Año 2020 y aún seguimos con la misma historia de siempre. Bueno, de siempre no, ahora hay mucho más populismo y miseria informativa. Las redes sociales han ayudado a difundir bulos y a propagar un miedo de todo punto infundado. ¿De qué estoy hablando? Pues hablo de la eutanasia que estos días es pasto del panorama informativo actual. Es un tema que, lejos de ser un debate sosegado, ha sido polarizado absurdamente por la derecha más rancia, llevándolo a un punto tal que hay circulando una cantidad de falsedades y exageraciones totalmente inaceptables. Y esto no es más que el mismo debate de siempre.
Recuerdo a principios de los dos mil la película que puso en la mesa, por primera vez y de forma pública en democracia, el tema de la eutanasia. Se formó un revuelo generalizado y se salieron las cosas de madre, pero no se hizo nada a nivel legal. Hace unos años, con el caso de una pareja cuyo marido había dispensado un veneno a su mujer, aquejada de una enfermedad degenerativa, se volvió a reabrir el debate.
En 2020, después de varios intentos se ha abierto la puerta desde el Congreso de los Diputados para hacer una ley de eutanasia que termine con el dolor de los enfermos terminales e irreversibles y, cómo no, la derecha ha vuelto a poner el grito en el cielo. Cosas como que nos van a matar a todos, que esto sirve para hacer recortes sociales puesto que se va a ejercer una presión horrible sobre esas personas para que acaben con su vida, por no hablar de las tonterías sobre una pastilla “asesina” de Países Bajos.
Pero todo esto… ¿qué tiene que ver con la discapacidad? Pues tiene mucho que ver puesto que somos un colectivo que a cierta edad sufriremos una vida muy dura, porque seremos, en muchos casos personas dependientes y sin posibilidad de realizar una vida digna.
Y es urgente poder tener el derecho, repito DERECHO, de poder acabar con la vida de uno cuando consideremos, y ahora entramos en matices, que no podemos desarrollar nuestra vida como nosotros quisiéramos. Ahora vienen los matices: es posible que una persona que ha perdido una pierna o la visión y su vida, de repente, se convierta en un sinsentido. Por eso, al menos en Países Bajos, se establece un comité médico que acepta o rechaza esa petición.
No se trata de liquidar a la gente a la primera de cambio, se trata de objetivar de manera certera lo que es una vida digna y poder acabar con ella en el caso de que no haya más opciones o la vida sea absolutamente inabordable.
Hace unos años escribí en este mismo diario sobre el mismo tema y sigo pensando lo mismo: Necesitamos una regulación para el que necesite acabar con su vida de manera legal, con ayuda del Estado. Y todo esto no es más que alcanzar la vida digna y si no es posible, no sufrir de gratis porque una serie de personas quiera decidir por nosotros. Y no, no tiene nada que ver con el aborto, ni con la gestación subrogada, ni con otras decisiones. Es cierto que hay que determinar unas ciertas garantías para que se eviten ciertos casos de una manipulación malvada.
Es un tema espinoso, pero con un debate serio y preciso deberíamos tener la ley disponible cuanto antes, porque no puede ser que suframos por una cuestión moral que nos imponga una vida sostenida en el dolor, como he oído decir a alguien de la Iglesia que animaba a sentir el dolor como “Cristo hizo por nosotros”. No es viable, vivimos en el siglo XXI y necesitamos legislar para que nuestra vida sea plena y, en el caso de que no lo sea, poder acabar con ella. Seguimos informando.
Año 2020 y aún seguimos con la misma historia de siempre. Bueno, de siempre no, ahora hay mucho más populismo y miseria informativa. Las redes sociales han ayudado a difundir bulos y a propagar un miedo de todo punto infundado. ¿De qué estoy hablando? Pues hablo de la eutanasia que estos días es pasto del panorama informativo actual. Es un tema que, lejos de ser un debate sosegado, ha sido polarizado absurdamente por la derecha más rancia, llevándolo a un punto tal que hay circulando una cantidad de falsedades y exageraciones totalmente inaceptables. Y esto no es más que el mismo debate de siempre.
Recuerdo a principios de los dos mil la película que puso en la mesa, por primera vez y de forma pública en democracia, el tema de la eutanasia. Se formó un revuelo generalizado y se salieron las cosas de madre, pero no se hizo nada a nivel legal. Hace unos años, con el caso de una pareja cuyo marido había dispensado un veneno a su mujer, aquejada de una enfermedad degenerativa, se volvió a reabrir el debate.