Una de las formas más usuales de fomentar la integración de colectivos en la sociedad es la discriminación positiva. Ante una situación injusta con un grupo determinado de personas (negros, mujeres, inmigrantes...) se impulsan unas determinadas políticas para tengan una participación en la sociedad similar a la del grupo predominante.
Hace no mucho se habló en Europa de la discriminación positiva hacia las mujeres para que accedieran a puestos de dirección en igualdad de oportunidades que los hombres. Entonces escribí este post. Las cuotas femeninas, a pesar de las palabras de Cospedal, son muy necesarias en ciertos sectores.
También lo son las cuotas para retrones. Como señalé hace unas semanas, el 8% de los españoles es retrón. Buena parte de estos 3 millones 800 mil ciudadanos son mayores de edad. Pero quedan muchos ciegos y sordos, muchos ciudadanos que utilizan sillas de ruedas o muletas. Y no todos estudian. Ni todos trabajan. Ni, en general, participan en la sociedad de la misma forma que lo hace “el español medio”.
La discriminación positiva tiene muy mala fama y recibe duras críticas. Curiosamente, vienen de aquellos que no necesitan ninguna ayuda para estar en igualdad de condiciones. O, mejor dicho, son los que mayores ventajas tienen. Hay hombres que dicen que las políticas de género conseguirán marginar al sexo masculino, y que se dará la vuelta a la tortilla. Es imposible, claro. Pero aunque así sucediera, un poco de justicia histórica no vendría mal. En cuanto a las cuotas y ayudas para retrones, hace poco una persona me dijo que lo veía muy injusto. “Si el Estado te da dinero por ser retrón, ¿por qué no me lo da a mí si quiero tener 8 hijos?” Sin comentarios.
Se suele olvidar que, en realidad, hay discriminación positiva en muchos ámbitos. Cuando el gobierno anuncia deducciones a los jóvenes que monten una empresa, cuando ofrecen desgravaciones a quien contrate a alguien mayor de 55 años, cuando se da ayudas a ciertas empresas en detrimento de otras... La igualdad plena no existe. Siempre sale alguien favorecido.
Aun así, se puede intentar arreglar la situación.
En el caso que nos interesa, la Ley de Integración Social de los Minusválidos, redactada en 1982, recoge varias propuestas:
- Las empresas de 50 o más personas en plantilla deberán reservar el 2% de los puestos de trabajo para personas con discapacidad.
- En las Administraciones Públicas la cuota de reserva es el 5%.
Por si la ley no fuera suficiente, se dan bonificaciones a las empresas que contraten a retrones. Según leo aquí, 3900 euros por cada trabajador. Vamos, que dependiendo del sueldo, varios meses le salen gratis.
Creo firmemente que hay que potenciar las cuotas, ampliarlas a otros campos y hacerlas efectivas.
Una de las críticas más usuales a estas cuotas en concreto es que las empresas que no encuentran a trabajadores con discapacidades y no pueden cumplir la ley. Es cierto. La razón hay que buscarla en la Universidad: si allí no hay una verdadera discriminación positiva, pocos terminarán la carrera y, en consecuencia, pocos lograrán trabajos de cierto nivel.
No se trata sólo de reservar plazas universitarias para retrones. También hay que dar ayudas económicas sin importar la renta familiar. La paradoja es que es más fácil para un retrón trabajar en una oficina o despacho que en la obra. Y para eso necesitas una carrera. ¿Cuántos retrones no trabajan porque no tienen formación suficiente? Como toda desigualdad, la que hay entre retrones y bípedos hay que erradicarla desde la infancia.
En cuanto al ámbito, quizá sería buena idea instaurar cuotas en alta dirección y en la política. Aquellos retrones que encuentran trabajo no suelen tener puestos de responsabilidad. Decía al inicio del post que Europa buscaba romper el techo de cristal que impide a las mujeres acceder a puestos directivos en empresas. Me temo que llegará un día (si no ha llegado ya) en que muchos estemos capacitados pero, como sucede con las mujeres, nos cierren la puerta.
Si Zapatero quiso paridad en el Parlamento y en el Gobierno, ¿por qué no reservar un porcentaje para retrones en los partidos, en el Congreso y en los diferentes Gobiernos? En el primer Gobierno de Felipe González sólo había corbatas. Hoy el peso del Ejecutivo recae en una mujer. Y se ha logrado, en parte, gracias a la insistencia en la paridad y las cuotas. Si se aplicara en el Congreso la cuota exigida a las empresas públicas habría 17 diputados retrones. Podrían ser el 4º grupo de la cámara (en el improbable caso de que coincidieran en ideología).
En cuanto a su efectividad, las empresas que no contraten a retrones pueden hacer donaciones. Me recuerda a lo de pagar una multa en lugar de cuidar el medio ambiente. Así no se avanza.
Como en el caso de las mujeres, las cuotas para retrones son todavía muy necesarias. Quizá dentro de 50 años ya no tengan sentido, aunque lo dudo.
Y vosotros ¿qué opináis de la discriminación positiva?