fue muy divertido, con una camisa de fuerza hinchable. Yo acabé en calzoncillos. Nos reímos mucho. Él acabó abrazándome.
En tus espectáculos sueles interactuar mucho con el público. No a todo el mundo le hará gracia que te metas con ellos, ¿no?
Creo que me meto en un problema prácticamente a diario por decir cosas que no debería. A veces tú dices algo en un sentido y lo toman por otro sentido y se monta un pollo grande. Si ves mi espectáculo entero, yo me río de todo. Me río de mí. Todo depende del contexto. Hubo una que se montó un pollo con un alcalde porque hice un chiste, un comentario de los políticos y dije algo del alcalde. Ni me acuerdo bien de la broma. Alguien salió del teatro, fue a llamar al alcalde, y le dijeron: “El que está actuando en el teatro ha dicho que eres un corrupto”. Al acabar, de repente, me dicen: “El alcalde quiere saludarte”. Vino el alcalde y yo pensaba que había estado en la actuación y le había gustado. Llega y me dice: “¿Qué has dicho tú, que soy un corrupto?”. A mí, cuando me lo dijo en ese tono, pensé: “Este tío es corrupto porque si no, no viene y me habla así”. Yo le expliqué que había hecho un chiste de los políticos en general. Al final, le di la mano y se fue.
¿En tu vida cotidiana, el humor también forma parte de tu personalidad?
Bueno, para mí el humor es un pilar básico de la vida. Realmente yo soy de los que me río de todo o de casi todo. Hay ciertos momentos en los que no puedes reírte de algo, pero cuando pasa un poco de distancia, sí. Pero me he reído de cosas chungas que nos han pasado o algunos fracasos grandes. Creo que es un buen bálsamo para pasar la vida. No concibo la vida sin reírme. Realmente, creo que es necesario porque, aparte de que está probado por médicos y neurocientíficos, es que te da calidad de vida. Es una medicina muy, muy importante. No lo hago por eso, aunque ayuda. Simplemente porque me lo paso mejor en la vida. Al final, te olvidas de la gran mayoría de cosas pero siempre recuerdas lo bien que lo pasaste o lo mal que lo pasaste y cómo alguien te hizo sentir. Si alguien te hace reír, eso no lo olvidas.
Si te surge un problema, ¿echas mano del humor?
Una vez, hace tiempo, supongo que ya ha prescrito, yo esperaba un gran pedido que me había comprado. A mí me gustaba la película Big de Tom Hanks, sobre todo la escena en la que tocaban el piano gigante con los pies en la clásica tienda FAO Schwarz, de Nueva York. Era una escena preciosa. Yo quería tocar ese piano. Entonces, ahorré mucho dinero y contacté con el inventor original del piano y me fabricó una réplica en exclusiva para mí. Me lo mandaron desde Italia. Yo estaba en Madrid, pero llegó a Valencia a casa de mis padres. Cogí un avión desde Madrid. Lo desenvolvimos allí. Estamos hablando de un piano gigante de cinco metros en el suelo, que pesaba cien kilos. Y entonces bueno, vino mi amigo el maravilloso mago Yunke, el mejor ilusionista del mundo. Lo cargamos en una furgoneta. Eran ya las tres de la madrugada. Fuimos desde casa de mis padres a mi casa por un camino en un bosque. El piano no teníamos cómo sujetarlo. Los bloques estaban puestos como enrollados. Yo iba detrás, de pie, sujetándolo, abrazándolo todo.
Suena a preludio de una tragedia
Estábamos en mitad del recorrido en pleno bosque y, de repente, nos pararon unos agentes de la autoridad. Eran ya las tres y pico de la mañana y éramos dos tipos raros metidos en un furgón grande por un camino en mitad de un bosque oscuro. Entonces, nos paran y yo iba detrás. Le piden a Yunke que abra las puertas de atrás y me ven a mí abrazando unas piezas de piano. No llevaba cinturón de seguridad, ni nada. Por suerte, me reconocieron y me dijeron: “¡Pero no puedes ir así!” Yo les conté toda la historia: “Es que mire, es el piano de Big. Me hace muchísima ilusión. Mi casa está ahí y no podíamos ir por la carretera nacional”. Creo que me vio tan ilusionado que me dijo: “¡Anda, tira, tira, tira! ¡Y no volváis a mover el piano así!” Al final, el buen humor y la sinceridad nos vino bien y nos salvó de la situación.